En aquella oportunidad, más de tres años atrás, nosotros desde el Partido Independiente identificamos aquellos asuntos que considerábamos las prioridades del país para el período de gobierno: educación, seguridad, integración social, energía, infraestructura logística y transporte, reforma del Estado, relaciones internacionales e inserción del Uruguay en el mundo. Casi todos ellos siguen estando pendientes de resolución luego de transcurridos tres años de gestión del actual gobierno.

Es más, el propio Presidente Mujica antes de ser electo convocó a crear cuatro grupos de trabajo multipartidarios sobre educación, seguridad, medio ambiente y energía. Transcurrido el tiempo, con la excepción de ciertos avances consensuados en materia de energía, los dos principales problemas siguen tan pendientes como antes.

En efecto, las mediciones de opinión pública señalan que los ciudadanos identifican como los problemas más graves de la realidad nacional a la inseguridad y la educación. Por tanto, no es sólo una percepción política subjetiva, es la opinión mayoritaria de los ciudadanos de este país.

En efecto, la situación de inseguridad sigue siendo muy seria y los esfuerzos y estrategia desarrollados por el Ministerio del Interior no han logrado, hasta el momento, revertir la tendencia terriblemente negativa que se ha producido desde hace ya casi dos décadas. Porque bueno es decir también que el deterioro de la seguridad pública viene desde hace ya varias administraciones e incluye a gobiernos anteriores de los partidos tradicionales.

Pero lo cierto es que este gobierno no ha revertido la tendencia negativa en este campo, lo que incluso ha ameritado el impulso a iniciativas inconducentes y equivocadas como el Plebiscito para bajar la mal llamada edad de imputabilidad.

La educación presenta un panorama similar. Los esfuerzos realizados para acordar entre todos los partidos fracasaron y los cambios a impulsar son tan tímidos y dubitativos que no permiten imaginar un resultado positivo en lo que queda de la gestión del actual gobierno.

Por su parte, los problemas internacionales siguen aun más graves que antes. Al comenzar este período de gobierno la relación con Argentina pasaba por un muy mal momento y nos tenían los puentes cortados, ahora nos recortan el comercio, el turismo y nos frenan el dragado del Canal Martín García y las obras de ampliación del puerto de Nueva Palmira.

A su vez, el MERCOSUR es una patética caricatura sin fuerza ni significación; se ha convertido en un espacio para que los Presidentes amigos se echen discursos cargados de la vieja y desgastada retórica latinoamericana.

La reforma del Estado, como siempre: bien, gracias. Algunos esfuerzos poco estructurados que no permiten avizorar la necesaria e imprescindible transformación del Estado. Otra vez a la lista de asuntos en debate para la próxima elección.

Por otra parte, otros problemas que no aparecían como principales en el debate preelectoral de 2009 irrumpen con fuerza para el 2014: el funcionamiento del sistema de salud y las dificultades para enfrentar los empujes inflacionarios que derivan directamente sobre la política fiscal y salarial.
No debe haber un indicador más preciso de la eficacia o ineficacia de un gobierno que comparar los temas de la agenda a su inicio y los temas pendientes una vez que ha finalizado su gestión.

Todavía quedan un par de años por delante, pero todos sabemos que el último es un año marcado por las luchas electorales y también todos sabemos que al comenzar este año que termina, el gobierno anunció que sería el año de las realizaciones.

Los hechos muestran una cosa bien distinta.