En la campaña electoral más larga del planeta Tierra, los uruguayos corremos el peligro de quedar ahogados en las banalidades, las reyertas y perdernos las principales y buenas noticias porque pueden tener un tufillo electoral.
La semana pasada todos los medios de prensa destacaron una noticia que es sin duda la mejor de todas las que corresponden al año 2008. Un logro extraordinario de todo el país, de este gobierno y que debería llenarnos de orgullo nacional y personal. Al finalizar el año 2008 salieron de la pobreza 181.000 uruguayos y de ellos 20.000 salieron de la indigencia, de la miseria. Esas son las cosas que nos deberían conmover, entusiasmar, interpelarnos sobre el presente y el futuro.
Si lo llevamos a porcentajes en el año 2004 la pobreza se situaba en el 31.9% (1.054.000 personas) y la miseria en el 3.9% (129.000 personas) con el agravante que una parte fundamental de esos compatriotas eran niños y jóvenes. Era una enorme derrota nacional, una hipoteca en todos los planos para nuestra sociedad. Cinco años después la pobreza cayó al 20.5% (685.000 personas) y la miseria al 1.5% (50.000 personas). 370 mil uruguayos salieron de la pobreza y de ellos 79.000 salieron de la miseria. Y lo mejor de todo es que no estamos conformes, que necesitamos reducir esos índices a la mitad en los próximos cinco años, por justicia, por sensibilidad y por desarrollo sustentable y serio.
Hay un “pequeño detalle” que ha pasado casi desapercibido. En el año 2003 en plena crisis los pobres en el Uruguay eran el 31.3% (1.034.000 personas) y los indigentes eran el 3 % (99.000 personas) es decir que un año después, en el 2004, el mismo año en que por rebote de la crisis contra el suelo el país creció en su PBI más del 8%, sin embargo la pobreza se incrementó en 30.000 personas y todas ellas en realidad se precipitaron en la miseria, que creció exactamente en 30.000 seres humanos, compatriotas, uruguayos. Esto era gravísimo.
Esa es la diferencia absoluta y total de políticas económicas y sociales que aplicó este gobierno, eso es ser de izquierda y tener políticas de izquierda o ser de derecha y aplicar políticas económicas y sociales de derecha. No es un insulto, un agravio es una visión diferente sobre como manejar el poder, las prioridades y por lo tanto los resultados de un gobierno.
En el último año del gobierno del Dr. Batlle creció la economía y simultáneamente siguió creciendo a niveles desconocidos en la historia nacional la pobreza y sobre todo la miseria. Ese “pequeño detalle” me lleva a otra reflexión.
Voy a darle a las encuestas de opinión pública una relativa credibilidad hasta las próximas elecciones, están sin duda a prueba ante la opinión pública, ante los medios y ante si mismas. En los mismos días que se anuncian estos datos de reducción de la pobreza y la miseria de parte de un instituto respetado y serio que los uruguayos debemos cuidar y proteger como el INE (Instituto Nacional de Estadísticas) aparecieron los resultados de Equipos & Mori: el 19% de los uruguayos entrevistados declaran que lo peor que hizo este gobierno fue el Plan de Emergencia/ plata sin que trabajen.
No será simpático, pero lo voy a decir con todas las letras: esa es una mentalidad de derecha y de profundo sentido conservador y de una gran insensibilidad social.
Una de las mejores cosas que hizo este gobierno fue utilizar una política de choque como el Plan de Emergencia para frenar el desbarranque social hacia la miseria que se estaba produciendo e invertir esa tendencia tan peligrosa y que si se consolidaba sería mucho más difícil y costoso cambiarla. Hizo muy bien, fue de las mejores cosas que hizo para todos los uruguayos. No sólo para los pobres y los indigentes.
Eso fue posible porque se aplicó el Plan de Emergencia, se creó el MIDES se utilizó esa política de choque, se puso el tema como un eje de las responsabilidades del gobierno y se destinaron los recursos necesarios. Se podría haber dado la situación que el país hubiera crecido a partir del 2005, mejor dicho hubiera seguido creciendo y también lo hubiera hecho la miseria, la fractura social, la desintegración social. No había tiempo que perder, y el gobierno lo hizo mejor de lo que todos suponíamos y esperábamos.
Y los frutos están a la vista, el país creció como nunca, incorporó al sector formal y de trabajo a cientos de miles de compatriotas y la miseria se redujo en un 62%. Un resultado espectacular y del que todos nos deberíamos sentir orgullosos.
¿Fue sólo con el Plan de Emergencia? No, esa fue la política de impacto, pero sin el FONASA, sin las nuevas asignaciones familiares y sobre todo sin los 190.000 puestos de trabajo nuevos y genuinos que se crearon nada de eso hubiera sido posible.
Ese 19% de los uruguayos que rechaza el Plan de Emergencia compró el discurso de la derecha uruguaya que durante estos cinco años no hizo otra cosa que atacar las políticas sociales del gobierno y que acuñó esa frase tan humana y progresista de que “tienen que agachar el lomo”. Pues se da el caso de que 190.000 uruguayos más, agachan el lomo gracias a este gobierno y producen, generan riqueza, consumen y son parte del crecimiento y de la sostenibilidad del proyecto nacional.
Un nuevo dato nos debe alegrar, se comienza a sentir la redistribución de la riqueza, no sólo a través del gasto público, las inversiones en educación, en salud, en seguridad, sino en forma más directa. En el año 2007 el 10% más rico de la población recibía 18.6 veces más recursos que el 10% más pobre. Un año después esto se ha reducido a 16 veces. Esto es una distribución más equilibrada y aunque tengamos que seguir trabajando duro y firme en esta dirección, por justicia y porque es uno de los pilares del proyecto nacional. Una sociedad más rica, con más producción y bienestar, pero mucho más justa en las oportunidades y la distribución.
Hay una imagen que cada mañana me viene a la memoria cada mañana cuando miro la prensa, escuchó la radio, creo que es la mayor y mejor expresión de la diferencia con el pasado. Hay buenas y malas noticias, como sucedió y sucederá siempre, pero ahora todos tenemos ciertas certezas, ciertas tranquilidades: los titulares no son sobre ajustes fiscales, crisis internacionales que explicaban siempre las desgracias locales, nuevos impuestos liberados a las mentes más imaginativas, bancos que se vendían por un peso a gente sin antecedentes, o mejor dicho con terribles antecedentes.
Los uruguayos nos acostumbramos a levantarnos de mañana y asumir que tenemos un rumbo y si hay sorpresas son de nuevas iniciativas, proyectos, planes. No con todas tenemos que comulgar, esto no es una iglesia. Ni con el Plan Ceibal, ni con el hospital de ojos, ni con las prohibiciones de fumar, ni con las reformas educativas, de la salud, impositiva, de las plazas de deportes, de la ley de competencia, con la culminación de las obras del edificio de la Plaza Independencia y del SODRE, el traslado de los restos de Artigas, o la creación de ALUR, la venta y modernización de PLUNA, la instalación de molinos de viento para generar energía o los indicadores sociales y económicos. Y otras cientos de cosas más. Los hay a favor y en contra, pero lo que tenemos hoy son seguridades, tranquilidades. Los que quieran volver a las sorpresas y a la economía para un lado y la sociedad para el otro, en octubre ya saben a quién votar.
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