Nuestro país tiene una incapacidad sorprendente para poner en marcha un proceso efectivo de transformación de la realidad. Nuestras carencias se vuelven endémicas y permanecen por años sin que nadie logre revertir la situación.
Hace veinte años que cada gobierno que asume plantea la reforma del Estado como uno de los problemas principales de la agenda y propone su propio proyecto de reforma. Ha habido de todo, ideas y proyectos de los más variados; mejores y peores; caros y baratos; ambiciosos y modestos; se han gastado fortunas. Pero nada ha cambiado, allí está el Estado con su reforma pendiente.
En los años noventa, Germán Rama desde la oficina en Montevideo de la CEPAL nos enfrentaba a la cruda realidad del deterioro grave, progresivo e irreversible de nuestra educación. Todos recordamos las sucesivas publicaciones que golpearon nuestra "autocomplacencia" señalando con contundencia que las cosas en nuestra educación andaban muy mal.
Pasaron dos décadas, el propio Rama intentó reformar la educación y, con justicia debemos reconocer que fue el único intento serio que se implementó en todo este tiempo, aunque no se lograron mayores modificaciones particularmente por la feroz oposición que se le hizo desde los gremios. Luego cambió el gobierno, llegaron los que decían tener la solución muy clara, se triplicó el presupuesto en educación y las cosas cada vez están peor.
En la segunda mitad de los noventa los uruguayos comenzamos a percibir que las condiciones de seguridad en nuestra sociedad se estaban deteriorando progresiva y rápidamente. Se aprobaron leyes de seguridad ciudadana, se incrementaron las figuras delictivas y las penas, aumentó exponencialmente el número de presos. Pero las condiciones de seguridad fueron cada vez peores.
Cambiaron los gobiernos, se ratificó la sensación de catástrofe en materia de seguridad, se hicieron acuerdos multipartidarios, igual que en educación, se votaron los recursos solicitados por el nuevo gobierno para enfrentar la situación y las cosas van de mal en peor.
Es hora de preguntarse qué es lo que pasa. ¿Por qué es posible identificar un problema, ver cómo ese problema se agudiza y se agrava, acordar que es imprescindible resolverlo, y sin embargo, no se logra cambiar la situación?
Ni siquiera se ha logrado comenzar a revertir la tendencia. En estos temas la situación empeora cada vez más. Ni siquiera se ha empezado a cambiar, los indicadores nos dicen que en el funcionamiento del Estado, en la educación y en la seguridad las cosas están cada vez peor.
Hay un factor común. La fortaleza de los intereses corporativos que se han consolidado en torno al manejo de estos tres asuntos; en cada uno de estos temas existen organizaciones que se han convertido en defensores de sus propios intereses y no ven, aunque se equivocan, que involucrarse en un proceso de transformación es más beneficioso, incluso para ellos, que defender el statu quo.
En efecto, las corporaciones de los funcionarios del Estado, de los gremios docentes y del instituto policial poseen mucho poder para bloquear los cambios y tienen una interpretación profundamente equivocada sobre la realidad que los lleva a enfrentar cualquier propuesta de transformación.
No se dan cuenta que el bloqueo, el freno, la ausencia de cambios, va deteriorando también, a la larga, la situación de los integrantes de estos grupos organizados.
Solo una decisión férrea y acordada entre todos los actores políticos puede generar un proceso de cambio. Es imprescindible que desde el sistema político se acuerde enfrentar los reflejos corporativos e impulsar con energía una dinámica que permita iniciar un proceso de transformación.
En un momento en que el país está creciendo y se observan mejoras en las condiciones sociales de muchos uruguayos, es urgente asumir con coraje un proceso de transformación en estas tres areas, del que depende en buena medida la consolidación de un cambio en el desarrollo de nuestra sociedad.
Escribe Pablo Mieres
Los bloqueos de los intereses corporativos
Reforma del Estado, educación, seguridad, tres ejemplos de problemas que reiteradamente están presentes en nuestra agenda nacional, que todos los partidos reconocemos como urgencias, que todos los uruguayos evalúan como situaciones negativas, pero que pasan los años y no se resuelven.
27.07.2011 10:15
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