La discrecionalidad, la arbitrariedad y la desproporción de las medidas adoptadas por el Comité de Disciplina de la FIFA tendrían que hacernos reflexionar a los uruguayos y a todos los amantes del fútbol, no a los amantes del dinero del fútbol, sino a los que pagamos ese dinero por el placer de ver el deporte y las competencias. Sin ese dinero no existiría nada, ni siquiera la FIFA.
Es ilusorio, toda esta pasión es porque Suárez es nuestro, pero la gravedad de esta medida debería impactar de manera muy fuerte en la opinión pública y en las autoridades internacionales y nacionales serias y responsables de todo el mundo. No lo hará, será una erupción pasajera.
El fútbol es sin lugar a dudas el mayor espectáculo global y el campeonato del mundo es la cumbre. La diversión, el espectáculo y el deporte forman parte de la vida, en el sentido más amplio e intenso de los seres humanos y por lo tanto de la civilización actual. Es un tema importante, muy importante.
Un Comité designado a dedo por el Comité Ejecutivo de la FIFA sin ninguna transparencia influye en la vida de un jugador y de millones de habitantes del planeta y tiene la capacidad de acumular penas que afectan su posibilidad de jugar (trabajar) durante 9 partidos oficiales de su selección, 4 meses en todos los planos (deportivo, administrativo, etc.) y además no puede ir a estadios y debe pagar una multa de 120 mil dólares. Ese tribunal supremo integrado por funcionarios, la mayoría de los cuales tienen el único mérito de ser sumisos a las autoridades de la FIFA y provienen además de países sin la más mínima tradición futbolística (por lo que no tienen ninguna experiencia en materia), en 48 horas investigan, juzgan y condenan.
A muchos periodistas y analistas se les ocurrió opinar de este episodio también sobre la actitud o la presunta actitud y la falta cometida por Suárez. No los critico, pero la sanción es tan arbitraria, tan injusta, tan desproporcionada que oculta todo lo demás, lo reduce a nada. Cuando las consecuencias de un hecho son totalmente desproporcionadas, lo primero que hay que analizar son esas consecuencias.
Es injusta porque no se juzgan hechos similares o incluso más graves con la misma ley, norma o vara y eso es totalmente contrario a la justicia más elemental. La lista de esos hechos que ocurrieron incluso en este mundial apareció de mil maneras en estos días. No hablemos de antecedentes anteriores, son cientos. Nunca hubo una sanción acumulativa tan grave por parte de la FIFA.
Pero hay otro aspecto que no ha sido tratado sobre este episodio y es la invasión imperial de competencias por parte de la FIFA. Imaginemos por un momento que otro país cualquiera, o un organismo internacional, le impusiera a un país, en este caso a Brasil pero en realidad en el futuro es a todos los países que alberguen a un partido de la selección uruguaya incluyendo a Uruguay, la prohibición de que uno de sus ciudadanos pueda acceder a un estadio. Recibiría un portazo en las narices y la reivindicación por parte de cualquier país digno de su soberanía.
Pues la FIFA es la dueña extraterritorial de los estadios de todos los países del planeta, de los hoteles donde se hospeda la selección uruguaya, y por lo tanto cualquier selección, y no pasa absolutamente nada. Y eso lo deciden sin derecho a apelación un conjunto de funcionarios que violan de manera absoluta y total todas las normas básicas del derecho liberal y democrático. Son un tribunal imperial y supra nacional, que además solo acepta su derecho, su jurisdicción. Es muy grave y en definitiva todos lo aceptamos.
Y que no me vengan con el cuento de la apelación ante la FIFA y luego ante el tribunal deportivo internacional. Eso, si sucede, actuará cuando todo ya sea irreparable.
Y la apelación es limitada y ridícula. Si mañana se probara por algún medio que el hecho por el que fue condenado Suárez no es cierto, es falso: ¿la FIFA pagaría algo, tendría alguna consecuencia por su error? Esto es lo que sucede en cualquier estado democrático del mundo. La FIFA es un imperio antidemocrático y sin ninguna justicia digna de ese nombre.
Hay otro ejemplo flagrante y reciente de invasión de la soberanía de un país. Brasil tiene una ley vigente por la que no se pueden vender bebidas alcohólicas en los estadios. Pues la FIFA le impuso que durante este mundial se puede vender una marca de cerveza porque es sponsor del campeonato. Y se lo impusieron a Brasil...
Todos hablan hoy de las acusaciones bastante sólidas y fundadas de corrupción en la FIFA al conceder la sede de un mundial de fútbol a Qatar, un país sin la mínima tradición en el fútbol y con un clima inconveniente en todos los aspectos para jugar porque puede afectar la salud de los jugadores. Estos hechos de corrupción no son un accidente, los imperios tienen inmoralidades o mejor dicho amoralidades imperiales. En realidad tienen todo eso junto y mezclado.
En un ambiente de total impunidad ante los tribunales de justicia nacionales e internacionales, frente a hechos de corrupción o manejos arbitrarios del poder, se generan los caldos de cultivo obligados para que se prospere una cultura mafiosa, de omertá. En una corte imperial digitada, donde sus máximos dirigentes se suceden para darle continuidad a los mandatos como en el caso Havelange- Blatter, ese clima de amoralidad es lo más natural del mundo. El motor de ese imperio, como de todos los imperios, es el poder y el dinero, dos elementos inseparables.
La existencia de ese poder imperial por encima de las naciones, de los organismos internacionales, del más elemental sentido de justicia y cuyo único objetivo es asegurar el éxito económico y el impacto social y cultural -que son inseparables- del mayor espectáculo del mundo, es posible por diversos motivos. Aclaremos: no se pone en evidencia con la sanción a Suárez, toda su existencia es una demostración imperial. Ahora nos tocó un nuevo episodio a nosotros los uruguayos.
El imperio es posible porque ha logrado elevar la mercantilización del fútbol al nivel supremo y total. Para manejar un negocio de ese tipo hace falta un imperio y toda la arbitrariedad que pueda conquistarse.
Es posible porque los organismos internacionales y los gobiernos lo han permitido, sin la más mínima reacción o norma.
Es posible porque el imperio ha reproducido satrapías en 209 federaciones o asociaciones nacionales que tratan de conquistar los mismos derechos e impunidades y que se amparan en el "derecho imperial" de la FIFA. Y uno de los ejemplos más burdos de esas satrapías impenetrables con un nivel de dirigentes que no representan ni intelectualmente ni en ningún sentido a la sociedad uruguaya media, es la AUF. Basta ver las declaraciones de sus dirigentes durante el episodio Suárez.
Y como correa de transmisión del imperio están las confederaciones continentales. Al frente de la sudamericana tenemos a Eugenio Figueredo, digno continuador de su tradición al frente de la AUF. ¿Por qué se enfrenta con otros poderes y otras bandas con el Uruguay? Por poder y plata, y nada más. Ah y por impunidad.
Cuando alguien se sale un poco de la norma los derrocan con un golpe de estado imperial y comercial. Pasó hace poco en la AUF.
Funciona porque los jugadores y las asociaciones que los mal representan no hacen nada y de una u otra manera forman parte del imperio y permiten que sus integrantes tengan que jugar en condiciones infrahumanas, por ejemplo en Qatar, o se vean sometidos a un tribunal de la inquisición.
Funciona porque la prensa en general y la deportiva en particular acepta y "normaliza" en su gran mayoría las normas e inmoralidades del imperio. Imaginemos los liberales del planeta dónde pondrían el grito si en un país se aplicaran las barbaridades jurídicas y la intromisión en la soberanía de las naciones que impone la FIFA. Pero no pasa nada o casi nada. En Uruguay hablamos ahora porque nos tocaron a Suárez, pero ya se diluirá y volveremos a la "normalidad". . .
El imperio funciona porque sus engranajes potentes y refulgentes del gran espectáculo global, el más grande de todos, nos encandila y frente a los televisores, a las radios, a los medios impresos o electrónicos y a los millones de celulares vemos correr la pelota y nos deleitamos pero también formamos parte de ese imperio, lo alimentamos con nuestro dinero y sobre todo con nuestra incapacidad crítica, con nuestra pasividad frente a esta gigantesca red imperial y por lo tanto arbitraria e injusta.
No se puede escribir la historia de la infamia planetaria sin incluir a la FIFA entre sus principales actores.
PD. Un agregado. Luego de escribir esta nota vi la conferencia de prensa del "Maestro" Óscar Washington Tabárez y coincido totalmente con él. En la dignidad que se expresa en primera persona que deja en tan difícil situación a otros representantes uruguayos en la FIFA, en su reivindicación del juego limpio, no como una actitud elitista sino como un mensaje sobre el mejor espíritu del deporte, y en particular porque no oculta, ni intenta hacerlo, que la actitud de Suárez era pasible de una sanción y lo que cambia todo es el ensañamiento de la FIFA.
Creo que no ayudamos en nada al fútbol uruguayo y al propio Luis Suárez si simplemente lavamos todo con la ferocidad de la FIFA. Hay cosas que están mal en cualquier deportista y peor en un profesional con la genialidad y el nivel de Suárez.
Acerca de los comentarios
Hemos reformulado nuestra manera de mostrar comentarios, agregando tecnología de forma de que cada lector pueda decidir qué comentarios se le mostrarán en base a la valoración que tengan estos por parte de la comunidad. AMPLIAREsto es para poder mejorar el intercambio entre los usuarios y que sea un lugar que respete las normas de convivencia.
A su vez, habilitamos la casilla [email protected], para que los lectores puedan reportar comentarios que consideren fuera de lugar y que rompan las normas de convivencia.
Si querés leerlo hacé clic aquí[+]