¿Cómo llegamos hasta aquí?
Porque no afrontamos desde hace mucho los problemas internos del FA que se iban acumulando y creímos que manejando los instintos unitarios de la izquierda uruguaya y los estatutos podíamos resolver todo. Eso se fue agotando, se terminó para miles y miles de personas y por lo tanto si somos fieles mínimamente a nuestra historia, hay que revisar y cambiar a fondo.
Porque una fuerza que creció por sus méritos y por nuestras debilidades, como el MPP, se fue imponiendo paso a paso hasta cambiar la esencia misma del FA. No importa que no fueron fundadores del FA, que no son seregnistas, lo que importa es que ante el vacío ideológico y sobre todo político, fueron dominando y dominando. No hay culpas únicas, son compartidas.
El MPP avanzó y avanzó no solo porque tiene su propio proyecto político, que no difiere mucho de sus antecedentes como MLN, es decir la utilización de todo lo que está a su alrededor, sino porque los que debían equilibrar el barco se entregaron o fuimos cediendo, balde a balde hasta que el bote se escoró del todo.
¿Hay alguna ideología detrás del proyecto político del MPP? Siempre hay una ideología. Lo demostró mil veces, su referencia fundamental, antes y después es el poder. Y han sido muy exitosos. Con la ideología del poder y poco más, sometieron al PCU, algo impensable hace algunos años y a muchas otras fuerzas políticas del FA y... en el FLS que supuestamente debíamos ser junto con el PS factores de equilibrio, nos fuimos replegando y en cierta manera entregando. Y se ladeó el bote de forma insoportable.
Las candidaturas pasaron a ser los factores únicos de disputa. En todas las circunstancias. Cuando se dio correctamente la batalla se demostró que la victoria de este agrupamiento, el G8 o G9 o como quieran llamarlo no es inevitable, se puede equilibrar. Caso Mónica Xavier, caso Daniel Martínez.
Ahora por delante tenemos la disputa de la presidencia del FA. No importan las virtudes o el carácter frenteamplista que tiene Alejandro Sánchez, que lo tiene, el problema de fondo es que es del riñón más estrecho del MPP, y es apoyado por los impulsores de las recientes resoluciones de la Mesa del FA de apoyo a Sendic y del sector responsable directo de la gestión de ANCAP.
Lo que pasó en ANCAP, los resultados y las otras cosas no son solo responsabilidad de Raúl Sendic, solo fue posible porque el gobierno se lo permitió e incluso lo alentó. No a superar ciertos límites morales, ni al desorden total imperante en ANCAP, pero todo lo demás en especial la gestión fue posible por un determinado diseño político y programático, del que asumió personalmente y públicamente la responsabilidad José Mujica.
Y lo más importante, fue posible porque se han debilitado de manera alarmante los factores éticos en el FA. No puede ser indiferente cualquier tipo de gestión o la utilización de los dineros públicos, no puede ser aceptable culpar a otros compañeros y lavarse las manos sin ninguna autocrítica, no puede ser aceptable mentir y seguir mintiendo sobre un título inexistente hasta comprometer al gobierno y a toda la estructura del FA sin que nadie vote ni siquiera en contra de una resolución que, antes de ser un error político, es una afrenta para miles y miles de ciudadanos. Frenteamplistas y no frenteamplistas, en este caso es lo de menos.
Ese debilitamiento de la ética está en la base del desastre que estamos padeciendo en toda América Latina, el progresismo en sus diversas variantes. No voy a citar ejemplos porque me avergüenzan y me duelen en el alma. Pero son temas ideológicos y morales que no podemos obviar, ni esconder responsabilizando a la derecha y a cierta prensa.
El fortalecimiento de la derecha es el resultado directo de ese debilitamiento moral y ético de la izquierda y del progresismo. Cuando la izquierda debilita la moral, es más grave porque además le roba la esperanza a la gente.
¿Cuándo?
Fue sucediendo paso a paso desde hace mucho tiempo, incluyendo entre los factores principales los silencios y las claudicaciones que hemos tenido y que hemos confundido con defender a nuestros gobiernos y al FA. Hace tiempo que ese virus de que no solo lo político está sobre lo jurídico (argumento que fue utilizado ya en su momento por el presidente Mujica contra las resistencias del entonces canciller Luis Almagro ante las presiones de Dilma Rousseff por el ingreso de Venezuela al Mercosur) y mucho menos lo que sucede ahora, que lo político está por encima de lo moral y de lo ético.
¿Solo los gobernantes, los funcionarios padecen de este virus mortal para la izquierda? No, muchos militantes, sindicalistas y gente común se han sumado a esta cultura que no forma parte en absoluto de las tradiciones fundacionales y de la identidad de la izquierda. Aunque hay sectores que la practicaron en el pasado. Esta visión degrada lentamente a todas las instituciones y a la sociedad en su conjunto.
¿Ustedes se imaginan hasta dónde podemos llegar si seguimos por este camino? ¿Qué cosas podemos llegar a justificar? ¿Hasta dónde la política está por encima de la moral y la ética?
¿Por qué nos está sucediendo esto?
Por una combinación de factores. Por el debilitamiento absoluto del debate ideológico, sustituido por lucha de posiciones y cargos.
Por haber aceptado la lógica de que nuestros adversarios ya lo hicieron e incluso lo hicieron peor que nosotros. Argumento que hemos escuchado hasta el hartazgo de parte de dirigentes de izquierda.
Por una estructura del FA que se aleja cada día más, del contacto estable, permanente con la gente y que no lucha por empoderar a la gente, al pueblo, de la labor de cambiar la sociedad, la economía, lo social, lo educativo, lo cultural, en todo. Quisimos arreglar todo con crecimiento y plata.
Porque no tuvimos la audacia, la inteligencia, la valentía de cambiar con los tiempos en las estructuras políticas y en la necesidad de renovar en forma permanente el acuerdo de base que sostiene al FA.
¿Vamos a perder las próximas elecciones?
Depende de lo que hagamos desde el gobierno y desde el FA en estos 4 años. La resignación o las seguridades falsas y voluntaristas son suicidas. Como es suicida no tener grandes objetivos como banderas progresistas y nos limitamos a relatar la situación regional y nacional, o tener respuestas tecnocráticas.
Y si el poder nos sigue comiendo el seso y la moral, merecemos perder.
¿Hay que dividirse?
No, hay que equilibrarse y eso no se logra llorando, quejándose y menos retrocediendo. En política nadie regala nada.
Hay que volver a construir equilibrios diferentes y para que no haya dudas, hay experiencias que para mí están superadas. Lo digo a título personal: al MPP y a Mujica y ni que hablar a Sendic no solo no los voto para otra presidencia de la república, sino que hago campaña a favor del voto en blanco o anulado. Para que quede clarito. Y sin embargo no creo que debamos dividirnos, todavía, repito todavía hay más cosas que nos unen de las que nos dividen de nuestros adversarios. Y más cosas que nos unen de las que nos diferencian, que son muchas.
La opción de blancos y colorados en el gobierno sería un retroceso político y social muy grave.
Si se concreta un nuevo paso hacia el dominio del MPP y sus aliados de esa concepción utilitaria de la política, que pone en el centro el uso del poder, incluso de la manera más desordenada y entreverada posible, en el Frente Amplio, creo que sería un cambio irreversible.
No estoy hablando de cosas abstractas, sino de experiencias desde el gobierno, desde el uso de la prensa filtrando a diestra y siniestra contra compañeros y luego lavándose las manos y de seguir colocando la política por encima de la moral.
Lo que puedo comprobar leyendo encuestas -lo hago hace 30 años- estudios de grupos motivacionales, paneles, etc. es que vamos mal, muy mal y que estamos perdiendo credibilidad a nivel del gobierno y del FA. Eso lleva muchos años conquistarlo y se pierde muy rápido.
¿Cómo seguimos?
Primero, segundo y tercero: seguimos, no nos entregamos, damos la batalla. Una cosa es perder combatiendo y otra resignarse y entregar la construcción de generaciones de combatientes de la izquierda, de mártires y héroes y de gente común que se jugó la vida, la libertad y sus sueños replegándose o peor aun entregándose y en silencio. El silencio y las babas de ciertas negociaciones son una forma de entregarse. Seguimos luchando.
Buscamos construir una fuerte corriente plural y renovada, no se trata de sumar los que ya fueron captados por el poder, sino de apelar a la gente. No será fácil, nuestro principal enemigo es el desencanto, la desidia, el votar con los pies, no participar.
Debemos construir con ese amplio sector un programa mínimo de rescate del FA. A partir de la moral y la ética, que son y siguen siendo la clave de nuestra identidad y nuestros proyectos y de una sólida plataforma de apoyo al crítico, participativo y sin confusiones de roles al gobierno nacional y los departamentales, y sobre todo de un papel diferente, formas diversas de hacer política en el FA. Haciendo lo mismo, con las mismas estructuras copadas, seguiremos avanzando hacia el precipicio.
¿Cuál es el límite?
Nunca creí que tendría que formularme esa pregunta, pero ahora es obligatoria. Cada uno que busque su propia respuesta, hay muchos que ya la resolvieron, se replegaron, se fueron, nos dieron la espalda.
Yo voy a poner un solo límite: si en futuras instancias seguimos anteponiendo los intereses del poder (ya ni siquiera digo de la política, en el buen sentido de la palabra) por encima de la moral y la ética, ese es mi límite. Y me temo que tendremos otras duras pruebas.
Lo más preocupante de lo que sucedió en el Plenario del FA no es la actual situación, sino es lo que muestra hacia el futuro, lo que ya está justificando, las bases decadentes que fija para analizar los comportamientos. Ese es mi límite.
¿Por qué sigo?
Es una pregunta que me hace mucha gente ¿por qué exponerme? ¿Por qué someterme a tantos ataques y a la búsqueda sistemática de descalificación, hasta llegar a mentiras infames por parte de los más altos exponentes y sus escribas pagos de ese proyecto político de copamiento?
No es por valentía, hay gente mucho más valiente que yo que lo ha demostrado en la vida. Lo hago porque no acepto entregar 54 años de mi vida militante a una croqueta que nada tiene que ver con mis sueños, ni con las esperanzas de miles de mis compañeras y compañeros de la izquierda. Y sobre todo porque por las reacciones que veo en el pueblo uruguayo, en la mayoría, sigo sintiéndome orgulloso de mi gente, los uruguayos y dentro de ellos una parte importante de los frenteamplistas.