Para la psiquiatría, la neurosis es una estrategia de la persona para eludir lo que le resulta inaceptable, y muy frecuentemente, para evitar la angustia que provoca una realidad amenazante. La conducta neurótica suele separarse de los sentimientos y seguir pautas rígidas o automatismos aprendidos, aunque en el fondo se sepa que algo no funciona.
La reforma constitucional que restringe la propiedad privada, la negativa a que el Parlamento investigue acciones de gobierno, la permanencia de un ministro totalmente desgastado, los actos públicos para vivar una presidenta destituida por el Congreso por manejos presupuestales ilegales (y su ingreso al país eludiendo controles aduaneros), la proclamación de un "golpe de Estado" en una nación en la que los poderes son independientes y las garantías absolutas, sumado al disimulo sobre los atropellos a la democracia y los derechos humanos en Venezuela y Nicaragua, son algunas de los hechos más llamativos de estos días.
¿Estamos ante una manifestación de neurosis política o ante una nueva fase de la lucha por el poder hegemónico en el continente? Tomemos de ejemplo el impeachment contra Rousseff. Como en todos los procesos de denuncias contra la corrupción de gobernantes de izquierda, participaron representantes de todas las orientaciones ideológicas, incluyendo por supuesto a los de la propia la izquierda. De modo que la tesis de que los acontecimientos que se viven Argentina, Brasil o Venezuela se explican por la existencia de un plan desestabilizador de la derecha no resiste el menor análisis. Sobre todo si se tiene en cuenta que los únicos que tienen un plan para hacerse con el poder e intentar no devolverlo, son los marxistas revolucionarios asociados en el Foro de San Pablo.
Alcanza con leer algunos pasajes de la Memoria del XXII Encuentro del Foro, realizado en junio pasado en El Salvador, para comprender cuánto hay de estrategia y cuánto de neurosis. Para la internacional revolucionaria, hay una "brutal ofensiva" de la derecha, "destinada a desalojar a las fuerzas progresistas y de izquierda de todos los espacios... conquistados por ellas en buena lid". Nótese la manipulación de obviar los matices ideológicos y la legitimidad de los gobiernos que no son de izquierda. Pero esto es nada.
Según la organización, resulta "vital no perder de vista el carácter instrumental de cualquier sistema político como medio de legitimación del poder de clase... lo cual fundamenta la necesidad de los cambios estructurales... en el ámbito político". ¿Es posible que una organización de la que es miembro el Frente Amplio, se refiera a la democracia como un asunto meramente "instrumental"? Pues sí. Y hay más. También proclaman que la izquierda debe avanzar "en el cambio de la correlación de fuerzas en la institucionalidad del Estado".
Vista la realidad nacional desde esta perspectiva, lo de la semana pasada no es fruto de la negación de la realidad sino una expresión descarada de un plan político que no tiene como norte la alternancia democrática sino el poder hegemónico.