El año que viene comienza la carrera de obstáculos más importante de la política uruguaya, que culmina en noviembre con la elección del nuevo presidente de la república y en mayo del 2010 con los nuevos intendentes. Pero las jugadas principales se verán este año. Por ahora casi todos se hacen los desentendidos. Insisten.

Con la nueva Constitución la elección del presidente y de los intendentes – a otro nivel – es una carrera a varias vueltas donde en cada una de ellas los obstáculos son más altos y difíciles. En esta larga maratón se combinan muchas cosas, muy complejas y a veces contradictorias.

Miremos la contienda desde los partidos, las entidades políticas básicas de nuestro sistema democrático. Los partidos deberían guiarse por un principio básico al elegir sus candidatos: el o la persona que tenga las mejores condiciones para disputar el cargo, el que logre desde la partida una mejor relación y posibilidades de convencer y convocar al electorado y que tenga la mejor imagen. No siempre funciona así.

Las realidades internas, las facciones y partidos, los juegos de fuerza no siempre consideran este aspecto fundamental, puede – como ha sucedido – primar un criterio de ocupar espacios de poder por parte de un sector, de una persona, de un grupo.

Como todos sabemos para elegir a los candidatos únicos a la presidencia primero hay que pasar por las elecciones internas. Creo firmemente que en esta oportunidad los tres partidos principales tendrán una difícil disputa electoral en esas elecciones. No nos salvamos.

Se da la paradoja que hay candidatos potenciales que pueden perfectamente ganar esa instancia interna y sin embargo comprometer seriamente las chances de su partido en la elección nacional. Los públicos y las condiciones son diferentes. En las elecciones internas el voto no es obligatorio, y en promedio participan aproximadamente el 50-55% de los votantes de la elección nacional de noviembre.

Se da el caso de que electores de otro partido pueden influir de manera importante en las elecciones de un partido que no es el suyo, como sucedió en 1999. ¿Recuerdan? En esta oportunidad todo será tan reñido que difícilmente se reproduzca esa situación.

En cada partido se pueden presentar varios candidatos a las elecciones internas para la presidencia, aunque en realidad siempre son dos los que definen, los otros pueden dispersar votos y favorecer a uno de los dos principales.

En el caso del Frente Amplio además de la instancia formal de la Convención Nacional elegida en el 2004, hay una instancia previa y substantiva, el Congreso del FA. Aquí pueden darse dos opciones, la definición de un candidato oficial del FA y la apertura a que se presenten y compitan otros candidatos, Sucedió en 1999. O que se consiga un candidato de consenso. Como puede apreciarse en la carrera del FA hay un obstáculo más, al inicio de la carrera, el Congreso.

Yo trabajo desde siempre con encuestas de opinión, no sólo las que salen en la prensa, sino algunas específicas destinadas a evaluar la evolución del electorado y sus preferencias. Aclaro que sigo con mucha atención a todas las encuestadoras, aunque no a todas les tengo la misma confianza. Algunas de las opiniones que voy a dar aquí surgen de ese seguimiento sistemático de las encuestas, tanto en sus tendencias más “duras” y constantes como en sus variables.

La gran incógnita electoral que hoy se plantea es si habrá o no segunda vuelta, es decir si el Frente Amplio superará en primera vuelta el 50% más uno de los sufragios emitidos. El sistema más insólito y exigente de todo el planeta, hay que superar a todos los partidos juntos, a los votos en blanco y nada menos que a los votos anulados. Si lo cuentan en otro país nadie lo cree. ¿Adivinen con que santo propósito fue establecido ese mecanismo?

Lo cierto y lo "duro" es que el único que puede proponerse ese objetivo es el Frente Amplio, los demás partidos están muy lejos.

En caso de no superar esa meta importa mucho cual es la votación del FA, pues si se aproxima al 50% puede obtener mayoría parlamentaria en una o en las dos cámaras lo que sin duda además de las consecuencias político institucionales para un futuro gobierno, le da amplias posibilidades de obtener el triunfo en segunda vuelta.

En el Frente Amplio – que a pesar de todos los vaivenes es quien tiene más posibilidades de renovar su mandato en el gobierno nacional – mucho depende de su candidato. El núcleo histórico de votantes del FA no alcanzan para obtener el triunfo en cualquier circunstancia y con cualquier candidato. Y todas las encuestas indican que no hay ninguna posibilidad de un candidato sacado a último momento de la galera, la rosa de nombres es reducida y precisa, los candidatos que aparecen en las encuestas son de dos categorías bien claras: primer nivel, Astori-Mujica, o Mujica Astori, depende del momento de la encuesta, en ningún caso tiene una tendencia fija y estable. Luego vienen otros nombres recogidos de manera espontánea, es decir que los encuestados incluyen como posibles y en otro caso que se presentan como lista de nombres y tampoco son muchos: Nin Novoa, Marcos Carámbula y últimamente apareció Enrique Rubio. En alguna encuesta aparece María Julia Muñoz. Fuera de estos nadie más mueve las agujas, ni un punto. En esa rosa de nombres estará el candidato de la izquierda. En algunos ejercicios simulados de opciones contra el potencial oponente, hay candidatos que no ganan ni en primera, ni en segunda ni en tercera vuelta.

En el Partido Nacional se da la paradoja que los dirigentes más lúcidos, con más trayectoria e historia partidaria tienen una opinión muy diferente a la de los votantes y critican a su líder. Pero en todas las encuestas parece muy difícil que Jorge Larrañaga pierda la nominación a candidato único de su partido. Queda por definir quien será el candidato en las internas por el herrerismo. Puede haber pequeñas variantes, pero Larrañaga está firme. Los ejercicios simulados de posibles disputas con la izquierda, todos se hacen con Larrañaga como contrincante.

En el Partido Colorado cuya única aspiración seria es salir del ostracismo del 10% y subir en algo su votación, cosa que se verá seriamente dificultada por la polarización inevitable entre el FA y el Partido Nacional. Pedro Bordaberry se perfila como el ganador interno. En estas elecciones es para la galería, nada más.

El Partido Independiente elegirá sin mayores sobresaltos su candidato. Su gran aspiración sería salir del actual 1%, no puede aspirar a más. Reitero – en el Uruguay hay movilidad electoral – pero hay tendencias duras y firmes que se mueven en porcentajes de entre el 10 al 12% del total del electorado. En momentos de convulsiones.

En el primer semestre de este año 2008 se definirán los aspectos fundamentales en los tres partidos, se consolidarán las tendencias y se perfilaran los candidatos, aunque luego tengan que pasar por las obligatorias elecciones internas de marzo del 2009.

Lo que sería una verdadera paradoja es que este gobierno culmine el periodo de su mandato con los resultados económicos, sociales, y en casi todos los rubros muy exitosos que está obteniendo, de los mejores que recuerden las generaciones vivas en el país, incluso con record históricos y por no saber elegir el sucesor de Vázquez, termine perdiendo las elecciones. Sería imperdonable.

Otro gallo cantaría si el actual presidente se decide por la reelección. En ese caso es casi imposible que pierda, por ello los líderes de los partidos tradicionales le temen como al diablo. Muchos esperan que no se haya dicho la última palabra en materia. Un año realmente divertido para todos. En próxima nota analizaremos el tema de las intendencias.