Estamos “asesinando en silencio”, es la imagen que utilizó Cristiana Pa?ca Palmer para referirse a la pérdida de especies de plantas y animales en todo el planeta. Pa?ca Palmer sabe de lo que habla; ella es la secretaria ejecutiva de la Convención para la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas, el tratado marco responsable en asegurar la preservación de todas las especies vivas. Para dejar las ideas en claro, agrega que la extinción de las especies es diferente de otros problemas ecológicos a escala planetaria, como el impacto climático, ya que éste puede tener consecuencias palpables inmediatas, pero la desaparición de nuestra fauna y flora puede pasar desapercibida, y cuando nos damos cuenta de ellos ya es muy tarde --- la extinción ya ocurrió.
Esto se dice en el marco de la presentación del reporte “Planeta Vivo” del año 2018, donde se actualiza la información sobre la situación de la biodiversidad. Entre sus principales conclusiones se destaca que el ritmo de desaparición de las especies es acelerado y afecta a un número muy amplio de especies vivas, tanto plantas como animales. No estamos ante un proceso ecológico o evolutivo, donde nuevas especies mejor adaptadas estarían suplantando a otras. Por el contrario, esta desaparición se debe a la acción humana.
El reporte, preparado por el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF – por sus siglas en inglés) y la Sociedad Zoológica de Londres, incluye un relevamiento de un poco más de cuatro mil especies de vertebrados. Se encontraron disminuciones en todos ellos, estimadas en el 60 % del tamaño de sus poblaciones entre 1970 y 2014. Sabemos que se están perdiendo poblaciones de animales emblemáticos, como los grandes mamíferos africanos, pero la situación de otros es también dramática a medida que más se estudia. Por ejemplo, el informe indica los peces de agua dulce han padecido la más alta tasa de extinción entre los vertebrados, con una disminución calculada en un 83% desde 1970.
Las reducciones en los vertebrados son especialmente agudas en América del Sur y América Central (con un 89% en ese mismo período). Se confirma que ya estamos muy lejos de aquel conocido mito de que nuestro continente constituye una reserva ecológica planetaria. Es más, la Amazonia, la más extensa selva tropical sudamericana, ya ha perdido el 20% de su cobertura en los últimos cincuenta años.
Los principales factores que operan en la reducción de poblaciones y en la extinción de las especies son los siguientes:
La pérdida o degradación de los hábitats naturales. Las especies sucumben debido a que los ambientes que les dan refugio, alimento y les permiten reproducirse, se modifican sustancialmente o desaparecen. Son los casos, por ejemplo, de esteros o bañados que son desecados, selvas que son taladas o la transformación desencadenada por la agropecuaria.
En otros casos, hay especies que son sobre-explotados. El ser humano captura año a año un número de individuos por encima de las capacidades que tiene una especie para reproducirse. Esto es particularmente agudo con los peces bajo uso comercial, y en especial con aquellos que son afectados por la pesca depredadora. Pero esto también opera en la caza furtiva o la tala selectiva.
La contaminación está impactando en muchas especies ya que erosiona la calidad de los ecosistemas. Así como los químicos pueden afectar a los humanos, algo similar ocurre con distintos animales.
Especies invasoras y enfermedades también generan muchos efectos negativos, aunque no siempre ello reciba la atención que merece. Uno de los ejemplos más conocidos es el “carfacol africano”, que apareció en Brasil hacia la década de 1970, y ahora se ha extendido por buena parte de todo el hemisferio.
Finalmente, se debe indicar al cambio climático. En efecto, las alteraciones en la temperatura (sea con extremos de frío o calor) como en las lluvias (incluyendo picos de sequías o inundaciones), pueden afectar a muchas especies. A medida que cambian las temperaturas promedios, las especies adaptadas sea a ambientes más cálidos o más fríos, van cambiando sus áreas de distribución.
Todos estos factores operan en Uruguay. Ello explica la persistente problemática con nuestra fauna y flora nativa. Entretanto, el gobierno está elaborando su sexto informe nacional sobre la diversidad biológica, como parte de su estrategia nacional en esa materia. Esta estrategia a su vez responde en buena medida a compromisos internacionales del país, tales como ser miembros de la Convención de la Diversidad Biológica, que es el marco multilateral para proteger el acervo natural del planeta.
Los compromisos bajo ese acuerdo mundial requieren aumentar la superficie de las áreas ecológicamente protegidas del 10% al 17% de la superficie terrestre al año 2020. Buena parte de las naciones están lejos de esa meta, y aquellas que alcanzan esos números en muchos casos tienen las llamadas “reservas de papel”, con poco o ninguna vigilancia o manejo al interior, tal como reconoce la propia convención.
Uruguay está entre los últimos de ese ranking, con una superficie protegida que está un poco por encima del uno por ciento del territorio. Queda mucho por hacer, y el primer paso es reconocer, con humildad, que enfrentamos una situación crítica.
Más información
Información Planeta Vivo. 2018: apuntando más alto. WWF. Disponible en castellano en: http://awsassets.wwf.es/downloads/informe_planeta_vivo_2018.pdf
La imagen de este artículo es tomada de este reporte.
Entrevista a Cristiana Pa?ca Palmer en The Guardian, 3 noviembre 2018, Stop biodiversity loss or we could face our own extinction, warns UN.