En la sociedad uruguaya, por suerte hay pocas unanimidades. Hay una positiva que se expresó el sábado: el apoyo a la celeste. Hace mucho, pero mucho tiempo que no veía tanta gente joven en la calle embanderada con algo. Creo que es porque ahora nos pueden creer a sus mayores cuando le contamos que en algún momento fuimos algo muy importante en el fútbol mundial.
Hay otro tipo de unanimidades, las negativas, una de las más conocidas es ADEOM. La inmensa mayoría de los montevideanos a veces racionalmente y pensándolo bien, otras por una reacción estomacal estamos francamente contra la dirección y las prácticas del gremio de los municipales de Montevideo. Las encuestas son abrumadoras y cualquiera que converse en los más diversos ámbitos encontrará las mismas respuestas.
La nueva intendenta todavía no asumió y ya ADEOM está publicando solicitadas pagas en los diarios y exigiendo a troche y moche. Y todos sabemos que son los municipales mejor pagos de todo el país y que además de trabajar seis horas tiene de los mejores niveles de retribuciones en el Estado uruguayo. Ni siquiera me tomo el trabajo de decir que todos quisiéramos que todos ganaran más, suena a demagogia y a lugar común.
Es natural y correcto que la futura intendenta se mueva con cuidado, paso a paso, pero los que la vemos desde afuera, con 20 años de experiencia y sobre todo en los últimos años de convivencia o de conflictividad permanente de ADEOM y vivimos en Montevideo podemos opinar más libremente: con la actual relación entre el gremio y la IMM no hay la más mínima posibilidad de mejorar sustancialmente la gestión. Y eso es lo que reclama la unanimidad de los montevideanos. Bueno, el 98%!!
Ojalá sea de la manera más conversada y civilizada posible, pero permitan que tenga alguna duda, creo que la dirección de ADEOM se acostumbró muy mal y por eso si la intendenta, si el gobierno municipal necesita el apoyo, las demostraciones más claras de respaldo a su gestión para poner en claro que la prioridad son los servicios y la buena gestión en beneficio de todos los habitantes, puede contar y contará con el apoyo entusiasta y manifiesto de la gente. En primer lugar de los frenteamplistas, incluso en la calle, movilizados.
Últimamente me ha surgido una preocupación: algunos gremios han elegido seguir un camino bastante similar al de ADEOM, uno de ellos es el sindicato de Conaprole. Las razones del nuevo conflicto ya no las conocen ni ellos. Parece que le cambiaron el turno a alguien sin la opinión del sindicato... Si llegamos a ese nivel vamos muy, pero muy mal. No me vengan con que eso es lucha de clases, o principios proletarios, porque me puedo desnucar de la risa o del llanto.
Ese es el peor corporativismo, es confundir intereses de grupo con intereses y objetivos de la clase trabajadora, es injustificable e inexplicable. Paralizar exportaciones, la distribución de la leche por ese nivel de cosas, es para tratamiento psiquiátrico y no táctico.
¿Hasta dónde se puede llegar por esa línea? Y no me interesa quién dirige ese gremio, así esté en mano de las carmelitas descalzas, si el Estado acepta este tipo de metodología y de desproporcionadas medidas por esas razones, en una empresa como Conaprole, no hay país ni proyecto nacional que aguante.
Ya ha dejado de ser un problema de la propia empresa y pasa a ser algo de toda la sociedad. No podemos poner en riesgo cosas tan importantes como el abastecimiento de los productos lácteos, los compromisos de exportación, la imagen de seriedad y de sensibilidad social bien entendida que tiene el Uruguay sin reaccionar con todos los instrumentos legales a disposición.
Debería ser la propia clase obrera organizada la que le dijera a esta gente que van mal, muy mal, que no hay manera que productores rurales que se levantan a las cinco de la mañana siete días por semana y ganan bastante menos de la mitad de lo que ganan los trabajadores de Conaprole, participen de un proyecto de redistribución más justa de la riqueza y de un proyecto progresista, con estas mezquindades.
La batalla por los derechos de los trabajadores, por mejores salarios y pasividades se integra siempre al Proyecto Nacional, es parte central y para ello hay que tener una visión de conjunto, estratégica y no este tipo de desbarranques.
Todos tenemos derechos, tenemos el sacrosanto derecho a defenderlos, pero también tenemos elementales obligaciones. Y así como algunas patronales – como por ejemplo la que administró y fundió – el Hospital Italiano tienen una enorme responsabilidad y deberán asumirla, la sociedad en su conjunto deberá hacer un esfuerzo, con el dinero de todos deberá aportar para no perder esa planta física histórica, sus instalaciones, su personal y sus capacidades que necesita la salud en el Uruguay, también tendremos que exigir esfuerzos de todos. Los que creen que este es un paso más para que toda la salud en el país sea pública, están muy equivocados.
No porque haya una filosofía contraria al Estado, al contrario, porque queremos un Estado que no sea el tobogán por el que nos precipitemos todos para que vuelva la derecha de la mano de frigoríficos y flotas pesqueras subvencionadas en sus ineficiencias. Ni siquiera somos novedosos, eso ya sucedió, ya se desmoronaron.
El Estado redistribuye riqueza, con eficiencia y no con gordura, con transparencia y no con opacidades en las funciones y en las obligaciones. Así que a ponerse todos, a exigirnos todos y a poner las cosas en su lugar.
Si quieren atropellar el proyecto nacional del gobierno progresista con embestidas corporativas, hablemos, difundamos y expliquemos. Nos encanta la celeste, nos deslumbra su capacidad de reacción, nos une, pero no nos impide ver las burradas de unos árbitros que nos dejaron a la altura de un felpudo.
Son cosas diferentes, son tamaños y responsabilidades diversas, pero lo que importa es la capacidad de mirar todo el panorama, de no confundir velocidad con tocino.
Hablar de estos asuntos en la izquierda no es políticamente “muy correcto” precisamente por eso hay que abordarlos, para que un día de tanto ser correctos no terminemos mirando el partido y parte de nuestras vidas desde afuera de la cancha y del campeonato.
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