El sábado pasado el Frente Amplio cumplió 40 años. No voy a agregar reminiscencias, recuerdos, menciones al largo camino recorrido por la izquierda uruguaya hasta el día de hoy. Ya han sido abordados desde muchos ángulos, por tirios, troyanos y latinoamericanos. En forma brillante por Lula.
Los aniversarios redondos en el Uruguay son parte esencial del gran rito nacional. Y nosotros también lo cumplimos. Rigurosamente. Si la conmemoración se reduce a eso, es un signo peligroso: tendríamos más pasado que futuro.
Preguntemos. Aprovechemos la ocasión para interrogarnos sobre los más diversos temas y seamos implacables en las respuestas. Todos los organismos vivos - en particular los sociales - miden su existencia por sus tensiones. Sin tensión no hay vida.
Tensiones hay muchas, cambian con los tiempos, con las funciones que ocupamos en la sociedad, con los cambios que nosotros mismos provocamos. ¿Cuáles son nuestras principales tensiones, las que nos mantienen vigentes y con vida y también, las que son inexorables, o las resolvemos o tenemos un futuro de decadencia?
Tenemos naturalmente la tensión del poder, con todas sus posibilidades y todas sus peligrosas tentaciones. Hace 21 años que las afrontamos en Montevideo y 6 años en todo el país. La tensión del poder para la izquierda, tiene una refuerzo complementario: debe servir para cambiar, para hacer del progreso una obra consciente y permanente, comenzando por si misma. Nos cuesta, sobre todo cambiar nosotros mismos.
Afrontamos la tensión de la unidad en la diversidad, una creación original de la izquierda uruguaya. También es por esa mezcla tan compleja de bichos políticos de orígenes tan disímiles que somos conocidos en el mundo. Nos observan, nos analizan y algunos hasta se convencen de que es posible. Es otra tensión que se renueva
Existe la creciente tensión entre nuestra dimensión electoral muy alta y nuestra empobrecida expresión militante. Entre una estructura que cada día representa menos al pueblo frenteamplista y las serias dificultades de cambiarla, de ponerla al día.
De todas maneras creo que la tensión fundamental, central es, la tensión de las ideas. Sin ideas no hay izquierda, no hay proyecto posible de futuro, no hay capacidad de responder a la gente. Nosotros nacimos a partir de diversas construcciones ideales y sólo seguiremos vivos si las renovamos.
Es notorio que la izquierda en el mundo, y más en general la política en su conjunto vive un momento global de pobreza de sus ideas, de desconcierto, de falta de producción renovadora, de una audacia acotada, como si nosotros mismos nos impusiéramos los límites que determina el sistema dominante.
Es la tensión entre nuestros proyectos y la realidad, que en primer lugar debemos resolver con ideas, con estudio, con conocimiento de esa realidad y sus tendencias, políticas, económicas, sociales, culturales. No todo en la izquierda se puede medir en términos de poder, de avance sobre el poder.
Es cierto la izquierda ha ido rotando de continente. De una clara supremacía genética de Europa a una nueva realidad en Asia y sobre todo en América Latina. Como también es una realidad grande como el Everest que la crisis mundial puso en discusión muchas verdades sacrosantas del liberalismo económico.
¿La izquierda a nivel internacional y en el Uruguay está a la altura de esta crisis, de los nuevos grandes tensiones entre la civilización y el medio ambiente, en el uso de la tecnología, en las nuevas formas de propiedad social, en el futuro de la convivencia entre los humanos y el papel de las fuerzas coercitivas del estado?
Nuestro grave problema de la inseguridad, con su correlato internacional y regional, no se resuelve sólo ni principalmente con la práctica, con la fuerza y el tesón, sino con ideas, con investigación y estudio que nos permita mirar esa realidad desde nuestra visión de izquierda y con capacidad de combatir muy duro a la delincuencia. De todos los tamaños y tipos. No hay nada menos renovador que reaccionar por reflejos condicionados.
Las ideas nos hicieron nacer, las ideas nos trajeron hasta aquí - en el acierto y en el error – y, las ideas definirán nuestros próximos aniversarios. Las grandes ideas condujeron nuestras acciones y ese trayecto fue también cambiando y actualizando nuestras ideas.
Teniendo siempre presente una advertencia muy sabia: “… al igual que todos los filósofos e ideólogos, ven en los pensamientos, en las ideas, en la expresión ideológica sustantivada del mundo existente, el fundamento de este mundo. Y huelga decir que, con estas dos abstracciones ya carentes de sentido y de contenido puede recurrir a una serie de trucos, sin necesidad de saber absolutamente nada del hombre real ni de sus relaciones” -Marx- Engels, “La Ideología Alemana”.
Las ideas tienen el supremo desafío de reflejar a las mujeres y a los hombres reales y sus relaciones, pero no detenidos en el tiempo, sino en ese movimiento permanente que es la historia. Y que no tiene fin.