“Nunca digas nunca” es una de las frases más repetidas del cine en todo un siglo y en todos los idiomas. Me voy a arriesgar.
Voy a votar nuevamente a la candidata del Frente Amplio Ana Olivera como intendenta de Montevideo. No lo voy hacer con entusiasmo ni despreocupadamente. Lo he pensado muy bien y estuve lleno de dudas. Por primera vez en toda mi larga vida política pensé seriamente en votar en blanco.
No por la candidata, ni por la forma de elección – esos son problemas internos de la fuerza política – sino por mi condición de vecino de Montevideo, que es en definitiva lo básico, lo fundamental para decidir mi voto. Y sobre todo porque me siento profundamente progresista.
En este caso voy a anteponer ciertas cosas. Voy a hacer un gran esfuerzo de memoria y recordar como era Montevideo hace 20 años. Un desastre al cubo, una ciudad a la deriva que nosotros recuperamos. Material y emocionalmente.
Voy a razonar políticamente y comprender que es muy difícil construir un país progresista, de cambios, de crecimiento y redistribución de la riqueza al nivel de lo que se propone el nuevo gobierno de izquierda con una capital gobernada por un intendente opositor. No voy a crearle problemas complementarios a este gobierno. Es imposible un gran y revolucionario plan de vivienda y de redistribución social integradora a través de la vivienda y sus servicios sin la participación de las intendencias y en particular de la IMM, donde reside el núcleo duro y central del problema.
Voy a ser nostálgico de mi historia y la de muchos miles de frenteamplistas que transformamos a Montevideo en la capital del cambio progresista y ganamos el primer gobierno de izquierda a pulmón, a tracción a sangre sudor y lágrimas, cuando se había dividido el Frente Amplio, habíamos perdido la derogación de la ley de impunidad y además se nos había caído el muro de Berlín encima y con él una parte de nuestra cultura y nuestra historia.
Voy a hacer un gesto de fe y a participar de un ensayo apresurado, mal hecho, sin explicación ni precisión, pero que va en una dirección correcta hacia la descentralización y voy a hacer de tripas corazón, voy a votar a las alcaldías y a tratar de explicar y razonar con mis amigos, vecinos, parientes que se niegan a hacerlo. Y luego voy a ser muy, pero muy crítico. No quiero más burocracia y más explicaciones descentralizadas y partidizadas de los fracasos y las ineficiencias. Estaré los cinco años al pié de esta máquina opinando, observando, criticando y exigiendo.
Voy a mirar hacia el costado y no encuentro ninguna propuesta mejor, seria, elaborada en profundidad, que exprese una preocupación sólida y bien fundada sobre las fallas y retrasos en los servicios y en la estrategia de desarrollo de la ciudad de parte de los otros candidatos. Así que mi decisión se ve facilitada. Es como una especie de resignación asistida.
Voy también a rechazar de la manera más enfática y enérgica la teoría política de la “heladera”. No la acepto, la considero un insulto a los ciudadanos y a la democracia. No votaré nunca una heladera, aunque sea “mi” heladera. Por respeto a los ciudadanos y a mi mismo.
Voy a votar por razones ideológicas, y las hago explícitas. No he llegado a ese límite que alcanzaron poblaciones enteras en otras latitudes en las que se borran todas las fronteras y todo es del mismo olor pardo grisáceo. Y todo es casi igual. No me voy a lavar las manos porque el proyecto nacional de este gobierno no puede prescindir de Montevideo, y por eso nos voy a abstenerme. Pero tengo una ganas enormes.
No voy a votar al lema porque favorezco a quienes considero los principales responsables internos de los retrasos y errores. Me voy a jugar nuevamente.
Y por último voy a votar porque me quedan resabios nostálgicos y también los admito, y se lo que sufrirían mis héroes queridos, las sombras luminosas que me acompañan desde su ausencia, desde su épica de vida, de lucha y de muerte, desde sus aventuras revolucionarias y no se que harían ellos, pero se comprometerían, lucharían, no se resignarían a entregar las trincheras, las posiciones. Por eso voto. Por última vez en estas condiciones.
Si la próxima administración de izquierda termina su mandato o durante varios años mantiene la ciudad hecha una mugre inexplicable, con cientos de micro basureros alrededor de los contenedores y explicando y teorizando sobre el ciclo perverso de la basura: la sociedad es cada día más rica, la basura es cada vez más comercial y por lo tanto tenemos y justificamos a miles de familias viviendo de la basura, en una vergüenza nacional y especifica para la izquierda, no los voto más.
Si los carritos y los niños juntando basura no recorren en ejércitos interminables las ciudades más pobres de América Latina, o no molestan a los turistas en Punta del Este por opuestas razones, ¿Por qué los montevideanos tenemos que resignarnos a esta vergüenza y a la ineptitud constante de los responsables de recoger con eficiencia la basura y a tener limpia la ciudad? Recorran, montevideanos recorran.
Lo único rescatable es que es una mugre democrática está en todos lados, no distingue zonas ricas, pobres, medias, el centro o la periferia. Y nadie se hace responsable, nadie es removido, nadie es sacado de un ala por inútil.
Si para encontrar una dirección en todo Montevideo y en especial en los barrios tengo que recurrir a consultas con todos los vecinos o a un GPS porque no hay un cartel o mejor dicho una serie organizada y moderna de carteles indicadores de las calles de la muy fiel y reconquistadora.
Si durante semanas y semanas siguen los pinitos amarillos estacionados en medio de las avenidas y calles señalando con sus destellos reparaciones, pozos, o ineptitudes y burocracia.
Si las obras importantes en los últimos cinco o en diez años se cuentan con los dedos de una mano, si el tráfico en algunas zonas de Montevideo día a día es un tormento mayor y no hay planes a la vista.
Si no hay una visión audaz, moderna y audaz para el futuro y la IMM es una máquina de parar todo y de negar todo. Si se convoca a interesados a presentar mega proyectos faraónicos o del tamaño que sea para construir polos de desarrollo de una ciudad que se desarrolla clueca, y ni siquiera se les contesta y lo único que funciona son iniciativas puntuales y muy específicas, que todos apreciamos, pero que son insuficientes y selectivas.
Si sigo pasando por el Parque Rodó y veo que el Gusano Loco es el mismo, exactamente el mismo al que yo me subí cuando llegué a Montevideo y tenía 8 años, es decir hace, 54 años y está situado en un lugar privilegiado y maravilloso de la ciudad, sobre la costa.
Si por para implementar la modernización del sistema de transporte, el boleto electrónico en trescientas etapas de una carrera con obstáculos se requieren 5 años, y debemos soportar mil quinientas declaraciones de funcionarios abúlicos explicado los fracasos.
Si seguimos teniendo la exorbitante proporción de funcionarios por habitante que tiene Montevideo y seguimos dubitativos y enclenques en determinar que la prioridad absoluta no es ADEOM, sus líos internos, sus reclamos desorbitados, que la prioridad son los vecinos, la gente y su calidad de vida.
Si las descentralización en lugar de ser un mecanismo para acercar el estado, la IMM, los problemas y sobre todo las soluciones de la gente a los administradores, a los gobernantes en forma más directa y eficiente y son un elemento de confusión en las responsabilidades. Si eso sucede me comprometo a mi mismo a criticar con todo el rigor y a construir alternativas, porque así no voto nunca más.
Y no me alcanzarán las sentidas y expresivas cartas que le reconocen a nuestros elegidos sus virtudes humanas, su esfuerzo y el hecho que los elegimos nosotros, fuimos nosotros que los sacamos de la tranquilidad de sus profesiones para precipitarlos en el caldero de estos grandes problemas,. En el momento que aceptan ser candidatos, y luego gobernantes esos argumentos son ridículos. Se aceptan las glorias, las distinciones, las luminarias, pero sobre todo se deben aceptar las responsabilidades.
Ana es una trabajadora reconocida y conocedora. Tenemos muchas esperanzas e igual cantidad de impaciencias y de broncas con lo que sucede actualmente.
La voto por última vez. Como montevideano y como frenteamplista.
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