CYBERTARIO: LA COLUMNA DE GERARDO SOTELO

 ...y que quizás no tuviera tiempo aunque le gustaba mucho porque hacía rato que quería volver a escribir regularmente pero que no sabía si tendría inspiración y tiempo aunque que igual le interesaba y que estaba dispuesto a tirarse al agua a pesar de sus temores, porque no es que no tuviera nada para decir sino que creía que las cosas que el decía la gente no quería escucharlas aunque lo escuchaban ya fuera para putearlo o cagarse de risa pero que igual las decía porque algo queda y eso es importante en un país donde la gente no discute en serio de nada o más bien de nada que valga la pena y que cuando discute lo hace en base a prejuicios y apriorismos que más que diálogo termina siendo un monólogo retardatario y agresivo y que la verdad es que las columnas periodísticas no tenían el peso que tienen en otros países y que otrora tuvieran en Uruguay y que por lo menos en su columna, si es que la respuesta que les pedía era satisfactoria, él iba a expresar su pensamiento a contracorriente de lo que queda bien porque eso es lo que piensa, sostiene y suscribe al pie, justo ahora que nadie quiere cuestionar sino subirse a la bañadera de los ganadores y tirar serpentinas (yupi, yupi, yupi) pero que él no es muy amigo de los corsos porque la gente después quiere saber si sale con alguna comparsa y porque desde chico lo asustan los cabezudos y que no importa que no haya más cabezudos porque también se asusta con los Coraceros y que además él no es de subirse sino más bien de bajarse de los carros alegóricos para que no lo confundan con el marqués de las cabriolas pero que él no va a hacer eso con su columna que tanto esperó que le dieran la oportunidad de escribir sino que va a escribir con la misma libertad con la que habla en la radio y que tan mal no le va, sólo que ahora va a escribir  y por eso va a ser riguroso en el manejo de la sintaxis y la puntuación y que lo único que quiere saber era la respuesta a una pregunta que lo remitía a un consejo de un veterano periodista que le dijo que cuando escribiera hiciera como aquel director técnico que le pedía a sus jugadores que si iban a patear al arco lo hicieran fuerte y a los ángulos y que por eso él tenía una sola pregunta para hacer: ¿vale chumbear?