Contenido creado por Gastón Fernández Castro
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Ineludible

Ineludible

24.05.2011

Lectura: 5'

2011-05-24T09:17:31-03:00
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Aunque estoy saturado, mareado, desconcertado y harto no puedo escaparme por la tangente y no hablar del resultado del debate en el parlamento sobre la Ley de Caducidad. Para nosotros terminó de la peor manera.

El debate sobre la Caducidad, sobre los derechos humanos violados y sobre las causas pendientes no ha terminado en absoluto. Este fue un nuevo capítulo de un largo proceso que tiene más de 27 años. El debate de cierta manera comenzó apenas salimos de la dictadura y sigue.

El hecho de que no esté entre las prioridades de la gente en ninguna encuesta, que no convoque a las multitudes que tradicionalmente convoca la izquierda y el movimiento sindical uruguayo no puede ser un elemento determinante. Una fuerza de gobierno de izquierda, no sólo atiende los temas con popularidad, sino los temas justos, los necesarios, los correctos y asume su responsabilidad. Los niños no votan y son una prioridad absoluta de la izquierda.

Hay temas que cuestan en el momento, se pagan al contado políticamente, pero tienen un valor estratégico fundamental. Si la ley de anulación hubiera tenido al menos esa característica, otra hubiera sido la situación. Sigo pensando que de aprobarse la ley de anulación, hubiéramos retrocedido en toda la línea en el tema de los derechos humanos, de verdad y de justicia. Un retroceso político notorio y también jurídico, con la paralización de todas las causas y luego con la declaratoria de inconstitucionalidad por parte de la Suprema Corte de Justicia. Nunca lo sabremos, ese camino está cerrado.

No está cerrado el camino de seguir avanzando, incluso el debate que se promovió a partir de que la ley colocó el tema de manera más exigente en el orden del día del gobierno y del FA. Se puede derogar la ley, se puede anular con actos administrativos del presidente Mujica las resoluciones de los anteriores gobiernos colorados que incluyeron 87 casos en la Ley de Caducidad. Lo mismo que se hizo con el asesinato del militante comunista Alvaro Balbi. Se pueden seguir dando la batalla cultural y política por el “Nunca más” y por un relato histórico verdadero y no la caricatura que nos dibujaron algunos diputados blancos y colorados en el debate parlamentario. Un relato también correcto con la historia de la izquierda.

Los izquierdistas podemos iniciar un proceso de ajuste de cuentas, de pasaje de facturas y adjetivos por este proceso tan complicado, lleno de marchas y contramarchas de parte de los diferentes actores gubernamentales o políticos, o por los gruesos errores en la valoración de la situación interna o podemos encarar una reflexión, seria, profunda y unitaria para no seguir pagando un alto precio político y para seguir gobernando y construyendo el proyecto nacional. Podemos.

Podemos analizar el proceso desde aspectos básicos de nuestra identidad, de nuestra estrategia y de nuestra estructura que se entrecruzan y es imposible analizarlos por separado. Con el espíritu que primó en todo el proceso de la ley de anulación, no hubiera nacido el Frente Amplio, no tengan ninguna duda.

No hay formalidad, no hay estatuto y estructura que pueda encorsetar la realidad política, excluir fuerzas importantes e imponer criterios y posiciones que no tienen consensos fundamentales. Esa es la historia del FA. Y eso fracasó en esta oportunidad y nos llevó a la actual situación, donde la ley no salió aprobada por el veto de un diputado y la izquierda se colocó en esa difícil situación de perder en cualquiera de las circunstancias.

Podemos también, si queremos suicidarnos seguir insistiendo por este camino y proclamando todos que somos frenteamplistas de ley y unitarios a todos los efectos. La unidad se muestra y se confirma, se pone a prueba cuando hay diferencias importantes y cuando se buscan juntos y oportunamente los caminos para resolver esas diferencias y para establecer las prioridades.

Podemos insistir con las operaciones políticas, con las movidas de todo tipo, con la táctica y el discurso devorándose la estrategia y a veces hasta la identidad de la izquierda o podemos reflexionar juntos sobre todo lo que debemos y podemos seguir haciendo para construir un país más justo, más libre y más democrático. Ya se perfilan nuevos nubarrones en la conducción del gobierno. Ojalá me equivoque.

Podemos proclamar la democracia para el país, para todo, menos para nosotros, para el FA y defender barricados detrás de las formas y de nuestros intereses sectoriales, estructuras gentilicias, donde los votos valen de forma diferente, sean de los grupos políticos o de las bases. Podemos sincerarnos entre todos o seguir fingiendo de que con la estructura actual no pasa nada, que los comités de base son iguales a los de antes, en cantidad y en participantes, que somos la misma coalición y movimiento de siempre y que debemos seguir por este camino.

También podemos seguir tirando la cuerda desde arriba pensando que los problemas se resuelven desde la prensa, desde las declaraciones y los trascendidos y no por la seriedad y el cuidado de todos los compañeros. Los ministros, los dirigentes del FA, los legisladores, los militantes a todos los niveles y sobre todo el pueblo frenteamplista.

Podemos, eso no hay duda, el problema es si queremos hacerlo.