Las internas no son una gigantesca encuesta, todas las elecciones anteriores lo confirmaron, pero consolarse con esa explicación es suicida para la izquierda. Si llegamos a octubre con mensajes similares, con una campaña del mismo nivel, concentrados en los nombres y no en los problemas reales y ACTUALES de la gente, de los votantes y de los uruguayos en general, vamos hacia un desastre.
¿El Frente Amplio, con su candidato único, Tabaré Vázquez, puede ganar las elecciones? Sin ninguna duda, pero también puede perderlas, y habría que recurrir al profundo pensamiento socrático de que el peligro debería avivar al mamado. Hay que avivarse, todos.
Ellos, la derecha está bastante avivada y despierta. No habla del pasado, es decir, no asume ninguna responsabilidad por las políticas negativas que hundieron el país, ni hace el balance de sus anteriores gobiernos.
Para ellos, el país y sobre todo ambos grupos políticos de la derecha, Lacalle Pou y Bordaberry nacieron el 1 de marzo del 2005. Lo hicieron bien y van a insistir por ese camino.
Si de nuestra parte todo nuestro mensaje, nuestra campaña se concentra en el pasado, en resaltar todo lo que hicimos en estos 9 años, que ha sido enorme, impresionante y que cambió el estado del alma y la visión de los uruguayos, vamos mal. Una parte de los uruguayos, los que tienen de 33-34 años para abajo no vivieron la crisis, no eran los que estaban a cargo de las familias, de los ahorros, los que debía pagar cuentas, etc., etc., por lo tanto conocen estos 9 años de crecimiento y de gobierno. Y son cientos de miles que tienen otras prioridades, otras preguntas, otras preocupaciones. ¿Les dimos respuesta en la campaña de las internas? ¿Todos?
Los otros, los mayores, se formulan preguntas diferentes a las del 2002. Por ejemplo el empleo: no es fácil que crean que es un mérito de la política del gobierno, es su trabajo, su empleo, su esfuerzo y es lo más natural del mundo, casi lo mismo sucede con sus salarios, sus ingresos familiares, su capacidad de compra. Son el fruto de su trabajo y esfuerzo. No debemos obviarlo, pero no alcanza con explicarles y tratar de convencerlos que es todo o principal mérito de los gobiernos progresistas.
En la vida cotidiana de los uruguayos hay otras preocupaciones, mezcladas, entrelazadas y que serán el centro del debate directo y a distancia entre los diferentes candidatos. Así como no había candidatos naturales, no hay presidentes naturales, hay que revalidar.
¿El próximo gobierno, será mejor, peor o igual que el actual? ¿En qué cosas y como será mejor que es lo que todos prometen? ¿Y porque le tienen que creer a los que prometen?
No todos los temas son iguales, la gente con sus diversas visiones ideológicas y políticas tiene prioridades, ¿Cuáles son esas prioridades? No surgen solo de las encuestas cuantitativas, sino también de las cualitativas y del contacto directo con la gente.
Los avances sociales concretos no se transforman en votos. ¿Quieren un ejemplo? Los trabajadores nunca habían obtenido tantas mejoras continuas durante una década y sin embargo en las internas ese apoyo de los trabajadores no se manifestó en absoluto. Revisen las votaciones en las zonas más populares.
¿Cuáles son hoy los temas que más influyen en la vida de la gente, comenzando por los menos ricos, aunque sea bastante transversal? La inseguridad plantea preguntas nuevas y muy exigentes. No piden que le expliquemos las causas de la inseguridad, que nos justifiquemos, quieren compromisos en serio, concretos y medibles. La seguridad no es magia, por lo tanto un buen y nuevo gobierno de izquierda no puede seguir haciendo lo mismo, tiene que decir qué es lo que va a cambiar. Incluso valorando todo lo que se hizo hasta ahora.
Quieren saber qué haremos con la educación, y excepto pequeños sectores, no le importa un rábano si le vamos a dar el 6% o el 15%, lo que quieren saber es cómo y cuánto y en qué vamos a mejorar la educación PÚBLICA, no como una línea de montaje de mano de obra sino como un factor fundamental de oportunidades y de justicia social. Y de calidad cívica.
La gente quiere saber cómo va a mejorar la salud, que avanzó mucho, pero necesita nuevos impulsos y muchas otras cosas, cómo evolucionará el sistema impositivo, la calidad de los servicios y por lo tanto de las infraestructuras.
La gran mayoría de los uruguayos quieren que siga bajando la pobreza y la indigencia, que desaparezcan los cantegriles y los ranchos de vergüenza en los que viven muchos uruguayos, pero quiere también que lo hagan sobre todo trabajando. Una cosas son los niños y los adolescentes y otras los adultos. Y surge en cualquier conversación.
Y luego hay temas aparentemente más fumosos, menos concretos pero que emergen, por ejemplo el tema general de la violencia, de la convivencia, de los valores que no son iguales para todos, pero tienen algunos denominadores comunes.
Y lo peor que podemos hacer y que es exactamente los que hicimos para la internas y seguimos haciendo al otro día, es hacer de la disputa de los cargos el centro de nuestra atención y de nuestro mensaje. Si otro gobierno de izquierda tiene desde ahora la disputa de los cargos como eje central no me entusiasmo ni yo, que me considero inoxidable.
A redoblar, en este 2014, es calidad, es profundidad, es mejor, es más estrategia, es mejor gestión, son los mejores en los cargos de gobierno y no los sectores a dentelladas.
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