Una confesión: es posible que el único confuso, sea yo mismo. Si uno mira ciertas movidas, actitudes, y declaraciones en la izquierda, lo que se percibe, lo que lo domina todo es la confusión. De tantas gambetas, recontra gambetas y moñas nos estamos mareando nosotros mismos. Puede ser por ingenuidad, porque no llegamos a percibir la sutilezas de cierto ballet político, lo cierto que es difícil determinar a qué estamos jugando.
Es cierto, por primera vez debemos jugar desde el gobierno, desde el poder y eso puede marear. Mucho. El poder tiene algo de embriagador, enloquece las brújulas, porque en lugar de apuntar al norte a veces apuntan hacia el propio poder. Y nada más.
Estamos a un año y tres meses de las elecciones nacionales, a menos de un año de las internas, a tres meses del congreso del FA y la verdad es que a los de a pie, los que defendemos y apoyamos este gobierno, los que tenemos una parte de nuestras vidas invertidas en este cambio, los que lo criticamos en algunos aspectos pero lo apoyamos con entusiasmo en lo general, creo que nos tienen medios confundidos. Confusos. Perdón
Nuestros adversarios tienen las cosas bien claras, absoluta y totalmente diáfanas: reconquistar el gobierno nacional, todas las intendencias posibles - en particular la de Montevideo - e iniciar de inmediato la restauración y la desacumulación. Recuerden esa última palabra.
Les costó acostumbrarse a ser oposición, pero lo hicieron. Y desde el principio tuvieron las cosas claras: nada de matices, nada de confusiones, de un lado la izquierda y del otro ellos y el poder tradicional. ¿Simplote? Es posible, pero hay una lista interminable de confirmaciones.
Ellos, tan apegados a los cargos y con tantos desocupados del poder a la hora de optar la tuvieron clara: con la izquierda nada, ni un ente, ni un banco, ni un organismo de la enseñanza pública. Son la alternativa y ése es su norte. Y tienen una brújula histórica, social y cultural que los guía. Se equivocan en el estilo, en algunos detalles, pero en el fondo: nunca.
Ahora tienen claro que hay que hacer una doble operación: por un lado seguir demostrando que todos somos más o menos lo mismo, que la política es una variante de la misma “grisura” y por lo tanto, este gobierno no hizo nada nuevo y sobre todo, no hizo casi nada bien. La otra, es construir la fuerza de alternativa guiada (encuestas dixit) por el Partido Nacional. Pero tienen absolutamente claro que deberán ganar las elecciones en forma coaligada y gobernar de la misma manera.
Para su programa de gobierno, para sus objetivos restauradores y desacumuladores del avance popular y de izquierda ese eje blanco-colorado es inoxidable. A nosotros nos quieren de adorno. Y nada más.
Si vamos un poco más lejos, la reforma constitucional fue sólo eso, el intento de postergar la llegada de la izquierda al gobierno. Y lo postergaron cinco años y con un desastre de proporciones de por medio. El mantenimiento de las designaciones geológicas en el Tribunal de Cuentas y la Corte Electoral, es parte de ese norte bien claro. La defensa cerrada de todos los corporativismos sociales del poder es otra expresión de ese olfato infalible.
Por hacer esta afirmación es posible que me tilden de tener un balde en la cabeza, pero yo era cooperativista y defendía el cooperativismo – del vidrio en particular, desde 1964 – cuando otros ni siquiera sabían lo que era, ni eso ni la acumulación de fuerzas, ni el bloque social de los cambios. Yo y decenas de miles de izquierdistas. Algún día vamos a tener que hablar de la historia del Frente Amplio un poco más en serio, inclusive de sus verdaderos fundadores, porque eso de tenerla como un repasador para sacar del fuego todas las ollas, nos está resultando un poco agotador. De la paciencia.
La confusión puede resultar divertida, entre otras cosas porque vivir al borde del abismo siempre es embriagador. Decir una cosa, repetirla, negarla, avanzar dos pasos y retroceder tres, afirmar que una derrota de la izquierda no es tan grave, hablar de todo y de lo contrario de todo, es sin duda, una gran herramienta de marketing, sobre todo cuando milagrosamente hay oídos y ojos televisivos siempre prontos a registrar y transmitir cada palabra como si fuera el verbo. Qué distraídos algunos canales...
Hablar desde las experiencias de la propia gente, hacerse el intérprete de todos, es difícil, sólo muy pocos logran hacerlo y en determinadas circunstancias históricas y concretas y en algún momento fue un gran aporte a la izquierda. En épocas de grandes tormentas nacionales, fue una muy buena válvula de escape. Pero cuidado, que de tanto escaparse no se nos escape un martes trece y con él, el gobierno nacional.
Yo escuché algunos aportes al programa del Frente Amplio en seis o siete puntos, no tengo nada que objetar – casi nada – la verdad es que creo que hasta Pedro Bordaberry los suscribiría. Dejo las discrepancias para el debate concreto sobre los puertos de aguas profundas.
Sin programa no hay norte. Estamos totalmente de acuerdo. Sin un Frente Amplio que funcione, tenga presencia y peso en la vida nacional tampoco hay brújula que funcione, sin líderes tampoco. Y si los líderes que se ganaron el puesto en la cancha de la política no ocupan los lugares principales, el panorama se presenta sombrío.
Ahora mucho más complejo es si además, en vísperas de un clásico, confraternizamos con nuestro tradicional rival; si transmitimos señales cada día mas confusas sobre los liderazgos y si algún escudero locuaz ataca a sus propios compañeros. Después no hay disciplina que aguante. Nos vamos a la “B”.
Y la “B” no es sólo la vieja y tradicional oposición, que tanto conocemos y de donde vinimos, paso a paso, ladrillo a ladrillo acumulando fuerzas, ideas, impulsos vitales: la restauración no se propone sólo deshacer -en el menor tiempo posible- todo lo de progresista que hemos hecho en este gobierno. Que ha sido mucho, aunque mucho es todavía lo que nos falta. Su gran objetivo será alejar para siempre o para las calendas griegas y orientales, la posibilidad de que la izquierda vuelva al poder a importunar al bloque conservador. Y que existe, existe.
No son nuestros enemigos, somos todos orientales, compartimos muchas cosas, incluso amistades; no somos feroces como en otras tierras, somos sutiles y complicados, y hasta podemos ser amigos, pero somos adversarios. ADVERSARIOS EN SERIO.
Lo que resulta chocante es que se venda la piel de nuestro oso ya antes de que nos cacen. Mejor dicho a un año de la gran cacería. Y desmoralizar a “la barra” desde ahora, es muy peligroso. Tan peligroso como seguir anteponiendo la interna y la disputa entre compañeros a la pelea contra la derecha. Y existe. ¡Existe!
Una de las formas de la desacumulación será dividirnos, partirnos entre buenos y malos, entre despejados y gente con un balde en la cabeza, entre las políticas de Estado - que ellos se negaron sistemáticamente a discutir en serio - y los que consideran que el programa y los cambios deben también incluir esos temas. Si hay acuerdo – como los hubo en el Parlamento – bienvenidos, pero si no hay, tenemos que avanzar. Ellos avanzarán. Rápido y firme y si además nos pueden llevar de furgón de cola, será una de sus prioridades.
En los próximos días me interesará conocer – como supongo a la gran mayoría de los frenteamplistas - qué piensan sus dirigentes políticos sobre este tema. Hay dos maneras de discutir con la palabra o con los pies y el silencio. Espero ansioso.
Entre tantas historias contadas a gusto y gana del escucha de turno y del momento adecuado, escucharemos vagas referencias a la existencia de un gobierno de izquierda que realmente comenzó a cambiar el país y quiere seguir haciéndolo. Decía Benedetto Croce que toda historia bien hecha es actual. No olvidemos que estamos viviendo la historia actual y construyendo la que vendrá. No comencemos ahora a desacumular.
(*) Periodista. Coordinador de Bitácora Uruguay.
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