Varios artículos a nivel internacional evidencian una tendencia mundial que pone en cuestionamiento el valor de la horizontalidad e interacción de las redes en el vínculo entre los ciudadanos y la política. Desde reflexiones de académicos iberoamericanos hasta expertos en ciberguerras estadounidenses, pasando por los esfuerzos de empresas como Facebook y Twitter por autorregularse, se evidencia más que nunca la denuncia de manipulación para influir en las opiniones de las personas. Todo esto alimenta un debate que recuerda a los peores vicios de la política y reafirma los prejuicios de la ciudadanía en torno al descrédito de la actividad, ahora en una nueva faceta: las redes.
Uruguay, por características poblacionales, por su dimensión, por su historia y por su presente tiene un lugar privilegiado en indicadores internacionales de libertad de expresión, de calidad democrática y de desarrollo humano. Artículos, medios y editoriales de todo el mundo lo han destacado como una especie de laboratorio en políticas de toda índole, valorando el aporte que este pequeño país tiene para hacerle a la política mundial.
Hoy, en los albores de una nueva campaña electoral, el país que atrajo tantas veces miradas ajenas, tiene la oportunidad de ofrecer una experiencia política esperanzadora en el tratamiento de las fake news, la posverdad y el vínculo entre la ciudadanía y los actores políticos que forman parte de la (antigua) fijación de agenda pública o la (más actual) conversación.
Según la Real Academia Española la posverdad es una "distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales" y las "fake news" son para Jonathan Albright1 investigador de la Universidad de Columbia "... un contenido que puede ser viral y que muchas veces está sacado de contexto. Está relacionado con la desinformación y la propaganda, y se asemeja a un engaño intencional".2
Integrantes de todos los partidos políticos de Uruguay, de todas las jerarquías han sido victimas o promotores (consciente o inconscientemente) tanto de la posverdad como de las fake news, en las distintas redes sociales en las que discurre la conversación política.
Existen ya, nacional e internacionalmente, colectivos periodísticos que se encargan de chequear la veracidad y rigurosidad de los dichos de los integrantes del sistema político. Uycheck (Uruguay), Chequeado (Argentina) y el "Detector de mentiras" del sitio La Silla Vacía (Colombia) son algunos ejemplos regionales de una tendencia mundial que se denomina Fact Checking. Este movimiento periodístico nació como herramienta de control hacia los discursos públicos de los políticos y fue mutando para aportar una mirada seria y externa sobre los contenidos que circulan en las redes. La sección del periódico costarricense La Nación #NoComaCuento es quizá la más reciente herramienta de aporte al proceso electoral de las democracias latinoamericanas.
Todos estos son ejemplos de un actor natural en la vida pública, como lo es el periodismo, controlando los discursos o las conversaciones que se dan en la política. Una antigua -y saludable- práctica con nuevas herramientas y formatos.
Uruguay hoy, por sus características, se encuentra ante la posibilidad de generar un movimiento, un acuerdo que nazca y se impulse desde el propio sistema político. Un acuerdo multipartidario que promueva la autorregulación. Un documento con un mecanismo claro de control que denuncie y extinga rápidamente aquellas noticias, datos o informaciones que impulsen aún más el descreimiento en la clase política como colectivo.
El primer desafío es su implementación. Pero es algo que un comité independiente de académicos y periodistas, de alto nivel como los que tiene el país, puede asumir. Con reglas preestablecidas y espacios para la denuncia y el chequeo de la información.
El segundo, y más importante, es el compromiso de los partidos políticos, sus dirigentes y sus campañas por defender la verdad más allá de colores y creencias. El promover un mecanismo que defienda al otro cuando es injuriado. Porque el otro siempre puede ser propio.
Uruguay está iniciando un largo proceso electoral que puede incitar la vieja viveza criolla en nuevos envases de fake news y posverdad o ponernos en medios internacionales nuevamente como ejemplo, esta vez de autorregulación y construcción de democracia moderna.
Todo está por hacerse, todo está por verse.
Por Julián Kanarek
1: Director de Investigación del Tow Center for Digital Journalism, Universidad de Columbia.
2: Nación Data: Jonathan Albright: "Las fake news juegan un rol clave en elecciones": http://blogs.lanacion.com.ar/data/sin-categoria/jonathan-albright-las-fake-news-pueden-jugar-un-rol-enorme-en-elecciones/
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