A los uruguayos nos gusta el debate, nos gusta la confrontación de opiniones sobre todos los temas. Sobre fútbol, política, sobre teatro o sobre la payana. Cuando en una radio en un canal de televisión o en Internet y en la prensa escrita hay debate, hay medio camino hecho hacia el rating y el éxito. A los frenteamplistas el debate político con los adversarios nos apasiona. Me consta.
Creo que si el debate es dentro de la izquierda, con respeto, sobre ideas, sin zancadillas ni bajezas, es parte de nuestra cultura. Los comités de base en su época de esplendor o los sindicatos y los gremios estudiantiles siempre fueron ámbitos muy ricos de discusiones con un alto valor conceptual e ideal.
Con la misma convicción considero que los insultos, las celadas, los ataques injustificados no son aceptados por nadie, o sólo por sectores pequeños y parciales. ¿Dónde está el límite?
Hay una técnica en el debate que es la victimización. Doy primero un buen palo envuelto en terciopelo y si luego me contestan me hago la víctima de una agresión injustificada. Actualmente es bastante utilizada. Se depuró y afinó mucho y tiene muy buenos cultores. A la larga se nota.
Voy a dar ejemplos concretos. Si yo digo que en mi partido de izquierda me discriminan por razones de clase, estoy agrediendo y en cierta manera insultando a todos los otros compañeros "discriminadores" y además me hago la víctima. ¿Qué quiere decir discriminar por razones de clase en la izquierda? ¿Acaso nuestros máximos dirigentes históricos, los fundadores del FA fueron elegidos por razones de clase, o discriminados por esas mismas razones?
Y al final de todo, ¿de qué clase social estamos hablando? ¿la de los trabajadores, la de los productores rurales, la de los mal vestidos, la de los que hablan de determinada manera? ¿Discriminados por qué clase? ¿Por los políticos, por los profesionales, por los ricos, por los que usan mocasines, por los que utilizan las "s"? ¿Por quién? Y de todo eso surge una tremenda pregunta: luego de un camino tan rico, tan lleno de historia, de luchas, de sufrimientos, de ideas ¿este es el nivel al que ha llegado la izquierda uruguaya en cuanto a sus definiciones?
Otro ejemplo. Un determinado candidato es acusado de que si no gana las elecciones internas se irá a un organismo internacional. ¿Les suena? ¿La escucharon? ¿Se puede encontrar un insulto más velado y más grave?. Así que el mencionado compañero no está luchando por una causa común, no es parte del Frente desde su nacimiento, es alguien que lo único que le interesa es ese cargo y de lo contrario se irá a un organismo internacional, abandonará la lucha, nos dejará a todos. Y tampoco importa si ese compañero concita el apoyo de una parte importante de los uruguayos y mucho más alto todavía de los frenteamplistas. No importa si es mayoría o no. Eso se define luego. Es un insulto como un cañonazo.
Sobre todo si ese compañero durante la dictadura, cuando podía haberse ido, se quedó aquí en su país. Y no es la primera vez que se lo dicen. Lo han afirmado con diversas variantes. Eso sí, siempre con caras de ángeles de clase.
Otro ejemplo: En la actualidad hay un solo candidato en todos los partidos políticos que es economista, todos los demás o no tienen título universitario o directamente son políticos profesionales. Si desde una tribuna se afirma que de la grave crisis internacional se sale con política y no con economistas. ¿a quién está dirigida la frase? ¿A quién va dirigido el garrotazo? Eso sí, dicho en tono campechano y amistoso.
Alguna de las referencias anteriores ¿tiene algo que ver con un debate de ideas, de propuestas, de proyectos? Si es así, me perdí en el laberinto. Tendría una serie de otros ejemplos, todos dichos con igual candidez. No fueron respondidos por el destinatario. Una soberbia muestra de frenteamplismo. Yo no sé si lo soportaría.
Sin embargo, cuando ante afirmaciones políticas o programáticas determinadas y concretas, algunas que no tienen nada que ver con el programa del FA aprobado en un congreso donde los "afirmantes" eran mayoría, se responde con argumentos, con ideas, con elementos críticos, pues entonces lo que hay que hacer es subirse al alto púlpito de las víctimas flageladas y piadosas.
Tengo miedo que los garrotes envueltos en terciopelo o en arpillera a la larga comiencen a dejar heridas incurables. Yo creo que la única táctica, estrategia, ofensiva o como quiera llamarse, que tiene que aplicar la izquierda en esta larga campaña electoral, es discutir de los problemas del país y de su impacto en la vida de la gente. Eso es lo que importa y lo que nos sigue definiendo como de izquierda.
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