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¡Cometamos nuevos errores!

Escribe Daniel Mordecki

Estimado Sr. Zuasnabar

Le escribo con respecto a su nota publicada en Clarín del 01/10/2016. Es público que mantengo algunas diferencias en torno al tema de las encuestas, pero eso no me impide disfrutar de sus intervenciones y ésta no fue la excepción. Tiene usted una capacidad inusual de combinar el rigor con la simplicidad, haciendo que algunos conceptos difíciles resulten cercanos, sin que ello implique una banalización de las ideas. Realmente encomiable.

10.10.2016 17:22

Lectura: 3'

2016-10-10T17:22:00-03:00
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Mi primera impresión del artículo estuvo focalizada en el problema de la precisión en el pasado y sobre ella le contesté tanto en Twitter como en los comentarios de Clarín, firmado con nombre y apellido, como corresponde.

Una segunda lectura, más calma y profunda me hizo poner foco en otros aspectos, en particular el de la metáfora del blanco y la mira: “es más fácil acertar a un blanco fijo con un arma calibrada (época anterior), que a un blanco móvil con la mira un poco desviada (situación actual)”.

Le confieso que la idea de la mira desviada, aunque sea un poco, me parece que se presta a suspicacias, por lo que le propongo la siguiente “los encuestadores se comportan como si su medición tuviera la precisión del rayo láser cuando, en rigor, apenas cuentan con un trabuco naranjero”. Creo que expresa exactamente lo mismo, sin generar suspicacias.

Pero mi sorpresa y alegría tuvieron su punto culminante cuando tomé real dimensión de lo que implicaba esta pequeña frase: “matar al gurú”. No haberlo percibido inmediatamente me hizo sentir un poco estúpido: es exactamente por lo que vengo predicando hace más de una década, cuando escribí lo del rayo láser y el trabuco naranjero. Ahora lo tenía frente a mí, escrito por el director de una de las principales encuestadoras, y lo había pasado por alto.

La pregunta clave es cómo “matar al gurú” sin matar ni a las encuestas ni a los encuestadores. Eso es lo que sigue a su afirmación. Creo que la única forma es una ley de encuestas que obligue a la difusión de los datos crudos.

Si las encuestadoras serias y profesionales se ponen al hombro la tarea sin apoyo legal, generarán un espacio que será ocupado por las encuestadoras no tan serias ni tan profesionales. En este preciso dilema debe usted pensar un día sí y el siguiente también: raiting y rigor científico no siempre van de la mano.

Porque los medios masivos consumen relatos que produzcan raiting, y “matar al gurú” no es precisamente una propuesta tentadora en esta dirección, lo que tarde o temprano significará que los que se bajen de ese carro serán reemplazados por otros.

Una Ley de encuestas que obligue a publicar los datos crudos aporta un nivel de transparencia enorme al sistema y aniquila de un plumazo a todos los gurúes, reales o pretendidos, dando garantías y abriendo la puerta a encuestas más rigurosas y serias, aunque el rayo láser se pierda en el anecdotario.

Me alegró mucho darme cuenta que a medida que analizaba el artículo surgían coincidencias importantes. Ojalá pueda conocer sus opiniones con respecto a las ideas aquí expresadas.

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