Los blancos y colorados desde que están en la oposición han tenido un brote de intensa creatividad y de propuestas para solucionar todo. Está muy bien, es un aprendizaje conveniente. Para enfrentar un doble problema que afronta el país, ambos partidos – para sorpresa de nadie – plantearon una única y exclusiva receta. Se les terminó la creatividad.
El doble problema son las presiones inflacionarias innegables y la tendencia a la baja del dólar. En ambos casos los factores que influyen son las presiones externas, como el aumento de todos los principales productos alimenticios a nivel mundial, granos, lácteos, carne y el petróleo y su marcha imparable y los factores nacionales: el crecimiento del consumo y por lo tanto de la demanda interna. Obviamente el crecimiento del consumo no se da por un aumento de la capacidad de compra de los ricos, que siempre la han tenido, sino de la mayoría de la población. Pasar de 4.000 motos vendidas en el 2005 a las 23.000 que se vendieron en el 2007 es un ejemplo.
El gobierno anunció una serie de medidas a través del ministro de economía Danilo Astori. La principal: el aumento del encaje de los bancos tanto en moneda extranjera como en pesos. El encaje es la parte de los depósitos que recogen los bancos que deben mantener en reserva (sin prestar) depositados en el Banco Central o en los propios bancos. Además el país no pagará intereses a los bancos por esos depósitos de reserva.
No voy a entrar en honduras, en primer lugar porque conozco mis limitaciones en la materia, utilizo este episodio porque me parece un ejemplo perfecto de políticas económicas totalmente diferentes a las del pasado. ¿A quien afectará esta medida? A los bancos, y fueron los bancos los que abrieron fuego con todas sus baterías. Esos mismos bancos que legítimamente obtuvieron muy buenas ganancias en estos últimos años. Y las obtuvieron como parte de una política para consolidar la plaza bancaria nacional después del desastre y también porque la economía está creciendo a niveles desconocidos. Pero había que decidir. Y el gobierno decidió muy bien: los bancos deben contribuir a esta situación.
Obviamente los muy creativos blancos y colorados no le pasó por el más remoto de los moños proponer que fueran los bancos los que aportaran parte de sus ganancias a enfrentar esta situación. Ellos tenían y repiten una sola receta: reducir el gasto público. ¿Qué quiere decir reducir el gasto público? No darle el 4.5% a la educación, a la salud, a las inversiones, a la seguridad pública. Es decir lo que ellos hicieron siempre.
Pero hay un episodio que pinta en todo su simbolismo la situación. ¿Quién habla a nombre de los bancos oponiéndose a estas medidas? El Ec. Julio de Brum actual presidente de la Asociación de Bancos Privados y ex presidente del Banco Central en el gobierno de coalición de blancos y colorados. ¿Lo recuerdan?
Es un profesional inteligente, didáctico en sus explicaciones y hasta declara con mucha chispa, tiene un solo pequeño detalle: tiene la visión y la mentalidad de un banquero, y por eso lo pusieron donde está ahora y también por eso estaba de presidente del Banco Central en el gobierno anterior. Y es también por eso que a los dos partidos tradicionales nunca, absolutamente nunca se les hubiera ocurrido proponer, rozar una idea que afectara la rentabilidad de los bancos.
¿Cómo se les puede ocurrir tamaño sacrilegio si fueron ellos los que con sus políticas absorbieron las perdidas de esos bancos a través de la financiación pública de las carteras pesadas? Me refiero a esas crisis cíclicas que cada aproximadamente 10 años nos dejaban a todos los uruguayos el peludo de regalo de miles de millones de deudas que había que pagar. Del Banco República y de los bancos privados.
¿Cómo se les puede ocurrir lejana, remotamente afectar a los bancos si fue durante un gobierno blanco y con el apoyo entusiasta de una parte importante de los colorados que se vendieron los bancos a los Peirano, a los Rhon y a Benhamu? ¿Y fue durante gobiernos anteriores que la secta Moon vendió su banco a otro de los resplandecientes grupos banqueros. Nunca sabremos los uruguayos cuanto nos costaron esas ventas, pero no tengan ninguna duda que estamos hablando de miles de millones de dólares. Así, sin anestesia.
El combate contra la inflación no es sólo un esfuerzo por los equilibrios macroeconómicos, es en primer lugar una visión de las prioridades sociales. Un informe de la CEPAL afirma que los pobres tienen entre 2% y 3% más de inflación que la tasa general porque lo que más aumenta son los alimentos, y estos tienen un peso muy grande en el gasto de los sectores más desfavorecidos de la población. Si subimos la línea de pobreza, más uruguayos quedarán por debajo de ella. Y no son estadísticas, es calidad de vida básica, alimentación o hambre para muchos miles de compatriotas.
Y si hay que incluir en las medidas necesarias para que la pobreza no crezca, para que las condiciones de vida de la gente no empeoren medidas que impacten en las ganancias de algunos de los sectores que están siendo privilegiados, desbordados por la bonanza de los precios internacionales, yo creo que también hay que considerarlas. Con mesura, con un impacto directo sobre los bienes de primera necesidad, pero no hay ninguna religión que imponga que algunos sectores revienten de prosperidad y otros de pobreza.
Por los próximos años nadie prevé que los precios de las materias primas que exportamos reduzcan sus precios, al contrario, y eso está produciendo una crisis alimentaria a nivel mundial. Nosotros no podemos – no tenemos capacidad de influir a nivel global – pero si tenemos que abrir bien los ojos y las sensibilidades para que el impacto social de esta situación vaya en la dirección del desarrollo, del crecimiento y de la redistribución democrática de la riqueza.
Cuando algunos gritan al retrazo cambiario y simultáneamente las exportaciones de bienes y servicios alcanzan cifras nunca antes rozadas en nuestro país que superan los 8 mil millones de dólares, en realidad muchos de ellos con elegantes palabras y tecnicismos varios lo que quieren es asegurarse que nada ni nadie afectará sus tasas de ganancia.
Y la única tasa de ganancia que debemos asegurar es la que corresponde a nuestro desarrollo y a nuestro progreso.
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