El ministro desarrolló una extensa intervención en la que dio muestras de un profundo conocimiento del sector y de sus distintos subsectores, explicó con claridad la posición del gobierno, aclaró algunas dudas y reafirmó lineamientos políticos básicamente compartibles.
El directivo de la ARU analizó con mesura y sin subjetividades la situación actual. Reconoció las medidas positivas del gobierno y marcó con precisión los riesgos que pueden afectar el crecimiento y desarrollo del sector.
El telón de fondo, como todos sabemos, es el excepcional momento que está viviendo la agropecuaria de este país. Todos reconocieron que el éxito del sector produce un impacto fenomenal sobre el conjunto de nuestra economía, expandiendo efectos positivos a lo largo y ancho del país. Cada ciudad y pueblo de nuestro país recibe el resultado positivo del crecimiento agropecuario.
Sin embargo, en el discurso gremial se señalaron cuatro preocupaciones que son, a nuestro juicio, muy compartibles. El ministro no las contradijo, ni se manifestó expresamente en sentido contrario a estos planteamientos.
En primer lugar, debe señalarse la necesidad de generar confianza para que los sectores productivos puedan invertir y apostar sin temor, a efectos de que puedan aprovechar el actual contexto favorable que vive nuestro país. Esta confianza se vio afectada por la aprobación legislativa del impuesto a la tierra, impulsada por el gobierno el año pasado y aprobada finalmente con el voto de toda la bancada del Frente Amplio.
Este hecho ha afectado el clima de confianza, más por lo que representaba como incertidumbre sobre las reglas de juego que por los impactos específicos que generó entre algunos productores del sector.
En segundo lugar, se anotó la preocupación por la pérdida de competitividad. Hace pocos días el Foro Económico Mundial publicó el nuevo ranking anual que mide los niveles de competitividad de los diferentes países del mundo. Uruguay retrocedió once lugares en el último año, se sitúa en la mitad de la tabla a nivel mundial y en el octavo lugar entre los países de la región.
La pérdida de competitividad para un país exportador es un grave riesgo que puede convertirse en un freno creciente para las posibilidades de desarrollo de nuestra economía. Una parte importante de los componentes que definen la competitividad de nuestro país dependen de las políticas públicas y, por lo tanto, de las decisiones gubernamentales.
En tercer término, se indicó la creciente preocupación por lo que el mismo Presidente de la República calificó como el riesgo del "apagón logístico". Es cada vez más evidente que en nuestro país existe una fuerte limitación del soporte físico, de la infraestructura, de la base vial y logística necesaria para hacer posible y acompañar el desarrollo y el crecimiento de nuestros factores productivos.
Poco y nada se ha avanzado desde el comienzo de este período de gobierno. Todas las apuestas que el gobierno hizo estuvieron dirigidas al instrumento de los proyectos de participación público privado. Estos se han convertido en asignaturas pendientes que no cristalizan con el ritmo y la frecuencia requerida para responder a la demanda insatisfecha.
El cuello de botella de la infraestructura se hace cada vez más evidente y la incapacidad para resolverlo oportunamente se hace también cada vez más visible.
El cuarto problema tiene relación directa con la provisión de los recursos humanos calificados en cantidad suficiente para atender la demanda que las nuevas inversiones y el crecimiento generan en cantidad cada vez mayor.
En definitiva, el desafío corresponde a la transformación de la educación, que es la institución encargada de formar y preparar a los jóvenes de nuestro país para una adecuada inserción laboral y profesional.
Es obvio que la educación sigue en situación muy grave y su profunda reforma continúa siendo una asignatura pendiente que, desde nuestro punto de vista, lamentablemente no cambiará en los tiempos próximos.
En definitiva, hemos escuchado dos discursos muy buenos que destacaron, con inteligencia y conocimiento, la brillante y próspera situación que vive el sector agropecuario de nuestro país. Pero también se pusieron arriba de la mesa las principales amenazas que pesan como posibles frenos a nuestras perspectivas de crecimiento.