Nadie ganó unas elecciones si la mayoría del electorado no le tiene confianza a su capacidad de conducción del país. Aunque sea simpático, entrador, inteligente y capaz. Si no es confiable no hay solución. En algún momento de la campaña sus adversarios o su propio discurso impactarán en la opinión pública y afectarán sus posibilidades.
Esto es particularmente cierto en un país como el Uruguay donde para ganar las elecciones en primera vuelta hay que tener la mitad más uno de los votos emitidos y si hay balotaje la mitad más uno de los votantes de la segunda vuelta. Sin confianza no hay victoria.
Si lo queremos analizar desde otro ángulo, ese reclamo implícito de confianza de parte de la gente tiene que ver con el hecho de que si su presidente no inspira confianza en la sociedad, en los actores económicos, en sus contactos internacionales, los que pagan el pato son todos los habitantes y en particular los más débiles y expuestos.
La confianza es hoy un tema en el debate electoral de la izquierda. ¿Quién fue el malvado que lo puso sobre la mesa? ¿Los periodistas impertinentes? No, fue el compañero Mujica que en un reportaje en Brecha se refirió en extenso sobre este tema. Y lo hizo con claridad y con transparencia. Dijo exactamente lo que pensaba. Y eso es muy necesario e importante para que el pueblo frenteamplista decida.
"En Economía haré una maniobra de entrada lo más a la derecha que pueda, tipo Lula cuando llegó. Se trata de no asustar a los buenos burgueses que están por ahí, esas señales son clave, si no, corres el riesgo de desestabilizar todo de entrada.
P.¿Ofrecérselo a alguien proveniente del astorismo sería una entrada a la derecha?
No sé si a la derecha, pero al menos dejaría a la gente tranquila.
Afirmaciones como estas sin duda debían desatar la polémica. Pero el jueves de noche en un reportaje en canal 5 y que aparece en El Observador, Mujica afirma y por lo tanto reafirma que si la crisis golpeara con fuerza al Uruguay el le pediría plata al Fondo Monetario Internacional.
Creo que no hay entrada a la economía más por la derecha que volver a la dependencia del FMI y no hay nada más ajeno a la política económica y social de este gobierno que esa medida. Es una visión coherente y profundamente equivocada. Y discutir de este tema nos es ventilar los trapitos internos al sol, es hablar de cosas que tendrán directa influencia sobre la vida de la inmensa mayoría de los uruguayos.
Los trapitos se lavan en casa cuando atañen a temas internos, pero cuando tienen que ver con el destino del país, sería un grave error y una afrenta a los ciudadanos.
Cualquier duda sobre esta posición se dispersa cuando en el programa de Sonia Breccia el viernes en Canal 5 que compartimos con Constanza Moreira, una intelectual muy importante en la candidatura del compañero Mujica explicó con lujo de detalles las razones de esta definición y sobre todo su referencia a Brasil como el modelo de esta relación con el FMI. Mujica en varias oportunidades explicitó que su modelo es Lula.
Los dos gobiernos de Lula son los mejores que ha tenido ese país desde que tengo memoria, incluso mejor que el de Joao Goulart, pero no considero que deba ser nuestro modelo en absoluto. Partimos de realidades completamente diferentes, en todo sentido, pero lo que es más importante es que los resultados del gobierno de la izquierda uruguaya son superiores en todos los rubros a los obtenidos por una potencia como Brasil. En crecimiento, en integración social, en reformas estructurales, en inversión social. Además, creo que ni Brasil, ni Chile, ni Nueva Zelanda, ni Dinamarca, son ni deben ser nuestro modelo. El gran objetivo de la izquierda es seguir construyendo un proyecto nacional.
¿Es una exageración decir que estas decisiones afectan o afectarán a todos los uruguayos? Este gobierno presentó como uno de sus principales logros el haber terminado con 50 años de dependencia del FMI. No fue por una consigna, ni por un reflejo del viejo pensamiento de izquierda, es porque pedir plata prestada al FMI implica aceptar su tutela, sus recomendaciones, sus cartas de intención. Y fueron esos los instrumentos utilizados por los anteriores gobiernos para aplicar sus políticas económicas y sociales de derecha y fracasadas.
Y si hay un punto sobre la tierra donde las políticas económicas y sociales son inseparables, ese es el FMI. Sus recomendaciones-imposiciones fueron siempre bajar el gasto público, abatir el déficit fiscal y liberalizar todo lo posible. Entre otras cosas porque según ellos esa es la seguridad para cobrarse las deudas y por lo tanto estaba en todas sus imposiciones. La vida demostró que eran profundamente equivocadas.
¿Dónde estuvo el FMI y sus sacerdotes durante la gestación de la enorme tormenta financiera que azota al mundo? ¿Qué hicieron? Fueron el mayor monumento a la boca abierta sobre el planeta. Pero desgraciadamente todavía respiran.
No hay nada más alejado concreta y simbólicamente de una política económica y social de izquierda que volver al FMI. Por ello el primero que lo planteó fue Lacalle y por ello Astori le contestó con mucha dureza. ¿Hay una forma de volver al FMI desde la izquierda? No, en absoluto.
Además el Uruguay no lo necesita ahora, ni lo necesitará en el futuro y solo si no se tiene confianza en lo que hemos hecho y en como lo hemos hecho se puede plantear esa alternativa. "No hay que decir, de esta agua no he de beber" agrega Mujica. Eso política y filosóficamente - ya que se ha puesto de moda - no es cierto, al contrario. Lo que define la derecha de la izquierda es precisamente las cosas que una y otra no harán, del agua que no beberán.
Si esa afirmación del compañero Mujica busca reforzar la confianza en los "buenos burgueses que están por ahí", dudo profundamente que lo logre por este camino, pero lo que si despierta es una gran preocupación e intranquilidad en los buenos izquierdistas que andamos por aquí. Y no por la pureza de las consignas del pasado, sino por las duras realidades del presente, por la terrible experiencia de varias décadas de dependencia.
Además para hacer cosas tan parecidas a la derecha ¿por qué recurrir a la izquierda? Ellos lo saben entrarle mejor a la política económica por la derecha que nosotros.
Hay un aspecto conceptual de fondo, que tiene que ver con nuestra propia identidad: no podemos aceptar esa paternidad que la derecha se atribuye en el correcto manejo de la economía, como si fuera un mérito único e intransferible de los popes de la derecha económica y de sus técnicos.
El manejo de la economía desde una supuesta tecnología neutra es una falsedad absoluta pero hay que admitir que es una victoria ideológica de la derecha sobre las ideas alternativas, de cambio, en definitiva sobre el pensamiento de izquierda. Aceptar eso no es "correcto" ni para gobernar, ni para dar la batalla ideal y cultural con la derecha, ni para ser fieles al pensamiento crítico de la izquierda. Es un atajo para terminar en sus brazos.
Si el que hubiera hecho esas afirmaciones hubiera sido el compañero Danilo, algunos celosos defensores de la pureza de la izquierda lo hubieran quemado en la plaza pública. Y ya sabemos que alto es el precio de los que anteponen la "causa" a cualquier cosa y para justificar todo. Yo como vengo de esa cultura estoy bastante vacunado.
Como dice Astori para dar confianza hay que tenerla.