La semana pasada escribí sobre este mismo tema. Es que mirado desde Europa y en particular desde Italia es una expresión de muchas cosas, de muchas definiciones y defecciones. Una lectora me recriminó que no había aclarado suficientemente cuáles eran los intereses en juego, en particular los de los Estados Unidos y los de Europa. Tenía razón.
Mi artículo fue una reacción frente a tanta hipocresía, tanta superficialidad diplomática pero sobre todo histórica de una parte y tanta fría premeditación de la otra.
Estados Unidos es hoy el árbitro de todas las cuestiones europeas, es su patio trasero, hace y deshace a su gusto, hasta el punto de haber decidido cada uno de los pasos de este ballet siniestro en los Balcanes. Su prioridad: ocupar ese espacio, debilitar a Rusia con la que a pesar del fin de la guerra fría, mantiene todos los tics y las disputas, y naturalmente con China y con otros países que emergen en el mundo. Si antes el presidente de Francia Chirac era una voz critica, hoy los principales países de la Unión Europea son un coro, pagan, mandan las misiones policiales y civiles a Kosovo y dejan que los Estados Unidos impongan sus objetivos.
La independencia de Kosovo, su constitución es un documento dictado desde afuera, no se la prestado mucha atención pero una lectura atenta maestra que cada uno de sus pasajes fueron dictados y prolijamente copiados por las autoridades kosovares para satisfacer las necesidades político diplomáticas europeas.
De hecho el poder en Pristina, además de la KFOR —el contingente de las Naciones Unidas situado en Kosovo— está cada día más en las manos de la misión civil enviada por la UE, que incluye policías, jueces, aduaneros etc. Objetivo: organizar los servicios correspondientes al nuevo estadito apéndice de la OTAN en los Balcanes. Son ellos que harán cumplir las normas que dictaron.
Para ello no les importó en absoluto violar en forma flagrante la resolución 1244 de las Naciones Unidas, que ellos negociaron y promovieron y que aseguraba que las fronteras de Serbia debían permanecer inalteradas. No solo se le amputó una parte de su territorio, se dejo atrapados en una nueva trampa étnica a la parte Serbia de la población de Kosovo, sino que además se aplastó la historia. Es en Kosovo que están los lugares donde nació Serbia, donde se libraron los combates principales contra el dominio turco. Es no solo una violación de las normas de la ONU a menos de una década de su aprobación, lo que debilita totalmente su credibilidad en el futuro, es además una violación de la historia.
Además de un eslabón mas de la cadena que esta atomizando Europa y pretende ampliarse a otros países. ¿Por que no utilizar el mismo criterio para las zonas en disputa y que reclaman independencia en el Cáucaso, en el país Vasco, en Cataluña, y apunta mas lejos a Cachemira, al Tíbet y a una lista interminable de regiones con contenciosos dentro de sus países? No debe extrañar que Rusia, China, India, España se hayan manifestado en contra y no reconozcan el mínimo estado kosovar. Para no hablar de la república del norte de Chipre surgida de la invasión turca que partió la pequeña isla en dos mitades irreconciliables, una griega y ortodoxa y la otra turca y musulmana.
A ello se agrega otro elemento: la historia maestra que la formación de estados sobre una base religiosa, confesional, no olvidemos que los kosovares son musulmanes y este es otro de los factores de tensión con los serbios prevalentemente ortodoxos, han sido factores de desestabilización y tensiones permanentes. Y hacia allí nos dirigimos.
Los bombardeos masivos de la NATO en 1999 culminaron con la derrota de Belgrado, primer paso hacia la caída inmediatamente posterior del gobierno de Milosevic un nacionalista fanático y prepotente. Ahora, 9 años después descubrimos que en realidad la peor derrota, la que anunciaba Belgrado se ha confirmado. Todo terminó en la amputación de una parte importante de su territorio y de su historia. Es así que se han abierto nuevamente los demonios del nacionalismo serbio mas duro. Las últimas manifestaciones en Belgrado además de movilizar a cientos de miles de personas, pusieron en movimiento a los sectores más duros. La independencia de Kosovo en lugar de consolidar un cuadro democrático en Serbia, lo debilita, lo corrompe.
Pero los demonios del nacionalismo duro no se han desatado solo en Serbia sino en toda Europa, hasta la Lega Nord, un grupo de extrema derecha italiano que reclama la independencia de la Padania, es decir la parte norte y rica de Italia, a levantado nuevamente su voz y así en muchas otras regiones, incluyendo los Balcanes, donde por ejemplo Herzegovina reclama la independencia de Bosnia.
Pero todavía peor es el espectáculo de una parte de la izquierda italiana, la mayoría, el Partido Democrático y sus lideres, en particular Prodi y su ministro de relaciones exteriores D’Alema con cara de ángeles proclaman el reconocimiento de Kosovo y su amistad inalterada por Serbia. Son esas miserias políticas y diplomáticas que indignan. “Nosotros somos y seguiremos siendo amigos de los serbios” dijo Prodi. Le falto decir que ello no le impide ser siervos nuevamente de los Estados Unidos y de la OTAN. No tienen ni pueden mostrar un mínimo de personalidad, de independencia, de carácter. La máxima justificación del ministro de Relaciones Exteriores de Italia, apoyado naturalmente por toda la derecha es que ya lo hicieron otros países europeos, como Francia, Alemania e Inglaterra. Pobre y parcial.
Un gobierno de centro izquierda, en decadencia, renunciante y en marcha hacia las elecciones no tuvo ni siquiera la mínima tentación de ofrecerse como un interlocutor creíble, digno, independiente entre realidades y políticas llenas de tensión y de peligros, a un salto de su propio territorio, del otro lado del Adriático.
Es que en el mundo actual las lecciones de los peores desastres políticos, diplomáticos y militares no sirven de mucho, allí están empantanados juntos a los Estados Unidos en Afganistán. Algunos se retiraron de Irak pero no borraron sus culpas y su sumisión y ahora dan un nuevo paso, desconociendo una resolución de la ONU y dando cobertura a un país cuyos indicadores y antecedentes nos muestran la altísima posibilidad que se transforme en una espina de las peores en materia de inseguridad, de delincuencia, de mafias organizadas. Es lo bueno que tiene la democracia, vendrán otros gobiernos y se lavarán las manos y el centro izquierda italiano ni siquiera ha hecho un mínimo balance critico de sus errores, claudicaciones, y de su falta total de una visión histórica propia y de largo respiro.
Algunos lloran en Serbia por los cientos de miles de serbios que quedaron detrás de la nueva frontera, otros recuerdan los espléndidos monasterios ortodoxos de Decani, Pec e Grancanica, ahora navegantes solitarios en un país extranjero y hostil. Nosotros, tan lejanos de esos territorios deberíamos preocuparnos por el envilecimiento permanente de las relaciones internacionales, que pasaron a ser el monopolio de la fuerza, del dinero y la prepotencia.