El presidente Mujica volvió a disparar munición gruesa, esta vez en una entrevista con el periodista Carlos Gabetta para el diario argentino Perfil, y nada menos que sobre el contenido de una posible reforma constitucional. La entrevista daría para muchos comentarios pero detengámonos en dos asuntos.
Según Mujica, lo peor del denominado "socialismo real" (eufemismo con el que se denominó al catastrófico experimento comunista) no fue su condición antidemocrática ni su "ferocidad represiva" (según él mismo acota) sino "la burocracia". La conversación ya traía un rumbo macabro aunque nada novedoso: para el presidente uruguayo, el problema de meterle la mano en el bolsillo a la gente no es que se trata de un robo sino que, si lo hace a quien tiene que invertir, "no invierte y al final tengo menos para repartir" en salario.
Como se ve, el freno de la ley no es un tema de derechos sino de táctica, y el salario que recibe uno es plata que se le saca a otro. Una idea probablemente tributaria de otra según la cual, todo lo que alguien gana es porque a otro se lo ha robado.
En este marco, no es de extrañar su referencia a la necesidad de una reforma constitucional. Según el mandatario, "la jurisprudencia fue pensada e instalada por las clases dominantes", las leyes están sometidas a la historia y "la historia es una lucha de clases". Para que no quede dudas sobre procedimientos y objetivos, Mujica dice que "las clases que predominan son las que establecen las leyes y que se necesitan estos cambios "de fondo" aunque "aprobados por la mayoría".
Las ideas de Mujica expresan una concepción pseudomarxista que no recogen la rica y prolongada reflexión de Karl Marx sobre las clases sociales. Peor que eso, su idea de que el derecho expresa los intereses de las clases dominantes se da de bruces con la realidad, que registra un siglo largo de cambios legislativos en beneficio de los menos favorecidos. Es que la tesis del presidente ignora la dinámica de la sociedad liberal tanto como la del pensamiento marxista.
En Marx, el hecho histórico se caracteriza por una interdependencia de las "clases", en pugna dialéctica y en la que se observa cierta autonomía entre el Estado, el mercado y la política. Contrariamente a la retórica de los marxistas del siglo pasado, el pensador de Tréveris se permitió elogiar al imperialismo británico, la burguesía y el capitalismo, en la medida que ayudaron a liberar a la humanidad de los dogmas del mundo premoderno. Y eso porque Marx, a diferencia de Mujica, era un defensor y un impulsor de la modernidad, así como de la potencialidad creadora de las contradicciones y del capitalismo avanzado.
La entrevista debería despertar alarma en toda la sociedad uruguaya, pero muy especialmente en los sectores moderados de la izquierda. De los dichos de Mujica no se desprende claramente cuáles serán los límites en los que el presidente saliente y su poderosa bancada se darán por satisfechos, en su afán de convertir la Constitución de la República en un botín clasista.