Hay días que me pongo demasiado oficialista, ni yo me soporto. El jueves fue uno de esos días, en lugar de ir a La Tertulia a mi batalla semanal obligatoria, me dediqué a escuchar por radio la presentación del equipo económico de gobierno. Y me salió el oficialista desenfrenado. Y no hago el desentendido, no me presento como un periodista independiente y objetivo. Lo confieso.
No los voy a abrumar con cifras, el que quiera acceder a toda la información puede entrar en http://www.espectador.com.uy/1v4_contenido.php?id=110676 y allí tiene todos los discursos, los textos, los power point de primera mano. Yo voy a escribir de sensaciones.
La sensación que tengo es previa a esa presentación, la recibí en el shopping cuando fui a comprar el regalo para el primer año de uno de mis nietos, fue hablando con los taxistas, con comerciantes amigos, con diareros, con vendedores de libros a domicilio y con libreros bien instalados, con el que distribuye el agua envasada, con un sanitario, un carpintero y con gente común y en todos los casos me comentaron que están mejor, que venden más, que tienen más trabajo que hace un año y muchísimo más que hace tres años y los más veteranos, me dicen que no recuerdan un periodo de consumo como el actual. Se consume mucho más. Y no es un consumo de elite – que también ha crecido, pregunten a los vendedores de coches de lujo – es un consumo masivo, que abarca los barrios, el pequeño y mediano comercio y las grandes superficies movidas por ríos de gente.
Hay un clima diferente, mejor talante, más perspectivas, más planes, más endeudamiento y por lo tanto más crédito. En Montevideo y en el interior. Unos amigos de Tacuarembó me contaban que la ciudad está irreconocible, hay un movimiento impresionante a todas horas, gente, motos, autos. Son las nuevas empresas. Ellos viajan a Rivera y también allí el movimiento es muy grande.
Me produjo una sonrisa socarrona cuando luego de que se aumentó la previsión de crecimiento del PBI al 7.25% los “analistas” hayan dedicado tantas energías a explicar porque ellos no previeron antes ese salto de 2 puntos. Eso no es lo importante, eso es accesorio y casi ridículo, frente a una desocupación consolidada del 8.2%, frente a reservas por 4.000 millones de dólares, frente a un crecimiento del comercio exterior, de las inversiones, frente al hecho histórico que después de 40 años, si de 40 años el país por primera vez recompra 500 millones de dólares de su propia deuda, y se puede ahorrar entre 10 a 15 millones anuales de intereses. En un año tenemos la plata para terminar el SODRE! Por ejemplo.
Frente al aumento del número beneficiarios de Asignaciones Familiares que superarán en el 2009 los 500 niños y adolescentes con pago mensual y un significativo aumentos de los montos, al crecimiento de la inversión social, en la salud, en la educación todos deberíamos estar celebrando. Es un éxito nacional, de todo el país, de su sociedad. No, no descuidemos nuestra parte de pesimismo, nuestra cuota de frustración, busquémosle la quinta pata al gato. Y si no aparece desde la política, siempre puede aparecer desde algún iluminado economista de la oposición vestido ahora de guru profesional del fracaso.
Esos mismos economistas que le atribuyen todos los méritos a la situación internacional y que durante su ejercicio político en diversos gobiernos nos dejaron déficit intragables, una deuda en constante ascenso, una inversión bajísima y bancos en manos de asaltantes con patente. ¿Lo recuerdan? Sería bueno que lo recordáramos porque todavía lo estamos pagando. La crisis del 2002 no es sólo responsabilidad del gobierno de la época, en realidad el regalito se lo dejaron los dos gobiernos anteriores. Le dejaron el trampolín bien alto, el país bien desprovisto, la piscina casi vacía, y el déficit y la deuda en ascenso libre.
Todo lo que se ha conseguido en materia económica y social es el resultado de la buena suerte de este gobierno. La conducción nacional es una lotería, mejor es invocar los astros y acariciar las bolas de cristal que pensar en política y elegir bien. Los buenos gobiernos son una casualidad, un azar. La cábala sustituye a la política. Nos tratan a todos de ingenuos.
Si alguien quiere buscar explicaciones a algunas ferocidades actuales de la política, sin duda encontrará una buena explicación en esta nueva situación que ninguno de los feroces agoreros de la oposición previeron nunca. Se les fueron al caño sus previsiones de que luego de la reforma fiscal caería el consumo en picada y la inversión se desplomaría, se les trituró la imagen de un país sumido en el caos y el desorden, así que algunos, ajenos y otros nuestros están un poco, un poquitín frustrados.
La política debería incluir la obligación de arriesgar previsiones, sino es una pobre crónica de la realidad. Yo me voy a arriesgar: ninguna de las generaciones que viven actualmente tuvieron la oportunidad que hoy tiene el Uruguay de saltar hacia delante, de crecer en todos los aspectos, de ser más rico, mucho más rico, más justo, más educado, más sano y más libre. No sólo más libre democráticamente, sino más libres de la necesidad. Tenemos un largo camino por recorrer.
Si hoy nos va bien, si podemos encarar un positivo balance de las promesas electorales del Uruguay productivo, social, cultural, democrático, integrado, inteligente y enriquecerlo con muchos otros elementos, es por absoluta culpa de este gobierno. Con sus aciertos, con sus líneas estratégicas, con sus inexperiencias, sus carencias y hasta sus errores.
(*) Periodista. Coordinador de Bitácora