Durante el primer trimestre de este año el PBI de la Europa de los 27, es decir la Unión Europea se pegó una zambullida del 2.5%, la mayor de toda su historia y bastante mayor que la cuna de la crisis mundial: los Estados Unidos. El domingo hubo elecciones para el parlamento europeo y el dato político más claro y definido es el avance de la derecha y en algunos casos de la extrema derecha que afianza su mayoría. ¡Qué paradoja!
Crece la desocupación en todos lados, en algunos países en forma desconocida, se reducen las prestaciones sociales y en los países donde gobierna la izquierda o el centro izquierda (Portugal, España, Inglaterra, Austria) estos gobiernos son penalizados por la crisis y pierden posiciones, en los países donde gobierna la derecha son favorecidos por la crisis y en Francia, Italia, Alemania igual avanza la derecha. ¿Qué está pasando?
Sólo el 43.39% de los ciudadanos decidieron votar, lo que es también un record de abstencionismo. El 56% decidió votar con los pies en unas elecciones calificadas por muchos como aburridas y sin mayor trascendencia. Aunque los partidos, los gobiernos y las estructuras corporativas del poder tienen muy en cuenta estos resultados. En el 2004 habían votado el 45.47% de los ciudadanos. Un nuevo resbalón hacia la desidia.
Los partidos de izquierda socialista y socialdemócrata es notorio que no resultaron creíbles y no merecieron el apoyo de los ciudadanos frente a la profunda recesión que vive Europa. El Partido Popular Europeo (PPE) volverá a ser la primera fuerza del Parlamento Europeo con una representación de entre 263 y 273 diputados, frente a los 155 a 165 diputados del Partido de los Socialistas Europeos (PSE). Los liberales serán la tercera fuerza (de 78 a 84 eurodiputados), menos que en el Parlamento anterior y los verdes son la fuerza que emerge con más impulso, al obtener entre 52 y 56 escaños, frente a los 43 que tenía.
La derrota socialista ha sido muy significativa en el Reino Unido y Francia, pero también en Dinamarca, Holanda y Hungría. La extrema derecha logró una mayor representación en la Eurocámara, con avances significativos en Finlandia, Austria, Hungría, Eslovaquia y Holanda.
El presidente del grupo socialista en el Parlamento Europeo, Martin Schulz, admitió abiertamente la derrota. "Es ciertamente una noche triste y amarga para la socialdemocracia". Pero añadió: "Vamos a intentar frenar las fuerzas incontroladas del mercado, aunque lo haremos desde una base menos sólida que antes".
En Italia Berlusconi no arrasó como se preveía y se puede afirmar que su triunfo se debe a la fragmentación y la falta absoluta de liderazgo en la izquierda. El Partido Democrático es el gran penalizado con apenas el 26% de los votos.
Parece increíble que los ideólogos de las políticas económicas que llevaron al mundo a la crisis actual, que elevaron el mercado al nivel del Olimpo superior y absoluto de la civilización, con los menores frenos y regulaciones, los que le han hecho pagar a los ciudadanos el desmoronamiento de los grandes grupos financieros con recursos de los Estados y con desocupación y empobrecimiento sean premiados electoralmente de esta manera.
Una vez más se demuestra que las crisis no tienen consecuencias políticas mecánicas la política sigue siendo mucho más compleja y llena de tensiones y contradicciones. Es que la crisis política, de propuestas, de credibilidad, de proyectos, de impulsos ideales y culturales del todo el arco de la izquierda europea es mucho mayor que la crisis financiera y económica mundial.
Es un proceso que comenzó hace varios años. Hay islas en las que se resiste, pero la tendencia general está expresada en estas elecciones y no sólo por los resultados clara y terminantemente contrarios a la izquierda en todas sus manifestaciones, sino en el abstencionismo. Hay también una crisis de entusiasmos, de confianza y de expectativas hacia la política que golpea fundamentalmente a la izquierda.
No se puede entender el proceso sin considerar ambos elementos. Apatía, aburrimiento ciudadano y por lo tanto debilitamiento democrático e institucional y crisis de liderazgos y de ideas en los diversos partidos de la izquierda. Sólo se salvan los verdes que tienen una matriz progresista. Incluso este elemento es un factor más de la crisis, la defensa y protección del medio ambiente concita la atención y la preocupación creciente en esas sociedades, frente a la ausencia de propuestas integrales de desarrollo que incluyan esos temas como prioridades. A falta de respuestas completas del progresismo una parte se refugia en aspectos concretos y críticos, como el medio ambiente.
No se trata solamente de uno de los tantos vaivenes electorales que se dan en un país, es algo más profundo. Si la izquierda a nivel europeo no realiza en conjunto y en cada país un análisis crítico de su repliegue cultural e ideal, de su falta de empuje porque se ha transformado lentamente en parte menor y prescindente del propio sistema, el invierno será muy largo.
Frente a la desocupación, a la crisis en todo el mundo del trabajo y sus modelos europeos, al debate y las tensiones en el Estado del bienestar, ante un inocultable empobrecimiento de amplios sectores de las sociedades europeas, una reducción de sus niveles de vida, la izquierda no ha sabido ofrecer alternativas, porque se auto impone límites insuperables. Porque demuestra una falta de audacia, de creatividad y un apego a los miedos que la propia derecha y el conservadurismo han logrado sembrar en todo el continente. La primera batalla que ganó la izquierda en Europa fue la batalla cultural, se debate, se lucha en el terreno que la derecha impuso y dentro de sus límites.
Que paradoja en los Estados Unidos frente a la crisis, financiera, económica pero de proyectos, del sueño americano optan por Barack Obama, que sin duda es una ruptura con los "neocon" de Bush, en América Latina se suceden las victorias de fuerzas políticas de izquierda y en Europa el viento sopla en la dirección completamente la opuesta.
La situación es totalmente diferente, pero sería bueno que aquí en Uruguay asumamos que con un muy buen gobierno de izquierda no se ganan las elecciones, hacen falta ideas, coherencia y credibilidad ante la sociedad.
El filósofo romano Lucio Anneo Séneca dijo que "Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que sólo le falta abrir la boca para caer en ella." Eso es también es válido para las fuerzas políticas que se han apeado tanto de las pasiones que fueron parte esencial de su historia que se caen dentro de sus bocas aburridas y mustias.