Este lunes 5 de setiembre se cumplen 50 años de la matanza de 11 atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Munich, perpetrada por terroristas palestinos de la organización “Setiembre Negro”, un grupo considerado en secreto una especie de comando de la OLP encabezada entonces por Yasser Arafat. Irrumpieron a la villa olímpica, asesinaron a 2 de los atletas israelíes-uno de ellos, que trató de luchar, el levantador de pesas Yosef Romano, fue torturado, castrado y murió desangrado- y luego mataron a otros 9 en el helicóptero con el que pretendían escapar a un país árabe.
“Nada más lejos del espíritu olímpico”, nos dijo ayer en una entrevista telefónica Julio César Maglione, ex Presidente del Comité Olímpico Uruguayo, -entre otros cargos en el mundo del deporte a nivel nacional- quien era en aquel entonces miembro de la delegación olímpica uruguaya, vecino de la delegación israelí en el mismo pabellón. Como tal, fue testigo de la primera parte del ataque, vio a algunos de los terroristas encapuchados, y no olvida jamás. “Es como si estuviera viendo todo ahora”, nos dijo. “No lo puedo olvidar”.
Aquel mes fatídico quedó grabado sin duda en la memoria de Israel como un setiembre negro. Pero el nombre de la organización terrorista que perpetró el atentado tuvo su origen en otro setiembre mortal, en 1970, cuando el Rey Hussein de Jordania mató a 3.000 palestinos-no todos miembros de la OLP por cierto- a los que veía como responsables de haber intentado derribarlo, desestabilizar completamente al reino hachemita y crear un estado palestino dentro del país. De allí se originó la instalación de la OLP en Líbano, adonde se trasladó la organización terrorista, llevando tragedia también al país de los cedros, al que desestabilizó y sumió en una cruenta guerra interna, además de convertirlo en base de ataques hacia el vecino Israel.
La OLP prometió venganza. Y fue creado “Setiembre Negro”, que organizó varios atentados. Detonó cinco aviones en el aeropuerto jordano de Zarka, asesinó al Primer Ministro jordano Wasfi Tal-y cuentan que el terrorista que le disparó hasta lamió su sangre para destacar el simbolismo de la venganza- , secuestraron un avión de Sabena con rehenes que fueron liberados por un comando israelí y planearon el atentado en la Villa olímpica en Munich .
No todo se sabe aún, pero parece bastante claro que alguien dentro de la villa olímpica colaboró con los terroristas. Lo seguro es que hubo serias fallas de seguridad. A lo que quizás fue premeditado, se agregó una gran torpeza y mala organización, además de una total falta de determinación a combatir al terrorismo. El deseo de mostrar una olimpíada “alegre” que borre la mancha de la olimpíada de Hitler en 1936, quedó frustrado por una nueva mancha de oprobio que tuvo como víctimas a los 11 atletas israelíes, pero también a la dignidad del mundo libre. Tres de los terroristas que fueron capturados vivos, quedaron presos en Alemania, pero tan solo unos meses más tarde fueron puestos en libertad y hasta recibieron una suma millonaria .
La Primer Ministro de Israel Golda Meir aseguró que los responsables no podrán descansar tranquilos, que todo aquel que asesine israelíes, deberá vivir mirando si alguien lo está persiguiendo. La cuenta se cerró y los terroristas pagaron por su crimen.
Pero el terrorismo no desaparece.
Lo que hay que comprender de fondo, es que no hay terrorismo porque esté en el gobierno en Israel tal o cual Primer Ministro, o porque las fronteras sean tales o cuales. No dejamos de lado la importancia sobre la necesidad de llegar a una solución sobre los territorios en disputa, pero esta debe lograrse únicamente en la mesa de negociaciones. Sin embargo, hay que tener claro que el terrorismo comenzó cuando no había territorios en disputa, no había asentamientos ni “derecha” en el gobierno de Israel. Comenzó ya antes de la declaración del Estado judío. No para hacer respetar derechos de los palestinos, sino para tratar de asesgurar que los israelíes no puedan hacer valer los suyos en su tierra milenaria y ancestral.
Otra de las lecciones de Munich, además de la evidente necesidad israelí de ser fuertes, es que el mundo libre todo debe ser consciente de que el terrorismo lo ve como blanco. Esos terroristas buscaban en Munich a los israelíes, pero pudieron matarlos porque los alemanes de entonces actuaron escandalosamente y no supieron dar seguridad, aunque había advertencias al respecto. Ya antes habían matado a árabes, en las ya mencionadas distintas etapas de su “venganza”.
Se equivoca el mundo si cree que el terrorismo es sólo problema de Israel. El mundo libre todo debe combatirlo en forma mancomunada. También nuestros compatriotas que estaban en el pabellón con los israelíes podrían haberse convertido en víctimas de la locura terrorista, si no les hubieran creído que son uruguayos.