Los consejeros de la central sindical observan que en la mayor parte de los mercados nacionales existen prácticas oligopólicas, y entienden por ello necesario extender y controlar el cumplimiento de los acuerdos de precios, "y no como ahora (que están) librados a la voluntad de cada participante". La fórmula incluye una mayor contribución "por parte de los sectores que más se han beneficiado en estos años y que cuentan con capacidad contributiva".
El documento del Instituto Cuesta-Duarte comienza con una razonable apelación a no dejarse ganar por "la estrategia del pánico" o "el achique desmedido", recursos a los que suelen apelar las patronales cuando negocian aumentos salariales. Sin embargo, los redactores del documento pretenden quitarle más dinero a quienes, habiendo tomado decisiones en una coyuntura económica y fiscal determinada, obtuvieron los mayores beneficios. Así, se busca alterar "a posteriori" las reglas de juego con las que los actores económicos determinaron cuánto y cómo intervenir.
Quizás sería más razonable castigar a quienes invirtieron de manera ineficiente o dispendiosa, porque su fracaso supone la pérdida de riquezas y la frustración de las expectativas generadas en torno a sus fallidos emprendimientos. La medida sería absurda e impracticable pero constituiría al menos una señal de reconocimiento para quienes colaboraron positivamente en el desarrollo económico y social del país.
El dinero que está en el bolsillo de los empresarios y los asalariados después de pagar impuestos es de su entera propiedad. Entre los sectores que más se beneficiaron del ciclo económico expansivo de la última década se encuentran cientos de miles de trabajadores, pequeños y medianos empresarios, cuentapropistas e intermediarios, la mayoría de los cuales pudieron generar puestos de trabajo y mejorar su calidad de vida, además de sostener el costo del Estado. ¿Habría que obligarlos también a ellos a pagar por su éxito más de lo que ya han pagado? ¿A partir de cuánto considera el PIT-CNT que estamos ante quienes "más se han beneficiado"? Pero además, ¿qué cree que pensaran los inversores que estén considerando invertir el Uruguay, cuando se enteren de que los impuestos no son los que son sino que pueden aumentarse en el futuro en base a su eventual éxito económico?
Los asesores del PIT-CNT insisten en aplicar medidas de fracaso comprobado. Si alguna falta hiciera, ahí están los ejemplos de Argentina y Venezuela para testimoniar cómo se termina cuando se avanza por el camino del control de precios. Pero alcanza con razonar por el absurdo: si fuera útil adoptar medidas administrativas para terminar con el alza de precios, ¿cómo es que aún existe? ¿Cómo es que la Academia Nobel no ha reparado en tan genial descubrimiento?
Quizás lo peor no sea que el PIT-CNT proponga otra vez medidas arbitrarias y contraproducentes, sino que, teniendo ante sí la solución (terminar con las prácticas monopólicas y oligopólicas) haya optado otra vez por aplicar la fórmula para asar la manteca.
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