Fue una medida tempestiva y asumida de manera inmediata y sin mucho preámbulo. Salimos enseguida a apoyar al Gobierno y al presidente, sabiendo que existían entre nosotros, entre la izquierda, muchos matices y diferencias.
¿Por qué nosotros defendimos con pasión y convicción al presidente y al Gobierno y no nos quedamos cómodamente callados? Por una razón de principios. Si, esa palabra que para una izquierda cada día más pegada al poder, suena tan arcaica.
Cuando se desata una tormenta, la primera reacción es ayudar, apoyar al timonel y colaborar en señalar el rumbo. ¿Cualquier rumbo? No, de ninguna manera. Afrontamos una tormenta desde que asumió el Gobierno, el 1.º de marzo. La mayor ola de paros, huelgas y protestas que afrontó un Gobierno desde el retorno de la democracia. Las cifras cantan e incluyen un paro general preventivo.
No se conocía el proyecto de presupuesto, ni las pautas salariales, ni los planes de inversiones y ya los gremios en general, y los de la enseñanza en particular, hacían paros o directamente convocaban a huelgas por tiempo indeterminado a diestra y siniestra.
¿Se podía haber discutido la oportunidad, la juridicidad, la tradición de la izquierda en relación a la esencialidad? Si, naturalmente, unos cuantos lo hicieron a grito pelado, incluso votaron junto al Partido Nacional en la Comisión de Legislación del Trabajo en diputados; otros emitieron comunicados exigiéndole rectificaciones al Gobierno y otras generosidades. Y otros directamente se asustaron... Y que los hay, los hay. Porque ahora defender al Gobierno es poco unitario...
Nosotros teníamos una oportunidad esplendorosa, no estábamos en el centro de la tormenta -como habitualmente nos sucede- y podíamos habernos callado con mucha comodidad para ver hacia donde iban las corrientes. Las tentaciones eran muchas. Y sin embargo salimos a apoyar, con todo, a jugarnos una vez más la ropa y las ideas. No es la primera vez que lo hacemos, es una línea, es una identidad.
En diferentes circunstancias lo hemos reiterado, con anteriores gobiernos del FA e incluso en medio de la gran tormenta del 2002 lo hizo Danilo Astori con el gobierno de Batlle y yo me siento orgulloso de esas actitudes, porque es fácil declamar sobre el país como prioridad o sobre el Gobierno unido de la izquierda y con el rabillo del ojo mirar los intereses sectoriales, los votitos, las encuestas, las conveniencias. No quiero usar adjetivos a esas actitudes, cada uno que le ponga el que le parezca...
Algunos ejemplos: cuando José Mujica, luego de la aparición del libro Pepe Coloquios, presentó ante el FA la alternativa de retirar su candidatura, fue Danilo Astori que se plantó con firmeza y le reiteró que todos apoyaríamos su candidatura. La cantidad de episodios en los que nos podíamos haber distanciado y criticado medidas y posiciones adoptadas a nivel del Gobierno central, de los entes o de gobiernos municipales y sin embargo privilegiamos la responsabilidad institucional y la visión estratégica por encima de los episodios. Los ejemplos son incontables.
Cuando Danilo Astori se opuso con argumentos y firmeza a la idea del default para el Uruguay propuesta e impulsada por varios economistas del FA, no calculó los votos, los intereses menores de su sector, ni siquiera del FA, sino la marcha y la historia del Uruguay.
Hay compañeros que en todo su derecho festejan estruendosamente. Cuando un diputado del PS luego del levantamiento de la esencialidad escribe: "festejen uruguayos festejen, que ahora le ganamos con la esencialidad y vamos por el TISA", creo que la situación es muy, pero muy grave.
Seguramente festejan mirando los titulares de los diarios de la derecha y de otros medios que esos sí están exultantes. Cada uno elige.
Yo estoy escribiendo esta columna el lunes al mediodía, cuando lo único que se conoció fue el acta firmada en el Ministerio de Trabajo, una importante manifestación de gremios frente a la Torre Ejecutiva y las asambleas gremiales todavía no se han realizado y no comenzó la negociación en el MTSS, incluso antes del resultado de las asambleas. No puedo hacer un balance completo. Espero y rezo.
Y tampoco podré hacerlo mañana o pasado, me faltan elementos fundamentales que voy a formular en forma de preguntas. A veces las interrogantes nos ayudan a todos.
¿Con esta medida adoptada por el Gobierno se ha fortalecido o debilitado la posibilidad de los cambios profundos, serios y fundamentales para el país que requiere la enseñanza? Para mí ese sigue siendo el elemento fundamental y que de ninguna manera se resuelve con el 6 % del PBI para la educación. La prueba de hierro, es que duplicamos el presupuesto de la educación, en realidad lo aumentamos 122 % en relación al 2005 y la educación pública no ha conocido en absoluto los resultados de ese aumento. Al contrario.
¿Cuál fue el objetivo de toda esta semana de esencialidad?
Esta medida gubernamental y más allá de las declaraciones y los titulares, en el fondo, ¿fortalece la institucionalidad democrática, es decir la preminencia de la política, del presidente, del Gobierno en la conducción del país o el de las corporaciones?
Los huelguistas, que están en todo su derecho, ¿recibirán los descuentos por los días de paro o la lucha de clases será subvencionada? Ya hay algunas señales de gremios de la actividad privada que al otro día de este decreto ya están aprovechando la situación.
Las flagrantes violaciones a las normas del FA en cuanto al funcionamiento de su bancada, en la que tres diputados del Frente Amplio sin consultar a nadie deciden votar junto al Partido Nacional contra el Gobierno, ¿cómo debemos asumirlas? ¿Vale todo?
Este proceso en la educación, ¿cómo impactará en todos los gremios que se consideran con el mismo derecho a reclamar aumentos sustanciales del gasto público y por ejemplo ocupar la sede de ASSE mientras se está negociando?
Los 250 mil alumnos de todos los ciclos de la educación pública (ANEP), con los que todos nos llenamos la boca, ¿tendrán garantizado un mínimo de continuidad en sus clases? ¿Las autoridades de la educación estuvieron al nivel de los problemas?
¿El Frente Amplio asumirá definitivamente que no es solo con plata que se construye una sociedad mejor, más justa, más solidaria, más progresista y que hace falta política, hace falta una diferente relación con la sociedad civil?
La ausencia de la dirección del FA, dimitida hace algunas semanas, ¿qué tuvo que ver con todo esto?
Un comentario: en realidad estamos pagando viejos pecados acumulados, carencias profundas en nuestra actividad política como Frente Amplio y sus diferentes sectores, ausencias en la creación de ideas, en el debate público, en la promoción de una batalla cultural permanente, entre los intereses colectivos e individuales.
Los maestros que piden aumentos muy superiores de sus sueldos aunque hayan recibido un 64 % de incremento en estos diez años, tienen razón. Si se analiza individualmente, tienen toda la razón del mundo. Ahora, si se mira desde la perspectiva de la sociedad que hizo un enorme esfuerzo para pasar de 500 millones de dólares el presupuesto educativo a más de 2.300 millones de dólares y se propone llegar a 3.500 millones en el 2020, la mirada es distinta. Y eso vale para todo: la salud, los médicos, los funcionarios. No es culpa de cada uno de ellos, que exijan mucho más y no valoren lo que tuvieron y tendrán; es culpa y responsabilidad nuestra que no dimos la batalla política e ideológica. La plata no crea conciencia ni cambia las sociedades.
Eso no se resolverá nunca tratando de minimizar el nivel de los paros, o chocar frontalmente con los sindicatos y tratar de "hacerlos mierda...".
A esta izquierda acostumbrada a los resultados le llegó la hora de enfrentar momentos diferentes. Veremos.
Hay que ver si todos estamos dispuestos a administrar la decadencia, con una buena dosis de suicidio y de demagogia. La vida lo dirá.
Y por último una pregunta del estribo: ¿este episodio fortaleció o debilitó las ideas, los proyectos políticos, la estrategia o hizo brillar en todo su esplendor el apego al poder, al poder por encima de todo, para hoy y con la mirada puesta en el 2019?