Los países que saben reírse de sus defectos siempre me resultaron simpáticos, humanos. Están los otros los que se consideran infalibles y elegidos no se sabe por quién. Como en todas las cosas de la vida, todo es un problema de proporciones, un vaso de agua quita la sed y un río impetuoso te ahoga. Así sucede también con los mitos nacionales.
Uno de ellos es que el Uruguay sale de la larga siesta estival cuando llega el último ciclista de La Vuelta. Es decir luego de la semana de Turismo. Es una exageración y por lo tanto una falsedad. En el campo uruguayo, ni la agricultura, ni las vacas lecheras y de las otras, ni las ovejas, o los quinteros esperan el acontecimiento ciclista para producir. Las exportaciones que este año en los dos primero meses crecieron de manera significativa tienen un recreo en el verano, las industrias que están importando máquinas y equipos instalándolos y produciendo en forma creciente desde hace varios años, pueden darse el lujo de una prolongada paralización. La construcción termina su licencia a mediados de enero y se pone a pleno ritmo. Y podríamos seguir.
Incluso el carnaval más largo del mundo, que para él público es vivido como un esparcimiento, para miles y miles de compatriotas es un trabajo, un trabajo divertido que lleva muchos meses, muchas neuronas y genera mucha plata. Es parte de la famosa industria de las ilusiones, como el turismo, las ferias y congresos, los espectáculos, el cine, las exposiciones, los deportes. El periodismo, la información no pueden detenerse y no se detienen.
Podríamos seguir con la investigación, la educación, los exámenes, la producción de software y tecnologías que tiene un ritmo marcado por el mercado internacional y regional, la hotelería y todo lo vinculado al turismo que es exactamente al revés. Los bancos y la actividad financiera que es posible que antes se resintiera ahora tiene ritmos normales también en enero y febrero. ¿Y en el Estado?
Esa es la pregunta. Y es otro mito. No es un problema de la llegada ciclista, es más general, refiere a la necesidad de mejorar la eficiencia durante todo el año y no barricarse detrás de esas simplezas. En el Estado hay de todo como en botica. Hay entes, bancos, oficinas públicas, ministerios, municipios donde se trabaja duro y bien y hay de las otras. Esas diferencias de eficiencia y eficacia son más grandes en el sector público que en el privado. Y esa es una de las usinas del mito del Uruguay bucólico y lento.
El país se ha ido adaptando a ritmos internacionales en casi todos los sectores, y eso es muy positivo y hay que incentivarlo, promoverlo y acabar con el mito ciclista. Este no es un país que funciona a pedal. Alimentando esa imagen nos hacemos daños nosotros mismos, abrimos las puertas del desencanto y de las diversas formas de fuga y favorecemos a los peores, a los más lentos, a los más aprovechados.
Ahora miremos la realidad desde otra perspectiva. El uso del tiempo y el esparcimiento por parte de los uruguayos. No podemos ocultar por ejemplo que cientos de miles de uruguayos se toman vacaciones, en verano y en Turismo. No todos, desgraciadamente, hay muchos que todavía no pueden. El turismo social es una gran iniciativa en ese sentido. La semana de Turismo es emblemática.
Los uruguayos nos juntamos, en grandes familias, en barras de amigos y se nos desparramamos por toda la geografía nacional, nos visitamos, ocupamos todos los hoteles, pensiones, camping o acampamos junto a ríos y arroyos. Es un gran ejercicio de socialización, de encuentro, de amistad y de intercambio. Los de Montevideo nos vamos al interior y nuestros compatriotas del interior – muchos – se vienen a visitar parientes a la capital. Y un numero grupo de ciclistas pedalea por todo el territorio nacional. ¿Está mal? ¿Tenemos que vivirlo como una culpa? ¿Es uno de nuestros defectos? ¿No será un rasgo que nos muestra más humanos, sabiendo aprovechar mejor la vida?
Cuando vemos esos vehículos cargados hasta lo increíble recorriendo los caminos del país, esas caras de felicidad, de encuentro con un momento mágico, de disfrute del tiempo y del paisaje ¿tenemos que arrepentirnos y ocultarnos o vivirlo como una culpa? Yo creo que no. Que habla del placer de vivir de los uruguayos.
Nos acusan y sobre todo nos acusamos de ser pesimistas y quejosos, pues esa explosión de esparcimiento, de encuentro, de diversión de la semana de Turismo es todo lo contrario. Es un momento mágico para compartir tortas fritas, mate, naipes, vinito, asados, empanadas, cuentos y relatos, bromas, grapa y whisky, carnadas, carpas, bolsas de dormir, fogatas y mirar el cielo de día y de noche, con sol y nublado, el campo, la costa, el fuego en un fogón o una parilla. Los que son creyentes y practicantes van a misa y cumplen los ritos e igualmente participan de la diversión.
Wilson Ferreira Aldunate hizo una de las mejores y más profundas definiciones del Uruguay y sus habitantes: somos una comunidad espiritual. Y para seguir siendo Nación, tenemos que alimentar ese sentimiento, esa identidad espiritual. Eso se hace con grandes cosas, con palabras y conceptos enormes como la libertad, la justicia, la democracia, pero también con pequeñas cosas con perfume de brasas de coronilla y de guayabo.