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Pablo Mieres

Escribe Pablo Mieres

Educación: la hora decisiva

La situación en educación ha llegado a su punto de inflexión. El cambio ocurrido en el pensamiento de las autoridades de gobierno desde comienzos de este año, incorporando un diagnóstico e ideas de cambio que recogían nuestros viejos y reiterados planteos que desde el PI veníamos realizando desde antes de la campaña electoral de 2009, debían generar en algún momento un fuerte enfrentamiento dentro del partido de gobierno.

16.11.2011 08:47

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2011-11-16T08:47:00-03:00
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En efecto, el Frente Amplio no tenía en su agenda un diagnóstico y una propuesta de reforma educativa
con contenidos sustanciales de cambio. Había llegado al gobierno en plena armonía con las direcciones gremiales de la enseñanza, que eran casi en su totalidad, de su mismo partido. Desde el gobierno implementó el "libreto" que había formulado desde la oposición: "lo que necesita la educación para mejorar es más presupuesto y que manden los que saben, es decir los dirigentes de la educación".
Así hicieron desde 2005 en adelante. Aumentaron sustancialmente el presupuesto, multiplicándolo por tres, y pusieron al frente de la educación a personas que tenían trayectorias vinculadas, en la mayoría de los casos, a la militancia gremial en la enseñanza.

Por si fuera poco, al final del período de gobierno aprobaron con los exclusivos votos de su partido, una Ley de Educación plagada de errores estratégicos que, en lo sustancial institucionalizaba la participación gremial en la conducción de la educación.

Los resultados de esta estrategia comenzaron a "romper los ojos" a todos en este país. La educación está cada vez peor; los resultados son horribles y nuestro país va quedando cada vez más atrás, ya no con respecto al mundo desarrollado, sino con respecto a los demás países de nuestra región latinoamericana.

Más vale tarde que nunca, en el gobierno "sonaron las alarmas" y, uno a uno, cada uno de los sectores del Frente Amplio fue desarrollando su análisis crítico sobre la situación de la educación y formulando sus propuestas de reforma que se fueron alineando, cada vez más, con las iniciativas que nosotros reclamábamos desde hace varios años.

Sin embargo, este cambio de evaluación y, sobre todo, de orientación a la acción por parte del gobierno no fue acompañado por los viejos dirigentes gremiales, ni por una buena parte del núcleo duro militante de los gremios de la enseñanza.

El problema es que, además, esta concepción ideológica anacrónica es compartida por buena parte de los jerarcas de la educación que este gobierno eligió hace menos de dos años, cuando este proceso de autocrítica no había comenzado.

Era obvio que, en algún momento los "abanderados" del "bloqueo perpetuo" al cambio en la educación iban a emerger con energía. Con la ventaja de que siempre es más fácil bloquear que transformar.

Estos sectores no representan los intereses de los docentes, representan la defensa de una concepción ideológica que pretende consagrar la idea de que la autonomía en la educación implica que son ellos (los propios gremios) los que deben conducir la educación de nuestro país, descalificando a los partidos políticos y calificando a toda iniciativa de "neoliberal" y "vendida a los intereses del imperialismo".

Por eso el Consejo de Secundaria se rebeló contra el CODICEN, porque han decidido que es el momento de enfrentar los "vientos de cambio", antes de que se confirmen.

En este panorama, si el gobierno quiere transformar la educación, no tiene marcha atrás; debe enfrentar a los representantes de la "conservación" que están presentes en la misma conducción de la ANEP y en los sindicatos correspondientes.

Si no está dispuesto a dar esta batalla, que es una batalla política de primer orden por la educación de nuestros jóvenes y adolescentes, entonces sus discursos no serán más que eso, meras declaraciones que se las "llevará el viento".

Para ello resulta imprescindible que, en esta instancia, se sustituya a los integrantes del Consejo de Educación Secundaria que han desacatado una decisión del CODICEN y se ponga en su lugar a un equipo que esté en franca sintonía con los cambios que hay que instrumentar.

Como dice el dicho: "en la cancha se ven los pingos"; ahora el gobierno debe demostrar si tiene la voluntad política real y firme para cambiar la educación. Si así fuera tendrá detrás con toda la energía al conjunto del sistema político para acompañar y defender las decisiones.

Si, por el contrario, se resigna ante el poder corporativo, tendremos un triste transcurso de los próximos tres años en donde los jóvenes de nuestro país seguirán recibiendo una educación cada vez peor.
No hay más tiempo y, por otra parte, los conservadores de siempre han decidido que es el tiempo del enfrentamiento. Debería ser la hora del cambio, ¿lo entenderá definitivamente este gobierno?