En medio de broncas varias, contra encuestadoras, contra muchos analistas muy locuaces, contra periodistas y sobre todo medios de prensa alineados escandalosamente para analizar, hay que saber elegir dos cosas: las prioridades, que son los temas fundamentales y el talante, la actitud.
Modestia y sobriedad, no como virtud asumida sino como actitud republicana y de izquierda. Es cierto nos amargaron la vida durante meses, nos hicieron paladear el amargo sabor de la derrota mucho antes de votar, pero reconozcamos que nos despabilaron, nos sacaron del letargo y que en definitiva tantas mieles victoriosas de la derecha, los engolosinaron a ellos, fueron ellos los que se creyeron la historia antes de que terminara el último acto y cuando cayó el telón, se quedaron sumidos en el desconcierto.
No es por generosos que debemos desterrar la soberbia, tenemos que tener humildad porque hablamos de gente, de compatriotas y de talante democrático y eso se pone a prueba siempre y sobre todo cuando se triunfa. Y lo nuestro fue un triunfo sobre todas las previsiones. Todas.
El Frente Amplio tuvo más votos que los dos partidos tradicionales juntos, e incluso sumándole los votos del Partido Independiente, es muy posible que tengamos mayoría parlamentaria en la Cámara de Diputados, y tenemos a nuestro alcance la posibilidad de conquistar la mayoría en el senado en la elección del 30 de noviembre. Triunfamos en 14 departamentos, en algunos baluartes blancos como Cerro Largo, y colorados como Salto y Rivera. Triunfamos en un territorio donde vive más del 90 % de la población nacional.
Tuvimos pérdidas y en medio de la euforia hay que ser capaces de analizarlas. Perdimos 37.000 votos en Montevideo aunque sigue siendo el principal baluarte de la izquierda y mantuvimos una alta votación en Canelones, a pesar de los bolazos de alguna encuestadora. Con un lápiz de punta afinada tenemos que analizar la votación en las diferentes zonas de Montevideo, de Canelones y en el Interior. Es notorio que hubo modificaciones en la estructura social, geográfica y cultural de nuestros votantes. Y es parte de la humildad y de la inteligencia analizar a fondo esa nueva realidad.
Ahora no podemos subirnos al carro contrario de las encuestadoras, que nos den resultados previsibles y descontados, y hagamos una larga siesta de cinco semanas hasta el 30 de noviembre. Hay que seguir con el envión, con el entusiasmo y con la inteligencia para ganar con holgura la Presidencia de la República.
Algunas otras conclusiones. No hubo traspaso de votos del FA hacia el bloque conservador. En absoluto.
Todos los pasajes y los personajes de "Por la Positiva" que tenían ese objetivo fundamental, como designación de ministros, levantar personas de méritos mediocres a niveles senatoriales, fracasó estrepitosamente. Blancos y colorados perdieron votos y porcentajes. Y los analistas que durante meses se dedicaron a comentar ese "sorpasso" de ambos partidos sobre el FA, ahora guardan un sospechoso silencio.
El proyecto de instalar el tema de la seguridad como un plebiscito central en las elecciones, también fracasó ruidosamente. No les dio votos a sus promotores, en particular a Bordaberry, y en medio de un gran debate nacional la reforma constitucional de la baja de la edad de imputabilidad perdió. Por poco pero perdió. Aunque sería otro acto de soberbia, no escuchar la opinión del 46.9 % de los uruguayos: la seguridad es un tema fundamental de la vida de la sociedad uruguaya y será una prueba de fuego para el próximo gobierno.
¿Cuál fue la causa principal de esta victoria del FA? Muy simple, fue la realidad.
La realidad del avance del país, de la mejora en las condiciones de vida de la mayoría de los uruguayos, del optimismo y la confianza social, del impacto directo, concreto en la gran mayoría de las familias y de los individuos, de las empresas y de las instituciones. Contra esa realidad es muy duro pelear.
Y en la construcción de esa realidad están obviamente en primer lugar los presidentes, muchos infatigables e inteligentes gobernantes a todos los niveles, pero está el aporte fundamental de Danilo Astori.
Y esa es la realidad, por más humo que se genere, por más intentos que se hagan de concentrar las miradas en algunos aspectos complejos como la seguridad y la educación, la marcha general del país en términos históricos, en términos comparativos internacionales y regionales, por donde se la mire, es incuestionable. Y la operación humareda general para utilizar los resultados de esa realidad para apropiarse de ellos y proponer una superación fracasó estrepitosamente. No pueden mirarse por separado los resultados de los blancos, con un discreto aumento del 2 % luego de semejante fogatas, y la caída del 4 % del Partido Colorado. El bloque conservador ahumado al extremo perdió votos y porcentaje y eso es mucho más evidente si se lo compara con las expectativas que eran de obtener mayoría absoluta en el parlamento. Y además perdieron bancas.
La realidad no se impone por sí misma, sobre todo en una campaña electoral, es parte del debate, de las movidas políticas, de todo el proceso. ¿Quiénes fueron los padres y las madres de esa irrupción de la realidad?
Primero, fue por lejos el pueblo progresista, y elijo cuidadosamente las palabras, fue una reacción general e individual de los progresistas, no solo de los frenteamplistas. Las cifras son muy claras. La gente que hizo los más grandes actos en las ciudades del interior, las caravanas, la participación en las redes sociales, las iniciativas de todo tipo, la conversación y el convencimiento uno a uno. Sin esa gente no hubiéramos triunfado. Y es un triunfo.
Sin la gente que luego de meses de mover muy poca gente en Montevideo, explotó una noche y desbordó todas las previsiones en aquella enorme multitud de Bulevar Artigas y la Rambla. Ojo con la memoria, no eran solo las encuestadoras, era también el ánimo decaído y la poca participación militante en la zona metropolitana la que nos preocupaba. Vale la pena recordar nuevamente el papel de las redes frenteamplistas, no solo por su ingenio y su temple, sino porque no disputan nada, no piden votos para ningún sector, se la juegan por todos.
Segunda paternidad-maternidad es el candidato. Que supo asumir sus fortalezas, analizar sus debilidades y ponerse en marcha a fondo, en la prensa, en las recorridas de todo el país y en lo más importante su capacidad para conectar con esa gente bien de pueblo, con esas esperanzas y expectativas y transformarlas en política, en votos, en movilización. Vázquez es sin duda un gran artífice de este triunfo, en particular por su capacidad de conectar con la gente.
En tercer lugar el gobierno, y el presidente. Si el gobierno tuviera problemas, el país estuviera paralizado, si la sensación dominante fuera del fin de una época, no hay Cristo que nos salva. Y es todo lo contrario, hay pujanza, obras, realizaciones y está Mujica, que le dio a la 609 una enorme votación, pescando adentro del FA pero sobre todo en las zonas sociales y geográficas vitales, y pescando afuera del FA.
Hubo un nuevo momento en las relaciones dentro del FA, porque el peligro aviva a los mamados de muchas maneras, pero también hermana a los necesitados. Se necesitaba un impulso unitario, recurrir al clima tradicional de fraternidad dentro del FA y eso relativamente se logró. No lo olvidemos al otro día de las elecciones.
Y no olvidarlo no quiere decir ocultar las diferencias, camuflar los debates, eso es veneno, eso quiere decir discutir, discrepar, analizar con respeto y no jugando muchas veces al borde el área adversaria y con sus medios y sus métodos.
El resultado de estas elecciones y las del 30 de noviembre que todavía hay que ganarlas, nos deben imponer la obligación de analizar a fondo nuestras carencias, nuestra estructura que está cada día más lejos de las necesidades políticas y está notoriamente envejecida. Y los jóvenes votaron nuevamente en su mayoría por el FA. Derrotamos otro verso inventado por algunas encuestas.
Y aquí entramos en un terreno resbaladizo que trataremos más adelante: las encuestas. Las encuestadoras y los analistas derivados de esas encuestas. No nos desviemos del tema principal, no nos concentremos en lo accesorio, analicemos la política, pero no descuidaremos en otro artículo esa realidad, que no es uniforme. Algunos militaron directamente por sus encuestas, y eso es lo peligroso y lo negativo.
Una palabra final sobre el clima electoral, sobre las consecuencias inmediatas del resultado.
Gran mensaje de Tabaré Vázquez, con un profundo sentido nacional y de estado en el acto de festejo del 26 de octubre. Habrá que analizarlo detenidamente.
Insistencia de Lacalle Pou en su mensaje de autoayuda, de permanente referencia a su persona y sus vicisitudes y no a los problemas del país en su discurso en el Hotel Columbia. Una cosa tenemos clara los uruguayos, si queremos un gigantesco tratamiento nacional de autoayuda ya sabemos a quién votar. Y por último el triple gesto de Pedro Bordaberry. Primero llamar por teléfono a Tabaré Vázquez en un gesto republicano, luego ir de inmediato a subirse a estrado ajeno para darle el apoyo estomacal, surgido desde el fondo de su ideología - que de batllista no tiene nada - y por último la frase de que el objetivo era "hacer mierda a Vázquez". Las explicaciones posteriores son todavía más lamentables. Pero si hay algo deplorable es la doble faz, en política y en cualquier orden de la vida.
Qué difícil es reconocer en esos gestos, en esa mezcla de viejos y retirados líderes del pasado colorado y a los actuales dirigentes del Partido Colorado, a aquel gran partido que construyó una parte fundamental de la identidad del Uruguay. Qué abismo con el batllismo, incluso de aquellos que lo tienen en su lema y poco más.
El batllismo en su historia no tiene nada en común con el herrerismo, ni ideológicamente, ni políticamente, ni socialmente, ni culturalmente. Eran uruguayos y poco más. El domingo 26 de octubre asistimos al penúltimo gesto de suicidio político de un gran partido político y movido por el enorme proyecto político de "hacer mierda a Vázquez". Da pena.
Nosotros los frenteamplistas tenemos que expresar los adjetivos, de modestia y la humildad en estas cinco semanas y sobre todo en los próximos cinco años de gobierno - si ganamos -, no porque somos generosos, sino porque somos de izquierda, somos progresistas, somos republicanos.
Hay una sola cosa que me preocupa mucho, y que no hemos resuelto: seguimos decayendo en la izquierda uruguaya en un tema clave, seguimos enfrascados en la política gestión, en la política administración y nos alejamos de la política cultura, de la política ideas y tensiones ideológicas y culturales. Eso que nos hizo de izquierda.
El triunfo tiene el enorme peligro de ocultarnos ese proceso que ha destruido enormes fuerzas políticas de izquierda en medio mundo, sobre todo en Europa.