Este gobierno, igual que los anteriores de colorados y blancos, convirtió todo el margen fiscal proveniente del aumento de recaudación en mayores compromisos de gasto público.

Este gobierno no favoreció la competitividad de nuestros productos mediante políticas que redujeran nuestros costos de producción en términos comparados a escala internacional, tan sólo se benefició del impactante aumento de los precios de las commodities que permitió un fuerte desarrollo de nuestras exportaciones.

Este gobierno no impulsó el desarrollo de cadenas de producción que permitieran la incorporación de valor agregado a través de la generación de empleo productivo en el sector industrial. La prueba de ello es que la mayor parte de los puestos de trabajo generados en los últimos tiempos se han caracterizado por estar vinculados mayoritariamente al sector servicios y son generalmente de baja calidad y bajos niveles de remuneración.

Nadie sabía cuándo ni cómo, pero nadie podía dudar de que la onda expansiva de nuestra economía era totalmente dependiente de las condiciones del escenario internacional y que, por lo tanto, más temprano o más tarde “el viento cambiaría de dirección”. Por eso era tan importante aprovechar los tiempos de “bonanza”, no solo para vanagloriarse de sus efectos, sino para construir bases sólidas que permitieran afrontar los futuros tiempos difíciles con mayores respaldos.

Pues bien, los tiempos difíciles han llegado, y lo han hecho con particular virulencia. La reacción inmediata del gobierno y, particularmente, de quien tuvo a su cargo la conducción económica de estos años, fue “negar la realidad” afirmando que nuestro país no sufriría mayores consecuencias. Los días fueron pasando y poco a poco desde filas oficiales se reconoce que la nueva época tendrá impacto cierto y, agregamos nosotros, serio sobre nuestra economía.

Ya es tarde para tomar medidas preventivas. Ese tiempo se agotó y de nada sirvieron los reclamos y señalamientos que hicimos procurando que se tomaran medidas adecuadas. En particular les recomiendo leer una columna del 3 de abril del año pasado publicada en este mismo espacio, en la que se reclamaban cambios en las orientaciones gubernativas que, lamentablemente no se tomaron en cuenta.

Sin embargo, aun es posible revisar algunas decisiones recientes, revisando el incremento formidable del nivel de gasto público aprobado en la Rendición de Cuentas, puesto que este sólo es sostenible con un panorama económico que ya no existe. Es imprescindible que el gobierno corrija sus previsiones de gasto, de lo contrario el equilibrio fiscal seguramente se verá afectado en el transcurrir del próximo año y más profundamente en el año 2010.

Sabemos que estamos ya en tiempos electorales y es muy probable que se prefiera mantener los niveles de gasto para no arriesgar perder respaldos electorales. Así ha ocurrido lamentablemente en circunstancias anteriores cuando los que gobernaban eran los partidos tradicionales.

Ojalá nos equivoquemos y este gobierno que desperdició una gran oportunidad histórica para fortalecer a nuestro país y prepararlo para estos tiempos que vienen, ahora tenga el coraje de tomar decisiones que podrán ser difíciles desde el punto de vista de ciertos respaldos electorales, pero que están en línea con el interés superior de nuestra sociedad.