Si un ciudadano común, medianamente informado, que lee algún diario o semanario, escucha algún programa político o mira los informativos de la televisión tuviera que opinar sobre la situación del Frente Amplio, creo que se vería en aprietos. Incluso si es un fiel votante del FA. Hoy hace falta un buen mapa, y la paciencia de ir poniendo al día sus límites y su trazado todos los días. Parece que algunos en el Frente han decidido que el principal instrumento para hacer política es una buena batidora eléctrica.
La prenden todos los días, y nos ofrecen sus resultados. Los ingredientes pueden ser parecidos, incluso idénticos, pero las velocidades, los humores, las especulaciones con las que se utiliza el artefacto producen efectos muy diferentes.
La penúltima - digo, porque en realidad hasta el instante final no sabremos cuál es la última – es el acuerdo ad referéndum entre el MPP, el Partido Comunista y la Vertiente Artiguista para hacer dos cosas: apoyar la fórmula Mujica-Rubio y sacarla a como dé lugar con los dos tercios de los votos en el Congreso del FA. No es un invento, escuché las entrevistas el viernes 28 de dos parlamentarios hablando del tema. Y leí declaraciones de un ministro.
Previamente se conoció una resolución de la reunión de los 7 grupos con representación en el senado que habilitaron a todos los candidatos a presentarse en igualdad de condiciones en el Congreso. No entiendo ¿Hace falta autorización también para eso? ¿Qué es? ¿Una muestra de generosidad, o un elemento más para aumentar la espuma del batido y la confusión?
Todos los grupos y líderes proclaman que su objetivo es ganar las elecciones. Pero con diversos acentos y entusiasmos. Por ejemplo: hay quienes afirman (MPP) que perder no sería tan grave, otros (MPP) que casi seguro que no ganaremos en primera vuelta, mientras todo el resto del FA declara que hay que hacer el máximo esfuerzo para disponer de mayorías parlamentarias.
Cuando todos creíamos que al Congreso se iban a presentar tres candidatos, Astori, Martínez y Mujica, incluso el senador Mujica se había referido a Martínez como un posible compañero de fórmula, alabándolo de una manera muy particular: “es un buen tipo, es profesional pero no lo parece”, cosa que debe haber dejado extraordinariamente contentos y exultantes a los universitarios de este país y en particular a los de izquierda. Dos días después se conoce por los medios el acuerdo MPP, PC, Vertiente y la nueva fórmula, ahora proclamada como la definitiva: Mujica-Rubio.
Ese mismo ciudadano medianamente informado y absolutamente harto y confundido debe preguntarse: ¿Qué fue lo que cambió? ¿Qué nuevas ideas programáticas y acuerdos estratégicos determinaron esta alianza entre los tres grupos del FA?
Por la coincidencia en el tiempo de este enésimo cambio y ciertas declaraciones en el diario El Observador y en otros medios, alguien puede pensar que el haber confirmado que Lavagna será asesor de Mujica en temas económicos, o que hay que aplicar mano dura con los consumidores de droga, que hay que armarse para suplir las carencias del Estado, son los nuevos elementos que reforzaron la identidad política y programática y ni que hablar ideológica para que estos tres grupos no sólo proclamen su fórmula, sino algo bastante más complejo y peligroso: acuerden que si alcanzan los dos tercios de los delegados de una estructura de comités de base que todos, absolutamente todos sabemos que se ha debilitado enormemente, proclamarán una formula “oficial” del FA. No escuché desmentidos a estas afirmaciones.
Esto último ya es un ingrediente que corre el riesgo de hacer saltar la tapa de la batidora-licuadora. La unidad es flexible, se estira, es generosa, es una conquista histórica de la izquierda, es nuestra identidad, pero algunos deberían saber que no pueden tratar a sus compañeros a las bofetadas. Del otro lado están cuatro grandes grupos políticos y cientos de miles de ciudadanos que se han manifestado por una determinada candidatura, la de Astori, y merecen un mínimo de respeto. El mismo respeto que merece la oferta del nombre de Martínez por el Partido Socialista.
Yo hasta último momento espero no tener que arrepentirme de lo que escribí el domingo en Bitácora (www.bitacora.com.uy), sigo teniendo confianza. Si no llegamos a un acuerdo entre los siete grupos, vamos a las elecciones internas y acordamos un debate de nivel y con respeto. Y que cada uno se asuma sus propias responsabilidades.
Aclaremos que no hay mayoría de ningún tipo que pueda impedir que vayamos a las elecciones internas. Nunca se hizo en el Frente y además por encima de todo está la Constitución de la República. Si no podemos con los estatutos del Frente, siempre queda recurrir al pueblo frenteamplista para que opine.
¿Es lo mejor? No, sería mucho mejor que hubiera un acuerdo realista y nos dejáramos de fuegos de artificio y de darle vuelta a la perilla de la licuadora, pero, si no logramos una solución en el congreso, tendremos que ir a las elecciones internas con todos los riesgos.
En la batidora - pero en este caso colocado por la realidad - apareció en esta última semana un nuevo ingrediente. Cinco diversas encuestas de opinión pública expresan la misma idéntica tendencia: el FA está en el 42% promedio de intención de voto y en la interna crece notoriamente el apoyo a Astori y baja el apoyo a Mujica. Todas las empresas no pueden estar equivocadas y haberse puesto de acuerdo con aviesos propósitos.
Es decir, uno de los argumentos más fuertes y centrales del apoyo a la fórmula Astori-Mujica se demuestra verdadero: esa fórmula es la que da mayores posibilidades de ganar las elecciones, y sobre todo de conquistar la franja de los indecisos. Pero ya entre los propios votantes del FA la tendencia al orden de preferencia Astori-Mujica se está consolidando.
Quiero aclarar para que no quede ninguna duda: si existiera la posibilidad de elegir la candidatura oficial de Danilo Astori por dos tercios del congreso del FA y simplemente dejar en libertad a los otros postulantes para que se presenten a las elecciones internas, yo estaría en contra con la misma pasión y la misma firmeza. En este tema no se trata de fuerza, se trata de principios. El que torpedea por conveniencia circunstancial las bases de la unidad del Frente, está asumiendo una responsabilidad muy grande. Y eso vale para todos. Si no hay acuerdo vamos a las elecciones sin importar las mayorías en el Congreso.
Si no hay acuerdo, todos estamos en libertad de actuar y buscar los caminos formales y constitucionales para definir las candidaturas. Yo escuché personalmente apoyar esta definición en varias oportunidades a los máximos dirigentes del MPP.
Hay un aspecto que debemos considerar. Los métodos, el compañerismo, las relaciones entre las fuerzas políticas. En el FA no todo es estatuto, programa, locales, comités, historia, figuras, hay cosas intangibles y muy importantes, una de ellas es el compañerismo, es la compleja y delicada construcción de ciertas formas de respeto y de cuidado en la relación con los compañeros.
En las últimas semanas asistimos a formas de agresión y de violencia en los ataques por ejemplo contra Tabaré Vázquez que a mí me preocupan. Si ahora agrego ciertos desaires, maltratos y jugueteos con otras fuerzas políticas, con grupos y con partidos de izquierda de larga historia, tengo realmente miedo que el poder nos haya introducido el peor de los virus, el de que por su disputa vale cualquier cosa, incluso estaquear a los compañeros, y confiar que la batidora resolverá todos los problemas. Lo que siempre utilizó la izquierda fue un instrumento bastante diferente y más simple: una buena brújula. Eso nos enseñaron nuestros grandes, comenzando por Seregni.
PD. Cuando ya había escrito este artículo percibo que las brújulas no sólo se pueden buscar en el pasado, también hoy si miramos el movimiento sindical, su inteligencia, su capacidad de articulación y de negociación, su apego a los principios y a su historia en el reciente Congreso, nos están dando a todos y sobre todo a los políticos de izquierda una gran lección. ¿También esa será puesta en la batidora?