Podrá considerarse que la destacada colocación del goleador compatriota es producto de sus méritos personales o de la influencia del Barcelona, su nuevo club, pero debería servir al menos para que desterremos definitivamente la pequeñez del mercado y la pobreza relativa como causas ineluctables de nuestras limitaciones.
Es poco probable que Suárez haya contado con mejores instalaciones deportivas para perfeccionar su arte que el holandés Van Persie o el alemán Schweinsteiger, ambos con menor puntaje que "El Pistolero". Tampoco sabemos que haya tenido una infancia más o menos feliz que el colombiano Radamés Falcao, a quien también supera. ¿Cómo es posible entonces que haya llegado tan alto?
Cualquier explicación que se busque para tan extraordinario fenómeno tendrá que pasar al menos por tres coordenadas: la convicción, el sacrificio y la paciencia, materializadas luego en la mejora de las habilidades, la superación de las adversidades y el aprovechamiento de las oportunidades.
Algunos lo llaman "perseguir un sueño" y bien podría ser un tema de campaña en estos meses de insustancial carrera hacia la presidencia. A esta altura de los acontecimientos, es alarmante la sucesión de obviedades y lugares comunes, apenas desafiados por algunas apariciones de Pedro Bordaberry. Al menos hay que agradecerle al candidato colorado que se anime a tirar piedras al pozo del discurso de la campaña, ubicuo y centrado hasta la exasperación.
¿Cuál de los candidatos transmite la idea de que es posible alcanzar las cumbres de la excelencia? ¿Cuál es el sueño detrás del cual nos invitan a marchar? Que conste que se habla de sueños y no de ensoñaciones ni mucho menos de pesadillas.
El Uruguay parece gratificado con su ascenso social sin tener presente que, en varios rubros, vive en una de las peores cuadras del barrio global y que bien podría aspirar a más. Acaso a mudarse al mundo real donde los guarismos de las estadísticas se midan con los de las mejores ligas.
Hay más nichos de calidad total a los que podemos aspirar más allá del fútbol, el arroz, la trazabilidad del ganado, la informática y el gobierno digital. Incluso si nos detenemos en estos rubros, hay más cracks y más valor agregado que podría surgir de nuestros campitos. Ninguno de los presidenciables está invitando a soñar con que podemos alternar entre los campeones del mundo sino tan sólo a mantener nuestra posición de liderazgo en la liga de barrio.
Perseguir un sueño no es la única variable de éxito pero es seguro que nadie alcanza lo que no sueña. El camino es demasiado duro e incierto y nadie que no persiga un sueño es capaz de soportar los sinsabores. Bien que lo sabe Luis Suárez.
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