Insisto en un concepto: la prueba principal para una fuerza política que está en el poder son los resultados. Sobre esos cimientos se construyen otras realidades, más cambios, mejores condiciones de vida e indicadores sociales más justos.
En el gobierno nacional o municipal, con palabras a lo sumo se adorna algo, pero lo que se necesitan son resultados. Y punto. Incluso los proyectos de futuro, los grandes sueños sociales e históricos naufragan en las procelosas aguas de los resultados, concretos, tangibles y serios.
El gobierno se apuntó un poroto muy grande con el acuerdo por la ley de patentes que termina con décadas de conflictos y tensiones entre las intendencias municipales. En un país serio y sólido institucionalmente una de las grietas era esa ridícula “guerrita” por las patentes de los rodados.
Es un éxito de la Presidencia de la República y sus colaboradores el haber alcanzado ese resultado y es una demostración del espíritu nacional de todos los intendentes municipales, de todos los partidos que miraron más lejos que sus chacras y buscaron y consiguieron el acuerdo. Festejemos uruguayos, festejemos.
Además del resultado material, concreto, está la señal que nos transmitimos entre nosotros y hacia el exterior, de un país serio, respetuoso de las autonomías y capaz de superar divisiones menores y sin sentido.
Es una demostración que cuando en el Estado se trabaja con sentido de nación, del interés general y de los objetivos que le importan a la sociedad, se logran respuestas y eficiencias necesarias.
En el otro extremo de los resultados, o mejor dicho de la falta de resultados, está el Censo Nacional que se inició en el mes de setiembre, que debía durar 30 días y que lleva censado a poco más del 30% de la población y cuyos organizadores, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), pidió prorrogar por otros 30 días más.
No es el primer censo, muchos recordamos cuando en un fin de semana se realizaban todas las entrevistas domiciliarias movilizando un ejército de encuestadores armados de lápices y planillas. Ahora las nuevas tecnologías les dieron a los visitadores un aparatito azul, pequeño y práctico con el que en diez minutos completan el registro de todas las respuestas. Yo ya los recibí y funcionó perfecto. ¿Y entonces? ¿Qué fracasó?
¿Por qué se necesitan 60 días para hacer lo que antes se hacía en un fin de semana y sin computadoras portátiles? ¿Se planificó mal? ¿Se ejecutó mal?
Además de la señal de ineficiencia que se transmite, se refuerza esa idea de que el tiempo corre para todos menos para el Estado, que tiene todo el tiempo del mundo y sus responsables están por encima de todo, del bien, del mal, de 30 días transformados en 60 días. De todo.
Hicieron una campaña publicitaria muy amplia, por todos los medios, se les dieron los recursos financieros y técnicos requeridos ¿nadie nos dará una explicación en serio por esta postergación, por este fracaso?
Porque es un fracaso. Un país de primera no puede demorar 60 días en hacer un censo de 3.400.000 de personas. No en el Uruguay. Y el INE es una entidad prestigiosa, reconocida y respetada y cuyos datos son fundamentales para el funcionamiento del país. Esperamos una respuesta.
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