La intensificación de la movilización de sus simpatizantes, lanzados finalmente a la conquista de los indecisos, y el creciente optimismo que exhiben las principales figuras del oficialismo, así lo evidencian. Sin embargo, hay por lo menos otros dos indicadores de que la candidatura de Vázquez se afianza en el último mes, al tiempo que sus competidores entran en zona de turbulencias.
Uno de esos indicadores es el desconcierto en el que parece estar la fórmula nacionalista. Después de unos meses rutilantes, que en el caso de Lacalle Pou arrancaron a comienzos de año, el principal retador de la oposición comenzó a lucir impreciso.
Quizás no se esperaba los golpes bajos. Quizás creyó que Vázquez y el Frente Amplio no tendrían respuestas al desafío que presentaba su juventud y su talante. Quizás su comando no supo dosificar la energía y las novedades y el fuego inicial se disipó antes de lo necesario. Quizás los asesores le están guardando una bala de plata para octubre, ya sea argumental o propagandística, de cuya existencia nadie tiene noticias. Quizás haya un poco de todo eso, pero lo cierto es que algo pasó en el último recodo de la campaña, lo que hace que la recta final presente un panorama diferente al que se preveía un mes atrás. Después de todo, el eslogan "Por la positiva" parece haber cumplido su función pero no alcanza para convertir en presidente a un buen candidato. "La oposición no entiende que nosotros somos el nuevo Partido Colorado", me dijo, ufano, un jerarca de gobierno. La expresión se refiere a que los diez años en el gobierno de la izquierda la convirtió en el nuevo partido del poder y eso supone cosas significativas para los votantes.
Contar con un elenco de gobierno y con buenos relevos en un contexto de razonable prosperidad, es sinónimo de estabilidad. La oposición no ha ofrecido hasta ahora nada semejante.
El otro indicador de que Vázquez avanza es que ratifique la continuidad de Bonomi. La situación es ambigua y Vázquez lo sabe. Por eso las preguntas que lanza al rostro de la oposición son apenas retóricas. La delincuencia no cesa y los uruguayos sienten que se vive en un tembladeral de inseguridad, pero también es verdad que Bonomi realizó cambios sustantivos en la Policía, obtuvo buenos resultados en la lucha contra el narcotráfico y promovió la atención integral a las causas de la violencia delictiva.
Sin embargo, la población reclama razonablemente que haya un cambio, esto es, que sea otra la persona que conduzca una cartera que expone a su titular a un altísimo desgaste. Ratificar a Bonomi es un error que, con competidores pujantes y desafiantes, podría costarle a Vázquez la presidencia.