Hace quince años que en el Uruguay no se ha realizado un debate entre candidatos presidenciales. Desde 1994, cuando Tabaré Vázquez debatió con Julio M. Sanguinetti primero y luego con Juan A. Ramírez, nunca más los uruguayos pudieron evaluar las posturas y propuestas de los candidatos en el marco de un debate.
Desde que comenzó esta campaña se ha hablado de la posibilidad de realización de un debate entre los candidatos. Las declaraciones han ido y venido, amagues, postergaciones, formatos diversos, hasta la insólita propuesta de debate entre fórmulas presidenciales. Incluso uno de los candidatos ha puesto precio a su presencia, reclamando un pago en especie para debatir.
Entretanto, la campaña deriva hacia discusiones banales como el traje del Pepe, los “perritos falderos” u otras descalificaciones y adjetivos despreciativos. Nada se dice sobre los asuntos que afectan la vida de la gente, los verdaderos asuntos que preocupan a los uruguayos quedan en segundo plano o directamente permanecen ajenos de la agenda pública.
Es por eso que nos pareció posible desafiar al Dr. Bordaberry a un debate por lo alto y por ideas, para dar el ejemplo a los candidatos más viejos de que la nueva generación de políticos podemos actuar de otra manera.
Es necesario renovar la política poniendo los asuntos que preocupan a la gente en el centro de la agenda electoral. La gente quiere respuestas e ideas para mejorar la seguridad, la gente quiere conocer las propuestas para cambiar la educación, para superar la pobreza, para aumentar el empleo y los salarios. En definitiva, la gente quiere escuchar respuestas a los problemas de su vida cotidiana; quiere que los políticos que les pedimos el voto lo hagamos explicando las razones por las que hay que votar a uno o a otro.
Es por eso indispensable que la gente conozca el pensamiento de los diferentes candidatos. Es por eso que, ante la dificultad de lograr un debate abierto entre los cuatro candidatos, pueda impulsarse un debate entre los candidatos que supuestamente representamos la renovación de la política.
Si el Dr. Bordaberry no rehuye esta posibilidad y acepta el reto daremos una señal política de que es posible discutir, polemizar y debatir con altura y mirando al futuro y, por primera vez en quince años, los uruguayos asistirán a un debate entre candidatos presidenciales.
Será un importante aporte a la profundización de la democracia y a la calidad de la discusión política que tanto se ha debilitado en estos años de mayorías absolutas.