Si lo sabremos los frenteamplistas cuando, en 1999, el debate sobre el impuesto a la renta durante la campaña electoral -armada con premeditación y alevosía y con la generosa asistencia de los grandes medios- nos causó serios problemas en el balotaje. No todos lo recuerdan.
Nadie ganó una elección hablando de cobrar más impuestos, en ninguna parte del planeta. A 15 meses de asumir, el nuevo gobierno del FA anunció ayer un conjunto de medidas fiscales para contener el creciente déficit fiscal, que de los 3,6% del año 2015, se aproxima este año al 5%... Eso sería un desbarranque sin contención.
El ministro Danilo Astori acaba de formular una serie de medidas relacionadas con la baja de los gastos del gobierno central y el aumento y cambios en el IRPF, IASS e IRAE. Me llevará un tiempo analizarlos y entenderlos. No fueron medidas lineales, y una primera impresión es que maneja una serie importante de instrumentos y no solo los impuestos. Para ese análisis utilizaré dos parámetros y trataré de alejar la demagogia. Primero: cómo se distribuyen los cambios entre los diversos sectores sociales, cómo impactan, si efectivamente hay una diferenciación progresista en la carga fiscal. Segundo, si se producen reformas en el gasto público y en las políticas que refuercen la inversión, el empleo, pero también a las pequeñas y medianas empresas, con una visión estratégica del nuevo momento del Proyecto Nacional.
Lo que haya que hacer, hay que hacerlo ya, aunque sea doloroso, aunque desmienta -y lo hace- lo prometido explícitamente en la campaña electoral. Hay que demostrar que se piensa más en el país y en su gente que en las próximas elecciones. Hacer tragar esos cambios fiscales no será fácil, pero los errores se pagan y hay que tener coraje para afrontar las situaciones. Lo que hay que hacer es hablar claro, decir la verdad, solo la verdad y toda la verdad. No la verdad que conviene, o mejor dicho que algunos creen que conviene, como los malabarismos sobre viejos y nuevos impuestos. La gente es tan inteligente como los gobernantes.
No hay ninguna posibilidad de no realizar cambios importantes en la estructura fiscal, disminuir gastos y aumentar ingresos. No se puede hacer una sola de esas cosas, hay que hacer ambas. No hay posibilidades, ni económicas ni políticas, pero hay que hablarle claro a la gente y no decir gre gre, hay que decir Gregorio: hay que aumentar los impuestos y no hay nada que desnude más el alma de un gobierno que su política fiscal.
Hay que hacer estos cambios que no estaban prometidos en la campaña electoral por varias razones. Primero, porque la situación regional es mucho peor de la que se esperaba, nunca antes se produjo una caída simultánea de la economía de Brasil y Argentina en medio de una crisis persistente en Europa y Japón y de un enlentecimiento de China. Pero si seguimos repitiendo solo eso, corremos el riesgo de avalar la teoría del viento de cola. La causa de los cambios fiscales no es solo esa y hay que decir la verdad, y la verdad es toda la verdad.
También el actual gobierno se encontró con una situación económica y fiscal mucho más compleja de lo que se esperaba. Déficit en el año 2015 del 3,6%, pérdidas en ANCAP de más de 800 millones de dólares, y un aumento del gasto público, en particular a nivel de ASSE y del crecimiento del número de empleados públicos, muy alto. Incluso considerando la regularización de contratos, etc., la cifra de más de 290 mil empleados públicos es desorbitante. Sin que este aumento haya implicado cambios importantes en las prestaciones, en los servicios. Y habría que añadir que durante el periodo se retiraron más de 20.000 empleados públicos...
Basta de crear comisiones y organismos nuevos de todo tipo, ya perdimos la cuenta de cuánto nos cuestan. Y nadie logrará convencerme de que en el Estado uruguayo tenemos trabajo en serio para 290 mil personas. Uno de cada once uruguayos...
Todo en el Estado uruguayo, aunque se utilicen nuevos elementos tecnológicos, se arregla solicitando más personal. Y empleando a más personas. Hay que decirlo, porque hay que detener e invertir ese proceso, si no estos cambios en los impuestos también serán insuficientes y al final nos desbarrancaremos. El anuncio del ministro, de que de aquí en adelante por cada tres funcionarios que se jubilen se cubrirán solo dos cargos es una buena medida, que entre otras cosas demuestra que se puede tomar. ¿Recién ahora?
A todas esas causas de la difícil situación hay que agregar los desastres naturales que nos cayeron encima, son una proporción pequeña, pero en el desequilibrio pesan.
Hay que decirlo claro, estos cambios no se producen para mejorar, para avanzar, sino para evitar que el país se desbarranque y nos precipitemos en una situación sin control y no podamos retomar la senda de un crecimiento sano, que en todo el periodo será del 7,7%. Si hubiéramos podido no aumentar los impuestos hubiera sido mucho mejor. Estoy seguro de que es lo que piensa todo el gobierno. Y hay que decirlo y no hacer malabarismos.
Lo que sí está claro es que si tenemos que volver a realizar otra serie de estos cambios de este tipo, más nuevamente y más adelante, somos cadáver. Y nadie garantiza el resultado de la batalla actual... estamos en un emparedado, el pan de arriba es el déficit fiscal creciente y el de abajo la bronca que se desatará por el aumento de los impuestos. Pero hay que afrontarlo, paralizarse es lo peor, pero no asumir plenamente la situación y observar el desbarranque nos costará muchos años de derrotas y de decadencia. Nos costará a todos los uruguayos.
Si además de los cambios fiscales no se producen cambios en otros rubros, serán un parche insuficiente. Hay que cambiar en la eficiencia del gasto y las inversiones, reducir la masa salarial del Estado, tanto a nivel nacional como departamental, hay que mejorar los servicios no a costa de inflar siempre la cantidad del personal. Esa no es la reforma del Estado, es la madre de todas las derrotas.
Es cierto que una parte de ese aumento de los funcionarios es personal policial, de la enseñanza y de la salud, pero con ese crecimiento exponencial, ¿dónde está el límite? ¿Hay relación entre esos aumentos del personal y los resultados en la calidad de los servicios?
La clave sigue siendo el trabajo, trabajar mucho, trabajar mejor, trabajar con inteligencia. Y ese es un déficit notorio, aunque nadie lo quiera decir. Tanto anunciamos desde las alturas que a los uruguayos no les gusta trabajar que se ha ido haciendo realidad, hay sectores importantes de la sociedad uruguaya que se proponen trabajar lo menos posible y eso no funciona solo en el Estado. Y todos los demás nos hacemos los distraídos.
Eso no puede resolverse con cambios fiscales, pero la peor manera es que lo resuelva el "mercado laboral", es decir, si la desocupación crece y alcanza altas cifras, las exigencias de las empresas serán cada día mayores y peores y se impondrá la ley de la necesidad. La necesidad de trabajar. En todos lados menos entre los 290 mil empleados públicos. Y eso no es justo ni progresista.
No podemos esperar de parte de la oposición y del movimiento sindical, aun con discursos diferentes, que aplaudan o que guarden silencio frente a los cambios anunciados. Pero más ensordecedor será el griterío, mientras no hablemos muy claro. Las redes sociales ya son un adelanto, ensordecedor.
Explicar bien el plan en su conjunto no será simple, habrá una natural tendencia a simplificarlo todo y a reducirlo al aumento de los impuestos. Pero para explicar bien el plan, hay que ser creíbles, y para ello hay que decir toda la verdad y asumir las responsabilidades.
La comunicación en un gobierno no es un complemento, se gobierna comunicando y se gobierna discutiendo con una visión estratégica. Los resultados de estos cambios solo se podrán valorar adecuadamente dentro de algunos años, si realmente actuamos en todos los frentes. Y eso se llama mirada y discurso estratégico. Lo que sí podemos decir es que si no actuamos los efectos devastadores se verán en muy poco tiempo.
Hablando solo de porcentajes, es entrar a la batalla armados de escarbadientes en medio de una embestida feroz.
Lo que dijimos, lo dijimos, y hay que asumirlo. Las nuevas medidas fiscales son imprescindibles si no queremos que el país se vaya al diablo, pero hay que detallar las causas en su conjunto y no solo las que no nos incomodan.
En realidad algunos de estos cambios deberíamos haberlos practicado, con menos dureza y rigor hace un año, porque los datos principales ya estaban sobre la mesa y la mesa ya corcoveaba.
Este no es un pequeño cambio, es un nuevo momento político, económico y social diferente para los gobiernos de izquierda en Uruguay, que debemos afrontar con toda la inteligencia y la valentía que corresponde. Y esperemos que unos cuantos no se laven nuevamente las manos de su propio gobierno y lo disputen. Lo único peor que esto es que la economía se vuelva incontrolable. Eso lo saben todos, tirios y troyanos, y saben que los que siempre pierden son los de abajo.
PD. Yo que no soy vocero de nadie, ni nunca lo sería, podría callarme cómodamente la boca y esperar desde el balcón cómo se desarrollan los acontecimientos. Poncio Pilatos siempre me pareció uno de los personajes más deplorables de la historia.