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02.08.2010 21:03
La interpelación no tuvo consecuencias políticas (eppur si muove) El Frente Amplio tiene los votos en el Parlamento para derogar, si así lo desea, la ley de la gravedad. Pero aún así los objetos, porfiadamente, continuarán cayendo.
Hace poco más de un año, en marzo de 2009, el Relator Especial de la ONU sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, no sólo advirtió sobre que las condiciones de reclusión en nuestro país eran "de las peores del mundo" sino que "han ido constantemente empeorando durante los últimos años". Por lo pronto hay una constatación que rompe los ojos: no es posible seguir reivindicando el camino que nos condujo a este lamentable estado de cosas. El camino transitado hasta el momento está en la base, es en gran parte determinante, de la situación que hoy nos consterna. El día de la interpelación, casi con angustia, pudimos ver en el video del horror, los gases incandescentes a 1100ºC devorando la cuadra de la cárcel de Rocha. No era humo de cigarrillos. Eran 12 de los nuestros que en el medio del furor por los triunfos celestes, morían carbonizados. ¿Y nadie es responsable? ¿Las condiciones deplorables en que se encontraban detenidos, fueron fruto del azar? ¿Surgieron quizás por generación espontánea? Por supuesto que no. Y por cierto que hay responsabilidades compartidas. Por otro lado, la otrora ubicua voz de las organizaciones sociales también ha estado ausente. ¡Cuánto se ha reclamado en plena dictadura desde las organizaciones sociales por los derechos de los presos! Parece que en este país tomamos nota de que los presos tenían derechos cuando eran presos políticos (algunos de los cuales hoy son nuestros gobernantes), pero automáticamente dejaron de tenerlos, cuando dejaron de ser políticos. Y salvo honrosísimas excepciones (recordamos, por ejemplo, una columna del Senador Fernández Huidobro), también el sistema político, en su conjunto comparte esa responsabilidad. No obstante, sería muy injusto no reconocer que, desde que asumiera la cartera del Interior, el Sr. Ministro Eduardo Bonomi, ha realizado gestos que, de alguna manera, salvan su responsabilidad. Incluyendo el propio día de la interpelación, cuando el Ministro vino a la Cámara de Diputados a decir la absoluta verdad sobre los hechos. Poco favor le hace al Ministro la declaración que se termina aprobando con los votos de la regimentada mayoría de la bancada oficialista y que expresa que las medidas adoptadas son "continuación inequívoca de las que comenzaron a adoptarse en el anterior período de gobierno". Porque además, es una absoluta falsedad. En 1984, la extraordinaria novela de George Orwell, el Ministerio de la Información tiene a su cargo la tarea de corregir todas las informaciones de los acontecimientos del pasado para hacerlos coherentes con la estrategia y la práctica cotidiana del gobierno. La bancada oficialista, con esta penosa determinación, que parece más orientada a dirimir y ocultar diferencias internas del propio partido de gobierno, asumió circunstancialmente el pasado miércoles, ese triste papel. %%Noticias_asociadas_INI%%
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