La economía estadounidense no deja de extranjerizarse. A partir del año 2000 la compra de activos estadounidenses desde el exterior se quintuplicó con relación a la década anterior. El siglo XXI comenzó con un trillón de dólares de activos estadounidenses vendidos a empresarios extranjeros. Dos años después, Estados Unidos tenía una posición inversora internacional negativa en un guarismo equivalente al 25 por ciento de su PBI.
Los datos refutan al menos un par de tesis "antiimperialistas". Si bien es cierto que la prosperidad de Estados Unidos se financia con capitales de todo el mundo (en la segunda mitad de los noventa recibió el 80 por ciento del ahorro mundial) esto no es el resultado de ninguna imposición militar o política. Los capitales llegan voluntariamente y en cantidades gigantescas sin necesidad de que se dispare una sola bala ni que desembarque un solo marine.
¿Por qué ocurrirá semejante fenómeno? ¿Por qué la gente no invierte en bonos argentinos o liberianos? ¿Será que los inversores son todos antipatriotas? ¿Será que los inmigrantes carecen de conciencia de clase? Más bien todo lo contrario: cualquiera que administre capitales con cierta responsabilidad (incluyendo su propia fuerza de trabajo) buscará invertirlos en un mercado que dé los mayores réditos con el menor riesgo. ¿Y adivinen qué? La economía estadounidense ofrece una alta tasa de ganancia, por no hablar de la estabilidad institucional y el respeto de las leyes y los contratos. Pero además, si fuera cierta la tesis de que el dominio se extiende con la adquisición de activos en los "países dependientes", estaríamos ante los imperialistas más distraídos de la historia. ¿Cómo es que no impiden semejante extranjerización y pérdida de soberanía?
La capacidad de Estados Unidos de generar riquezas, de abrir el camino del bienestar a sectores excluidos (incluyendo un millón de inmigrantes que llegan cada año), de combinar competencia y colaboración, de renunciar a la planificación centralizada, de nutrirse de las decisiones económicas que toman las personas comunes, son algunas de las claves de su enorme riqueza. Es allí y no en la beligerancia de su presidente, donde se sustenta su rico patrimonio.
Suertempila