Durante el ya famoso "viento de cola", invento que no le ayudó en absoluto a la oposición meteorológica, nadie registró que, junto a los altos precios de los comodities, el petróleo alcanzó valores muy elevados que afectaron a nuestro país. Ahora el crudo está por debajo de los 60 dólares y bajando. Obviamente, a los cordiales opositores no se les ocurre otra idea que reclamar la baja del precio de los combustibles, demostrando nuevamente gran creatividad. Los directivos de Ancap, compitiendo en explicaciones, nunca aclararon que cuando el crudo estaba por encima de 100 dólares, si hubieran subido el precio de los combustibles un par de pesitos se licuaba el déficit pero se aumentaba la inflación. Elemental Watson.
Estimado lector: tómese el trabajo de leer esta nota aparentemente técnica, porque trato de aportarle elementos sobre una situación que tendrá que ver con su vida, su consumo, su transporte, la paz y las guerras en el mundo y una parte importante de los que le mostrarán los medios informativos y no solo en las cotizaciones del mercado, sino decapitaciones, asesinatos, torturas, presos y bombardeos.
¿Por qué está bajando el petróleo? Los EE. UU., el principal consumidor de crudo, está produciendo 4 millones de toneladas de petróleo con métodos de extracción no convencionales a través de la fracturación hidráulica o estimulación hidráulica (también conocida por el término en inglés fracking), que es una técnica para posibilitar o aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo.
El procedimiento consiste en la perforación de un pozo vertical en el cual, una vez alcanzada la profundidad deseada, a más de 2500 metros de profundidad, se gira el taladro 90° en sentido horizontal y se continúa perforando entre 1000 y 3000 m de longitud; a continuación se inyecta en el terreno agua a presión mezclada con algún material apuntalante y químicos, con el objetivo de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo y que son típicamente menores a 1 mm, y favorecer así su salida hacia la superficie. Habitualmente el material inyectado es agua con arena y productos químicos, lo cual favorece la creación de canales para que fluyan los hidrocarburos.
El petróleo y el gas en esos yacimientos se encuentran en rocas (esquistos) denominados en inglés shale.
Se estima que en 2010 esta técnica estaba presente en aproximadamente el 60 % de los pozos de extracción en uso. Debido a que el aumento del precio de los combustibles fósiles ha hecho económicamente rentable estos métodos, se está propagando su empleo en los últimos años, especialmente en los EE. UU.
La baja de los precios se debe a una guerra comercial entre EE. UU. por un lado y sobre todo Arabia Saudita, y recrudeció a partir del triunfo de los republicanos en las recientes elecciones en los EE. UU.
Mientras los EE. UU. utilizaron su producción "no convencional" para el consumo interno, todo era soportable para los sauditas y su círculo de referencia de la OPEC (30 millones de barriles diarios de producción), pero ahora que los republicanos están hablando y planificando salir al mercado internacional a competir, la cosa tuvo un cambio radical.
Ese es el motivo por el cual Arabia Saudita encabezó la resistencia en la OPEC a reducir el volumen de la producción y logró su objetivo. Es una auténtica guerra de precios.
Los costos de producción del petróleo no convencional son mucho más elevados que los de los países del Golfo, por lo cual afecta la rentabilidad de la producción petrolera norteamericana. Las empresas tienen costos promedios de producción cercanos a los 100 dólares el barril; venderlo a 60 dólares no es precisamente un gran negocio. Pero...
Pero el petróleo y en general los hidrocarburos han sido siempre el combustible de los motores y sobre todo de las guerras, y en esta oportunidad la guerra de precios tiene una directa relación con la política norteamericana a nivel global. Los precios bajos del crudo golpean fuertemente a los "enemigos" de los EE. UU. A Rusia -que ya siente los efectos-, a Venezuela, a Irán, a los insurgentes del norte de Irak y de paso le pega una cachetada a la Argentina.
El gigantesco yacimiento de shale de Vaca Muerta, uno de los mayores del mundo (Argentina tiene los segundos mayores yacimientos de este tipo en el planeta, solo superada por China), requiere de inversiones de miles de millones de dólares, y, con el precio del crudo a 60 dólares más los méritos del propio gobierno argentino, se dilata por un buen tiempo cualquier inversión para explotar esos yacimientos. Y en los EE. UU. pegarle -aunque sea de refilón- a Argentina es un beneficio adicional.
Hay una dura polémica a nivel global sobre los daños ambientales del uso del fracking, pero este no es el problema en estos momentos. Aquí se están jugando intereses globales y movidas geopolíticas militares de nivel mundial.
¿Qué es shale?
El shale o roca de esquisto es una formación sedimentaria que contiene gas y petróleo (shale gas y shale/tigh oil) y la Argentina tiene un gran potencial de este tipo de recursos. La característica definitoria del shale es que no tiene la suficiente permeabilidad para que el petróleo y el gas puedan ser extraídos con los métodos convencionales, lo cual hace necesario la aplicación de nuevas tecnologías. Estas consisten en inyectar agua a alta presión conjuntamente con la aplicación de agentes de sostén (arenas especiales), lo que permite que los hidrocarburos atrapados en la formación fluyan hacia la superficie.
Los recursos del shale son conocidos desde principios del siglo XX, pero hasta hace algunas décadas no existía la tecnología para extraerlos. A comienzos de los 70, por iniciativa del gobierno de EE. UU., se asocian operadores privados, el Departamento de Energía de EE. UU. y el Gas Research Institute para potenciar el desarrollo de tecnologías que permitan la producción comercial de gas de formaciones de shale. Esta asociación posibilitó el desarrollo de las tecnologías que son cruciales para la producción de shale gas.
El shale ha producido un cambio de paradigma en la producción mundial de hidrocarburos y en los mercados energéticos, ya que EE. UU., el mayor consumidor mundial de energía, dejará de ser importador de gas en pocos años gracias al aumento de su producción proveniente de los recursos del shale.
Las cifras de la guerra
Como en muchas guerras, en la batalla que libra Arabia Saudita para captar cuota de mercado hay tanques. Concretamente, tanques de almacenamiento.
Según los últimos datos del Departamento de Energía de EE. UU., los inventarios de crudo, gasolina y productos destilados (diésel incluido) aumentaron en 15,3 millones de barriles en la primera semana de diciembre. La cantidad esperada ascendía a 800.000 barriles solamente. El momento en el que se produce esta subida resulta particularmente chocante, porque normalmente las reservas suelen caer a finales de año para reducir la factura fiscal de las empresas de refino.
Este dato se suma a otros indicios de crecimiento. Según informó la AIE el mes pasado, en el mundo desarrollado las reservas de crudo comercial aumentaron 12,6 millones de barriles en septiembre; el dato contrasta con la caída media de los últimos cinco años, que en ese mes ha sido de 8,9 millones de barriles. Y si Arabia Saudita consigue sus propósitos, los tanques seguirán llenándose, lo que afectará a sus propios beneficios, pero, como espera Riad, perjudicará aún más a los productores de crudo de América del Norte.
A Arabia Saudita le interesa que las empresas de refino sigan procesando tanto petróleo como puedan. Para conseguirlo, ha reducido el precio de su petróleo frente al de sus rivales. De hecho, uno de los ejecutivos de Valero aseguró el mes pasado que los barriles de Arabia Saudita habían vuelto a tener precios competitivos. En agosto, las importaciones de EE. UU. del Golfo Pérsico alcanzaron su nivel más bajo desde principios de 2011.
Otro factor añadido es la forma en la que Riad vende su petróleo. Ofrece descuentos a distintos precios en el momento en el que el crudo se transporta, en lugar de semanas antes cuando se carga en los petroleros en el Golfo Pérsico. Como destaca el experto en energía Phil Verleger, esto reduce la exposición de las empresas de refino a las oscilaciones de los precios durante el transporte. En un entorno marcado por la volatilidad, esta es una opción atractiva para estas compañías.
Además, esta estrategia ayuda a Arabia Saudita a captar cuota de mercado a corto plazo. Al animar a las empresas de refino a seguir operando a pesar de que el crecimiento de la demanda global se ha ralentizado, Riad se asegura de que los tanques siguen llenándose. Así las cosas, todo apunta a que los inventarios seguirán subiendo en enero, sobre todo porque la AIE calcula que en este trimestre se abrirán casi 1 millón de barriles al día de nueva capacidad de refino. Esas empresas de refino competirán con las de EE. UU., lo que incrementará la presión competitiva sobre los precios de los productos como la gasolina. Esto, a su vez, aumentará el atractivo de los descuentos que aplica Arabia Saudita al crudo. Mientras las empresas de refino siguen a pleno rendimiento y aumentan las reservas, lo lógico es que los precios del crudo vayan acercándose a los 50 dólares el barril.
Cuando eso ocurra, Arabia Saudita esperará que los beneficios y el precio de las acciones de algunas petroleras de América del Norte se vean afectados, lo que obligaría a EE. UU. y Canadá a desplegar la bandera blanca. Y los EE. UU. esperan que varios países enemigos vayan también a la quiebra.
Como puede apreciarse, una guerra en defensa de los mejores intereses de la humanidad y la civilización.
PD. Lamento no poder traerles mejores noticias para este fin de año. De todas maneras, les deseo a mis lectores felices fiestas y un año nuevo mejor, mucho mejor que el actual.
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