Uruguay es el país con la más extensa campaña electoral del planeta. Dura de forma ininterrumpida de 18 a 20 meses. Y somos la mayor reserva de paradojas políticas de los alrededores.

Veamos. A una parte del espectro político nacional desde siempre se le llama de izquierda, lo natural es que a los que están en el extremo opuesto y como sucede en cualquier lugar de la Tierra se les llame de derecha. Pues no. Si a Vázquez, Mujica, Astori y a los otros dirigentes del Frente Amplio se les dice de izquierda se sentirán halagados y orgullosos que se reconozca su identidad. Si al Dr. Lacalle le dicen que es de derecha, tanto de parte de su compañero de fórmula el Dr. Larrañaga, como periodistas, analistas o simples ciudadanos, él lo negará enfáticamente. En Uruguay no hay políticos de derecha, ahora se llaman “pragmáticos”.

Aunque en su larga trayectoria hayan dado muestras evidentes de tener una visión ideológica y cultural de derecha, ellos son “pragmáticos” y punto. Mientras tanto entre el 20 y el 25% de la población declara ser de derecha en las encuestas.

El lema más utilizado por el Partido Nacional y en especial por el Dr. Lacalle fue y es “con los blancos se vive mejor”. ¿Lo recuerdan? Pues resulta que de ese pequeño detalle no se dieron cuenta los 132.606 uruguayos que luego de haber votado a Lacalle como presidente en 1989, no lo volvieron a hacer en 1994 al el Partido Nacional, seguramente distraídos ante tanta bonanza. El Partido Nacional ganó las elecciones en 1989 con el 37.25% y 765.990 votos y cinco años después se precipitó al 29.75% y obtuvo 633.384 votos. Al menos pueden decir que con los blancos se olvida mejor.

Y se va la tercera. Los nombres en danza para ocupar el Ministerio de Economía del futuro gobierno progresista son todos los que ocuparon cargos muy importantes en ese ministerio durante este gobierno. Haber estado en el MEF es sin duda un mérito, al punto que su titular durante cuatro años, Danilo Astori, obtuvo una alta votación en las internas y es candidato a vicepresidente por el FA. Resulta que del otro lado -es decir de los blancos- niegan y reniegan de que el futuro ministro y su equipo tenga algo que ver con el pasado. En particular niegan al Dr. De Posadas. ¿Lo han escuchado? Qué diferencia abismal.

¿Tendrá algo que ver la carta que en diciembre de 1991, le enviará al Dr. Lacalle el Dr. Gonzalo Aguirre, su vicepresidente de la época? Veamos Búsqueda del 12 de diciembre de 1991: “El vicepresidente de la República Gonzalo Aquirre Ramírez, reclamó hace 17 días al presidente Luis Alberto Lacalle a través de una carta la sustitución del actual equipo económico de gobierno, por considerar que ha fallado en su intento por abatir la inflación y por entender que ese fracaso lo ha tornado altamente impopular.

Fuentes políticas dijeron a Búsqueda que el vicepresidente envió al jefe de Estado una misiva de unas 10 carillas, en la que resumió sus disconformidades con
la actuación del Poder Ejecutivo y puso un plazo hasta 31 de enero próximo para que Lacalle promueva los cambios”.
Eso ya no es una paradoja, es un paradojón...

La derecha, es decir los “pragmáticos” orientales siempre utilizaron como un argumento central de sus campañas -y lo están haciendo nuevamente ahora- el tema clave, llave, fundamental y determinante de las inversiones. Si llegaba la izquierda al gobierno huirían las inversiones y, sin inversiones no hay país, no hay progreso, no hay futuro, no hay nada. Era y es un sonsonete perpetuo.

Si cotejamos el nivel de inversiones durante el gobierno Lacalle (1990-1995) y durante el actual gobierno la comparación es imposible, parecen cifras de otro planeta. A nivel de las más sensibles, de las inversiones que vienen del exterior, el promedio del gobierno blanco fue de 135 millones de dólares anuales y del Dr. Vázquez supera los 1.200 millones de dólares. Con o sin Botnia. Que conste.

En relación al PBI - y que también conste que el PBI actual es el doble que durante el quinquenio blanco o no se si llamarlo “negro” - el porcentaje no llegaba al 10% y actualmente es del doble. La justificación “pragmática” era hasta hace unos meses la maravillosa situación mundial, pero resulta que a pesar de la crisis internacional que comenzó hace más de un año y que según los “blancos-oscuros” se abatiría como la peste sobre el Uruguay, lejos de disminuir la inversión crece en el país y este año superará la del año 2008. A pesar de los patrióticos esfuerzos del Dr. Lacalle.

Ya que estamos hablando de crisis – tema del que los uruguayos somos expertos – hablemos de otro indicador paradójico: la emigración. Esta semana se anunció que por primera vez en 40 años, si en 40 años, el Uruguay invertirá su saldo migratorio e ingresarán al país más personas de las que emigran. Los pragmáticos derechistas encubiertos dirán que es por la crisis mundial, pero la pregunta surge espontánea ¿Entonces aquí la crisis no es tan grave como ustedes afirmaban y esperaban? Sobre todo si además no regresan sólo las personas sino depósitos bancarios de uruguayos que los tenían a buen recaudo en los inquebrantables bancos norteamericanos o europeos.

Otra paradoja infernal refiere a la sacrosanta propiedad privada. Otro de los caballos de madera de la derecha. Ahora cabalgan sobre la supuesta intención de poner en peligro la propiedad privada a través de una reforma constitucional. Cuando... el mayor despojo a la propiedad privada que se conoce y recuerda en toda la historia nacional comenzó durante el gobierno del Dr. Lacalle en el que sin control alguno le vendió dos grandes bancos (Comercial y Pan de Azúcar) a dos grupos de “asalto” que de manera muy “pragmática” dejaron a miles de ahorristas en la calle y a cientos de miles de uruguayos en plena crisis y desesperados. Y para eso no convocaron a ninguna Asamblea Constituyente. Simplemente lo hicieron.

Por último hablemos de crecimiento. Uruguay en los 20 años previos a este gobierno tuvo niveles de crecimiento inferiores y en algunos casos muy inferiores al promedio regional de América Latina. (Ver cuadros de CEPAL). Durante los últimos cuatro años de bonanza internacional toda la región creció, pero el Uruguay creció casi al doble. Algo debemos haber hecho bien, algo debe haber cambiado.

Este año de la peor crisis mundial desde la posguerra, en la que los PBI de los grandes países se desploma y la misma CEPAL prevé una caída del PBI de América Latina del 1.9%, Uruguay será uno de las únicas excepciones con un crecimiento del 1%. Es decir que en ambas circunstancias, en las buenas épocas y en las malas, la economía nacional se comporta mucho mejor. ¿Era eso lo que sucedía antes, durante el gobierno blanco o en los otros gobiernos que apoyaron los bancos y colorados o directamente compartieron?

Paradoja, la derecha pragmática que siempre se presentó como la quinta esencia del manejo de la economía en realidad lo único que puede mostrar son resultados de fracaso y de mediocridad absoluta. Y de fracaso en fracaso nos precipitaron en la crisis del 2002.

La paradoja segura. Otro de los caballos de batalla de madera del candidato “pragmático” ha sido la seguridad. Buena parte de su discurso de sus cortos publicitarios se referían a ese tema. Surge natural analizar su propio gobierno. Durante el quinquenio Lacalle los salarios de los policías se redujeron en el 33% de su valor, seguramente con el propósito que con hambre se lucha mejor contra el delito. Fue durante ese mismo gobierno que por primera vez en toda la historia nacional, prolífica en huelgas, se produjo la primera huelga policial y en otro descuido los servicios de inteligencia del pinochetismo moribundo trotaban por el Uruguay como por su casa. Si tienen dudas pregunten por Berrios. Con esos antecedentes ¿qué nos espera a los sufridos orientales?

Y ahora consideremos la penúltima paradoja. Cada vez que se intenta polemizar, discutir, analizar sobre estos temas Lacalle afirma con solemnidad que a él le interesa el futuro y no el pasado. Lo que no se entiende es porque a cualquier ciudadano si se presenta como candidato a ocupar un modesto puesto de trabajo, un empleo, lo primero que se le solicita son sus antecedentes laborales y al candidato a presidente habría que evitarle ese pequeño inconveniente y aceptarle que su vida política comienza hoy. Mejor dicho mañana.

En realidad, considerando que nos reclama su voto para dirigir nuestro destino durante cinco años, es obligatorio que le pidamos cuentas de su anterior experiencia. A menos que queramos votar otras muchas paradojas.