Si se calcula el gasto por elector potencial, es decir por votante habilitado, nuestro país debe ser de los más caros del mundo.
Partamos de la base que aquí todo se paga. Y lo más importante y caro: se pagan los minutos de televisión en los tres canales privados que utilizan frecuencias radioeléctricas públicas recién renovadas y a precios oculares (un ojo de la cara), en todos los canales del interior a costos muy inferiores y en algún canal codificado. Mientras en muchos otros países (Brasil, Argentina, Chile, etc.) hay espacios gratuitos para las campañas políticas, en Uruguay hay que pagar religiosamente. Al menos así figura en la teoría...
En estas elecciones internas en las que votaron 989 mil personas de un total de habilitados de más de 2.600.000 ciudadanos, solo en televisión a nivel nacional se deben haber invertido teóricamente -en los tres canales privados de Montevideo, en VTV, en los canales del interior- una suma no inferior a los cinco millones de dólares. Y por ley nadie tiene que rendir cuentas del origen de los fondos.
La distribución del gasto de televisión y radioeléctrico fue:
Primero, por lejos: Luis Alberto Lacalle Pou
Segundo: Jorge Larrañaga
(Sumado el Partido Nacional supera ampliamente el 65% del gasto total)
Tercero: Pedro Bordaberry
Cuarto: el conjunto del Frente Amplio
Quinto: José Amorín Batlle
Sexto: el Partido Independiente
Estamos trabajando para conseguir los minutos utilizados por cada partido.
Si se distribuye el gasto por cada uno de los votos obtenidos, el Partido Independiente es el que gastó más, por lejos, pues obtuvo solo 3.895 votos.
El que invirtió menos por sus 297.856 votos fue sin duda el Frente Amplio. Un consuelito.
Reitero, ningún ciudadano de este país sabrá nunca el origen de los fondos, si todos los candidatos pagaron el mismo precio o pagaron algo por los minutos de televisión y en qué canal. Misterios de la política uruguaya. Y todo dentro de la ley, porque en las internas nadie tiene que rendir cuentas.
Pero el que crea que con el gasto televisivo se termina el derroche está muy equivocado: el otro gran rubro es el funcionamiento del aparato en su conjunto. Militantes rentados, distribuidores de listas, acompañadores de giras, vehículos, locales y toda la artillería para darle visibilidad al aparato, listas a raudales, banderas, cartones, globos, pasacalles, y el elegante merchandising de todo tipo. En esta campaña fue gran protagonista en casi todos los partidos. Y cuesta mucha, mucha plata.
A ese nivel o mayor todavía es el gasto en vía pública, avenidas y carreteras. Grandes circuitos de cartelones en las principales avenidas, ciudades y rutas nacionales y miles de plásticos colgados de las columnas para la eternidad. Millones de dólares invertidos. El orden del gasto es muy similar que en la TV, con más distancia todavía para el Partido Nacional. Comprensible, porque tenían la interna más competitiva, lo que no sirve para explicarle a los cobradores a la hora de pagar. Hay que pagar y listo.
En estas elecciones se agregó otro gasto: la inversión en acuerdos electorales, es decir, asegurarle a las listas departamentales o algunas de Montevideo una tajada de financiación. Nadie lo reconocerá pero los casos fueron bastante conocidos. El mismo sistema, nadie debe informar de nada.
Se puede estimar que si todos los partidos hubieran pagado todo el tiempo utilizado en los medios radioeléctricos (radio y televisión) y los demás rubros, en esta campaña se habrían gastado no menos de 10 millones de dólares, algo así como 10 dólares por cada voto emitido.
En síntesis, y a la espera de más datos precisos y concretos que iremos proporcionando, lo cierto es que hubo votos muy pero muy caros y que si se proyecta ese gasto a los más de 2.200.000 votos que se emitirán el 26 de octubre de este año, y aún descontando el aporte que hará el Estado a los partidos, asistiremos a otro enorme festival de la campaña electoral más cara del mundo.
En la izquierda muchas veces nos quejamos, otras nos justificamos y últimamente nos arreglamos para salir bien parados, e incluso los que levantaron como una impoluta bandera que ellos nunca gastarían un peso en publicidad, llegado el momento se depositaron en sabias y caras manos profesionales. Esta reflexión-información sobre los gastos, estos que recién comienzan, es solo para compartir con los lectores, no pueden servir como coartada. Siempre queda el ingenio, la sensibilidad, la audacia.
Lo cierto es que si hay algo seguro en el balance del 1 de junio es que entre los partidos y dentro de ellos lo que ganó por lejos fue la plata. Después vienen los otros méritos.
Lo que aporta el Estado:
La contribución del Estado es de $36,478 (treinta y seis pesos 478/1000) por cada voto, es decir que la
Corte Electoral pagará en total 31.2000.000 de pesos (U$S 1.380.000) a todos los partidos:
Partido Nacional: $14,9 millones (US$ 659.000)
Frente Amplio: $10,8 millones (US$ 470.000).
Partido Colorado: $5 millones (US$ 218.000).
Asamblea Popular: $170.023 (US$ 7.000)
Partido Independiente: $142.081 (US$ 6.200)
Nueve dólares que pagan directamente los partidos y algo más de un dólar que aporta la Corte Electoral.
La plata y las elecciones
La plata y las elecciones
Dinero y elecciones son dos conceptos inseparables, el problema es cuán inseparables son y cómo están entrelazados. Hacer campañas electorales cuesta mucha plata y en Uruguay mucho más.
17.06.2014
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