Una campaña electoral es un cruce de pedidos y exigencias. De un lado los partidos y los candidatos nos piden el voto y nosotros los ciudadanos tenemos todo el derecho a reclamar un conjunto de cosas. El nivel de exigencia cambia mucho. En lo nacional o municipal, por los cambios que se han producido en la sociedad, en la ciudad.
Tomemos un ejemplo: en el 2004 los uruguayos estábamos golpeados por la crisis y en general pedíamos bastante poco. Hoy nos sacamos ese síndrome y unos cuantas décadas de decadencia asumida y pedimos más, mucho más. No le pedimos lo mismo a quien se propone gobernar por primera vez que a quien maneja el poder desde hace muchas décadas o tiene veinte años en un departamento.
¿Qué le pedimos los frenteamplistas a los ciudadanos de Montevideo en esta campaña electoral? Le pedimos que nos renueven la confianza por otros cinco años más. Nada menos. Algunos lo hacemos asumiendo que, no tenemos un tiempo eterno, que no hay garantías perpetuas para ocupar el poder y que tenemos muchas cuentas pendientes con nuestros votantes municipales. Muchas.
Le pedimos que renueven la tradición de un gobierno de izquierda en la capital en momentos en que otro gobierno nacional de izquierda se propone nada menos que construir un “país de primera”. Sin una capital de primera no hay ninguna, ni la más remota posibilidad de construir un país de primera. Y Montevideo hoy no es una ciudad de primera. Asumamos la realidad. Una campaña electoral, pero sobre todo y mucho más importante un compromiso de gobierno con la gente, debe partir de la realidad.
¿Tenemos derecho a pedirles nuevamente el voto? Si, creo que tenemos derecho, por las muchas cosas que hemos hecho en estos 20 años de gobierno municipal y también porque somos capaces de tener un profundo sentido crítico y analizar con rigor nuestros gobiernos y no sólo explicar sino cambiar lo que debamos cambiar. Nuestras insuficiencias y errores.
Tenemos derecho a pedirle el voto porque sería muy difícil construir un proyecto nacional progresista con un gobierno municipal de la capital de otro signo político. Con una aclaración: un gobierno municipal progresista no lo es sólo porque quien ocupe el sillón del intendente es del Frente Amplio, sino porque realmente expresa una visión, una gestión y una estrategia de progreso y desarrollo de la capital. No hay garantías derivadas del linaje.
¿Tendremos derecho a seguirle pidiendo el voto? El gobierno municipal no puede decidirse solamente por razones ideológicas o de cultura política, son factores importantes, pero llega un momento en que no puede ser la causa casi exclusiva para solicitar el voto. Nadie da cheques en blanco y además eternos. El FA debe saber que en estas elecciones municipales se juega un crédito muy fuerte. ¿El último en Montevideo por un largo período?
Ahora invirtamos el punto de observación: ¿qué pedimos los montevideanos? ¿qué pedimos los frenteamplistas montevideanos? Ya asumimos una cosa importante, la forma de elección de nuestro candidato único no fue ni la mejor, ni la más adecuada a las nuevas realidades y lo que esperaban los frenteamplistas de a pié. De todas maneras es siempre mejor que el dedazo de los blancos. Los dos dedazos.
Definir las conductas electorales sólo o principalmente por este tema de las formas es muy limitado. Nosotros pedimos resultados, cosas concretas, compromisos y una estrategia para la ciudad. Y hemos confiando que nuestra candidata, Ana Olivera puede cumplirlas. Por eso la elegimos y no por otro motivo.
Exigimos, y reitero: exigimos porque los uruguayos y los montevideanos tenemos derecho a ser exigentes, que la ciudad esté mucho más limpia, que no haya microbasureros en los tachos super modernos que tenemos por toda la ciudad, que haya mucho mejor barrido, que se reparen mucho más las calles, que mejoren la señalización y las veredas que están muy mal, que un viaje en ómnibus duré mucho menos tiempo y sea mejor, que haya coordinación con el Ministerio del Interior para planificar y mejorar el alumbrado y la instalación conjunta de cámaras de vigilancia.
Exigimos que haya mejor y más eficiente coordinación con los programas nacionales en las diversas áreas para ser parte y darle un fuerte impulso al país de primera, en la salud, en la educación, en la logística, en los polos de desarrollo. Una ciudad de primera es una ciudad con una cultura de primera.
Exigimos una visión audaz y con grandes proyectos. Montevideo es esta ciudad hermosa, con enormes posibilidades porque tuvo grandes intendentes, grandes proyectos, grandes arquitectos. Necesitamos una visión de futuro, hacia donde nos dirigimos y prever, planificar y sobre todo ejecutar. No necesitamos más explicaciones largas y complicadas. Exigimos obras, muchas obras y bien pensadas que resuelvan los desafíos que se nos vienen encima con el progreso.
Exigimos servicios y compromisos de gestión y no explicaciones sobre las causas de los cambios que se han producido en la ciudad y en la sociedad uruguaya, los buenos cambios pero también los retrocesos, las zonas de fractura y degradación y necesitamos que nuestra planificación y nuestra gestión le den respuesta.
Necesitamos revitalizar la descentralización, así como está no sirve, ha perdido toda su épica, su capacidad de convocatoria, su impacto positivo en la relación entre la gente y la Intendencia. Y es una lenta pendiente que se agudiza. Nadie da garantías de que las alcaldías sean un remedio a esta patología. La descentralización, la más democrática y participativa descentralización es una bandera imprescindible de cualquier gobierno progresista.
Las muchas cosas buenas que se han hecho las hemos asumido, por eso reclamamos mucho más y mejor.
Exigimos capacidad de liderazgo. Una cosa es formar equipos, asegurar un diálogo con la gente de forma organizada y permanente y otra muy diferente es diluir las responsabilidades. Liderazgo es lograr establecer con claridad las prioridades: primero los vecinos, luego los vecinos y tercero los vecinos y al final los instrumentos funcionales para cumplir ese mandato.
Liderazgo es asumir que en su momento había que resolver correctamente el tema de los vendedores ambulantes, y que tenía sus riesgos y sus tensiones. Y hacerlo. Asegurar una correcta relación con los funcionarios, con los jerarcas a todos los niveles, con los ediles, con los partidos propios y ajenos y con toda la compleja red de relaciones que tiene Montevideo y exige asumir plenamente las responsabilidades y las decisiones. No se trata de mediar, sino de gobernar. Aunque en determinados momentos la negociación y la mediación formen parte de un gobierno. También para eso se necesita liderazgo.
Creo que todas esas cosas que expuse anteriormente, con matices y diferencias son las que exigen y reclaman la inmensa mayoría de los montevideanos y de los uruguayos. Porque Montevideo es de todos.
Ahora me disculpo pero le voy a susurrar al oído de los frenteamplistas: nosotros reclamamos que la batalla cultural e ideal permanente de la izquierda en toda la sociedad uruguaya no esté supeditada a fracasos, a pequeñas rencillas, a disputas menores en las jerarquías, a plancitos sectoriales. Grandeza, generosidad, profundo sentido democrático y de izquierda, eso es lo que nos reclamamos.
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