El final del año 2012 contrasta con lo ocurrido un año atrás con respecto al estado de las relaciones políticas entre el gobierno y los partidos. En aquel momento cerrábamos el año con una reunión en Suárez convocada por el Presidente de la República con la presencia de los dirigentes de todos los partidos, para dar inicio a un proceso de diálogo que se prolongó durante los meses de verano a los efectos de definir un acuerdo político multipartidario por la educación.
Desde el comienzo del gobierno de Mujica los vínculos entre el gobierno y los partidos habían sido cordiales, en virtud de ello y de la decisión firme del propio Presidente se habían establecido acuerdos políticos que incluyeron, básicamente, dos componentes. Por un lado, cuatro documentos que establecían entendimientos multipartidarios sobre los correspondientes temas considerados más relevantes para el período que se iniciaba y, por otro lado se establecía un acuerdo de coparticipación en los entes y servicios del Estado.
El año 2011 mostró, obviamente, diferencias políticas relevantes y propias de un sistema democrático plural, pero se mantuvo un cierto nivel de diálogo positivo y constructivo que permitió intentar un nuevo acuerdo multipartidario, en este caso específicamente sobre la educación.
Sin embargo, el año que termina mostró un profundo deterioro de las relaciones políticas entre gobierno y partidos, incluyendo descalificaciones y duros juicios cruzados entre unos y otros.
El acuerdo multipartidario fracasó porque el gobierno mantuvo una insostenible ambigüedad entre los contenidos acordados con los partidos y las demandas de los gremios de la enseñanza que, como se sabe, eran contradictorias con aquellos acuerdos. Esto determinó que, uno a uno, todos los partidos declaráramos nuestra desvinculación del compromiso de tales acuerdos.
Por otro lado, el gobierno enfrentó otros temas en los que mostró graves errores de gestión. Este fue el caso de la grave crisis de la empresa PLUNA y su pésimo manejo, anterior y actual, que generaron un nuevo motivo de grave confrontación entre el gobierno y los partidos. Por otro lado, la debilidad con la que el gobierno enfrentó su relación con su par argentino y la crisis de Paraguay, así como la aceptación ilegítima del ingreso de Venezuela al MERCOSUR agregaron mayores niveles de confrontación política.
El retiro de Vamos Uruguay de los ámbitos de coparticipación política, dando una respuesta equivocada y exagerada a los desencuentros políticos, también contribuyó al deterioro del diálogo político.
Pero, más allá de los temas concretos registrados a lo largo del año, el factor que más contribuyó al deterioro de las relaciones políticas fue la forma en que el Presidente Mujica trató a los diferentes partidos a lo largo del año. En muchas oportunidades de manera gratuita, el Presidente descalificó y despreció a los partidos que no estamos en el gobierno.
¿Cuándo comienza este cambio de actitud del Presidente? A mediados de año, cuando en un par de semanas ataca con adjetivos duros a los diferentes dirigentes de todos los partidos.
Actuó con desprecio cuando señaló que no iba a pedir los cargos de los representantes de los partidos porque no quería generarles problemas de desocupación a sus dirigentes. Nos destrató cuando se nos calificó de un "partido congelado" y nos mandó a "sacarnos la escarcha" simplemente porque señalamos que el Frente Amplio tenía importantes diferencias internas. También destrató al Partido Nacional cuando los acusó de actuar de manera crítica porque "tenían muchos candidatos y estaban todos peleados". Les faltó el respeto a todos los uruguayos cuando recomendó a los legisladores blancos que se "preocuparan por lo que hacen sus esposas" porque perdió los estribos ante el reclamo de que destituyera al Presidente del BROU. Y hace apenas unos pocos días acusó de estar motivados por el "odio" a los que cuestionaron su postura con respecto a la legalización de la marihuana.
Es cierto que desde los partidos tradicionales varios dirigentes atacaron y descalificaron de diferentes formas al gobierno y al propio Presidente en lo personal. También estas actitudes deben ser cuestionadas y rechazadas.
Pero no menos cierto es que el Presidente Mujica, por su investidura, tiene una responsabilidad mayor en el manejo de las relaciones institucionales. Sin embargo, no ha cuidado las formas y, en muchos casos, fue quien "inició las hostilidades".
Es el Presidente el que "marca el tono" de las relaciones políticas institucionales y sus salidas de cauce afectan sustancialmente el nivel de las relaciones entre gobierno y partidos. El Presidente parece no darse cuenta que estas actitudes también lo afectan y erosionan a él mismo.
Sería muy bueno que el Presidente Mujica reflexione sobre sus actitudes y declaraciones de los últimos tiempos. Uno de sus principales atributos positivos ha sido su capacidad de diálogo y entendimiento con todo el sistema político, seguramente tiene las condiciones para recuperar el diálogo con todos. Depende de su decisión y de su capacidad de separar los naturales y duros debates políticos que se producen en el transcurrir de un gobierno, del necesario recato y distancia institucional que el ejercicio de la Presidencia requiere.
Ojalá que el año 2013 sea un tiempo en el que, sin mengua de los debates y las diferencias políticas y programáticas que seguirán existiendo y seguramente se expresarán con la correspondiente energía y vigor, se recupere un nivel de diálogo que permita recuperar el tono y el nivel del debate político entre el gobierno y los partidos. Todos debemos contribuir a ello, pero es el Presidente el que tiene la iniciativa y la responsabilidad mayor.
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