Desde luego que no todos somos criminales y que tampoco lo eran muchos de los que murieron por causas políticas. Pero ese no es el punto que señaló Vázquez, sino cómo los uruguayos avalamos, por acción o indiferencia, a quienes cometían los crímenes.

¿Era aceptable que un grupo secuestrara y asesinara so pretexto de un futuro mejor? ¿Se atendieron adecuadamente las denuncias de torturas durante los gobiernos de Pacheco y Bordaberry? ¿Pueden las Fuerzas Armadas ampararse en la Ley de Seguridad Nacional y el Estado de guerra interno para cometer crímenes? ¿Fue ético justificar dictaduras por razones ideológicas? ¿Se buscó comprender las razones de los adversarios y respetar su dignidad? Después de tanto dolor, no deberíamos conformarnos con el tradicional "no, pero...". En nombre de las víctimas y de nuestros descendientes, podríamos esta vez pronunciar un "no" rotundo, de manera de mostrar que aprendimos la lección.

Es cierto que el Ejército no pide perdón en su reciente informe sino que reclama un reconocimiento por los servicios prestados, por indignante que resulte. También es cierto que algunos antiguos guerrilleros recuerdan sin arrepentimiento la época en la que se dedicaban a los secuestros extorsivos. En este duelo de distraídos, el vicealmirante Daners y el ministro Mujica sobresalen por su sentido del deber.

No se trata sólo de saber dónde están los cuerpos de los desaparecidos y quién cometió esos crímenes, como dijo Jorge Vázquez, hermano y prosecretario del presidente. Tampoco de dar vuelta la página para olvidar un pasado infame, propósito tan inútil como contraproducente. De lo que se trata es de que cada uno cargue con la responsabilidad y el arrepentimiento que le corresponda y lo manifieste públicamente.

Pedir perdón puede ayudarnos a cambiar definitivamente el juego y dar un salto de gigante en la construcción de una convivencia saludable. De paso, dejaremos a los frívolos, los oportunistas y los criminales irredentos, sin coartada con que chantajearnos. Por añadidura, resultará un enorme servicio a la patria.

Suertempila