Aprovechemos que todavía quedan cosas del mundial, para hacer una recreo de la política. Los árbitros, los "referí" o como se les llame, son las personas encargadas de dirigir un encuentro deportivo, sobre todo para definir las cosas donde no hay acuerdo...En el fútbol han sido siempre figuras centrales, por acción o por omisión.

Antes los tres se vestían rigurosamente de negro, lo que contribuía a aumentar su sombría presencia en la cancha y aumentaba la cantidad de adjetivos utilizados por los hinchas descontentos. Hace tiempo que la FIFA - el templo supremo del deporte universal y la mayor transnacional del planeta en materia de entretenimiento- los vistió de todos los colores. Los más variados. Tienen un solo límite: que sus camisetas y pantalones no se parezcan en nada a los que utilizarán los 22 jugadores en la cancha. Ni siquiera los goleros.

En este mundial fueron protagonistas de primer nivel. Nos acordamos de los cuadros, de las buenas jugadas y de las enormes burradas que cometieron los árbitros. Desde aquel terrible gol que la terna uruguaya no le reconoció a Inglaterra contra Alemania, jugada sin duda reconocida como el error más grosero del arbitraje de todo el mundial. No todas fueron flores para los uruguayos.

Pero hubo de todos colores y para todos los gustos. Los "líneas" se comieron algunas pastillas absurdas, quizá creyendo que su única o principal función era controlar los "fuera de juego". Todos sabemos que hace años la FIFA y su catecismo estableció que ante la duda se debía continuar la jugada, en muchos casos se pararon cargas ofensivas lícitas y se validaron goles totalmente irregulares. Nos tocaron también a nosotros, pero se produjeron en varios partidos.

La sensación generalizada es que en este mundial los errores de los árbitros fueron muchos y graves, más que en otros campeonatos. ¿Detectar estos errores es el resultado de las más sofisticadas formas de filmar los partidos desde todos los ángulos? Es posible, pero en realidad esas técnicas para filmar y repetir las jugadas en cámara lenta ya tienen sus años. Creo que el nivel del arbitrado en esta copa fue malo por si sólo, sin necesidad de tecnologías y cámaras lentas.

Algunos árbitros de algunas federaciones no estuvieron en absoluto a la altura de su responsabilidad. Y allí comienza la directa responsabilidad de la FIFA. ¿No habría que privilegiar los árbitros de federaciones que tienen campeonatos importantes y muy competitivos y no colocar en partidos de la serie final a un árbitro de Uzbekistán? Con todo el respeto, el fútbol de ese país no es precisamente de los más destacados del mundo. Ni el de Honduras, que tampoco se destaca en Centro América.

¿Qué tiene para perder un árbitro Uzbeko, Ravshan Irmatov, que tuvo a su cargo nada menos que el partido de Uruguay y Holanda por una de las semifinales? Sin duda había llegado al tope absoluto y total de su carrera y el campeonato de fútbol de su país dista muchísimo de ser competitivo y exigente. Y se notó, por la falta de seguridad y por la sucesión de errores cometidos. No se puede decir que en una sola dirección.

Un caso diferente es el de cierto nivel de tolerancia aplicada por todos los árbitros. En ese caso hay que mirar inexorablemente hacia la madre de todo: la FIFA. Hubo patadas de Kung Fu, fouls de todos los colores que merecían una tarjeta de un solo color y que se resolvieron con una reprimenda. Una advertencia reiterada y que resultaba hasta ridícula para los jugadores y para los espectadores que han visto más de un partido en serio. Era expulsión directa.

En la final entre Holanda y España, hubo jugadas merecedoras de condena de penitenciaría. Directamente al pecho. Y si bien el árbitro inglés Webb puso de lo suyo, era notorio que había una línea de tolerancia colocada muy alto, demasiado alto y por debajo de la cual pasaron verdaderos castigos corporales por parte de los holandeses.

El fútbol es un deporte fuerte, incluso se puede decir que rudo, donde en la disputa de una pelota se producen choques severos y al borde de muchas cosas. Pero de allí a aceptar algunas de las jugadas que se vieron en esta copa y castigarlas sólo con una conversación, hay un largo trecho. Conversaciones que además en muchos casos sonaban muy parciales.

Uruguay, que tiene una fama bien ganada de poner la pierna fuerte y que durante mucho tiempo hizo gala de esa fiereza en el juego -que por otro lado nos dio muy pocos y magros resultados- en este mundial fue un ballet. Excepto una tarjeta roja al principio y la mano divina de Suárez, no tuvimos expulsados y algunos de nuestros jugadores fueron el blanco de persecuciones y castigos desde todos los ángulos y todos los frentes.

En eso se nota también la mano del maestro, del "troesma" Tabárez. Esa buena costumbre de cambiar los patadones y los trancazos por el buen juego no es casualidad. Es una visión del fútbol que nos dio un excelente resultado. Los datos están a la vista.

Otra buena costumbre de la actual "Celeste" fue no quejarse de los arbitrajes, no hacer el papel de enanos llorones. Aguantarse y jugar mejor. De las largas parrafadas consoladoras todos nos hemos agotado. Los malos árbitros son parte de las actuales reglas del juego. Todo evoluciona y el referato se ha quedado en la prehistoria.

Tienen una radio para comunicarse entre ellos, dos banderines electrónicos que envían señales al árbitro y en el entretiempo tienen la posibilidad de mirar las jugadas dudosas. Sin embarg, en el año diez del siglo XXI, el primer campeonato mundial jugado en África no pasará a la historia por la calidad de los árbitros, incluyendo los uruguayos.

Se utiliza la tecnología para hacer una pelota que cambia de dirección y engaña a los goleros, arqueros, goalkeepper o al portiere, porque pica en el terreno con voluntad propia, a la que se bautizó con el rimbombante nombre de "Jabulani" desarrollada nada menos que en la Universidad de Loughborough, en el Reino Unido y que en lengua "Zulú" quiere decir "celebrar" ¿Por qué entonces no podríamos celebrar dentro de poco que algunas burradas que cambian el resultado de un partido no se cometerán, porque el cuarto árbitro comunicado "On line" con el árbitro, le señalará las cosas básicas, como por ejemplo que si una pelota -por más mágica y animada que sea- pica ochenta centímetros adentro del arco, es un gol grande como una casa. O que ciertos offside merecen un poco más de atención, en un sentido y en el otro.

Las derrotas siempre dejan un sabor amargo, pero los despojos lo multiplican por mil. Los uruguayos podemos hablar de estos temas y en este momento porque nos fue muy bien, pero el fútbol alcanzó dimensiones tales que hay que esforzarse en todos los planos también en las tecnologías. Y si bien es cierto que el error es parte del juego, está bien que el error y el acierto lo tengan los jugadores, pero darle un papel protagónico al error de los árbitros es cambiar la esencia del juego.

Y aunque la FIFA los vista de colores, lo que ahora tiene que hacer es achicar sensiblemente las negras sombras del error.