Las palabras de Moreira (en idéntico sentido se había pronunciado el vicepresidente Astori) llegaron luego de que la senadora Lucía Topolansky dijera que estaba dispuesta a ocupar ese lugar "si el Frente Amplio me lo propone y Tabaré está de acuerdo".
La puntualización de Moreira y Astori puede ser interpretada como un parate a las aspiraciones del MPP de hacerse con la candidatura a la vicepresidencia, aunque todos en el Frente Amplio saben que la opinión de Vázquez será decisiva para definir la fórmula una vez que supere el trámite de las primarias. Lo más significativo de lo dicho por Moreira es el desafío que tendría el Frente de diseñar propuestas para competir en octubre.
Más que con propuestas, los candidatos oficialistas compiten con la gestión del gobierno. Al menos en países económica y políticamente estables como Uruguay, la consolidación de las mayorías no suele verse afecta por golpes de efectos tales como candidatos estrellas o propuestas mágicas. Si el electorado tiene una valoración mayoritariamente positiva sobre el desempeño del elenco gubernamental, el candidato presidencial ve acrecentadas sus chances. Si en cambio, cree que es tiempo de ensayar un cambio, buscará entre las ofertas electorales cuál es la que mejor interpreta su humor y sus aspiraciones.
Desde luego, siempre es mejor competir con un buen candidato y un conjunto de propuestas atractivas y significativas, pero esto es más relevante para los retadores. ¿Qué sentido tendría pedirle al representante del partido de gobierno, él mismo presidente hasta hace cuatro años, que nos sorprenda con un manojo de ideas sacadas de la galera? Cualquiera podría reprocharle, como lo hacía el Frente Amplio cuando era oposición, que no esté utilizando sus influencias en el gobierno para hacer realidad esas propuestas ahora mismo.
El senador Jorge Larrañaga, que se asoma como el principal contendor del Frente Amplio en octubre, cree haber encontrado en el caso Pluna su bala de plata. Larrañaga y Alianza Nacional, buscan acorralar a Vázquez y Astori ampliando la denuncia penal, procurando, más que una improbable condena, la exhibición pública de algunos temas de Estado mal resueltos. La enseñanza y la seguridad, completan la tríada con que la oposición va a machacar en los próximos diez meses.
En suma, son los candidatos opositores quienes deberán convencer a ese segmento esmirriado, poco politizado y políticamente conservador de la ciudadanía que define las elecciones, de que ellos son preferibles a Vázquez y que cambiando el partido de gobierno se arreglará la enseñanza, se resolverá el problema de la violencia delictiva y se mejorará las relaciones comerciales con Argentina, sin afectar el crecimiento y el bienestar ganados durante las dos administraciones frenteamplistas. La tarea no es imposible pero tampoco sencilla.
Gerardo Sotelo