Por The New York Times | Debra Kamin
Alvarez, de 46 años, y su esposo, Rafael Landestoy, hace poco hicieron reservaciones para un vuelo en una cápsula presurizada con capacidad para 10 personas que —atada a un enorme globo lleno de helio— flotará apaciblemente a 30.480 metros de altura mientras los pasajeros beben champán y se reclinan en sillas ergonómicas. La reservación requiere un depósito de 500 dólares; el vuelo en sí costará 50.000 y durará entre 6 y 12 horas.
“Siento que fue hecho a la medida de personas miedosas como yo que no quieren subirse a un cohete”, comentó Alvarez, cuyo vuelo, organizado por una empresa llamada World View, está previsto para despegar del Gran Cañón en 2024.
Menos de un año después de que Jeff Bezos y Richard Branson iniciaran una carrera espacial comercial al lanzarse a la atmósfera superior con pocas semanas de diferencia el verano pasado, el mercado mundial del turismo espacial se está disparando, pues ahora docenas de empresas ofrecen todo tipo de actividades, desde viajes en globo a presión cero hasta campamentos de entrenamiento para astronautas y vuelos simulados en gravedad cero.
Pero no te pongas tu traje de astronauta todavía. Aunque la empresa de servicios financieros UBS calcula que el mercado de los viajes espaciales tendrá un valor de 3000 millones de dólares en 2030, la Administración Federal de Aviación (FAA, por su sigla en inglés) todavía no ha aprobado la mayoría de los viajes fuera de este mundo y aún no se ha iniciado la construcción del primer hotel espacial. Y aunque el acceso y las opciones —por no hablar de las plataformas de despegue— están floreciendo, el turismo espacial sigue siendo astronómicamente caro para la mayoría.
Primero, ¿qué se considera viajar al espacio?
A unos 100 kilómetros por encima de nuestras cabezas se encuentra la línea Kármán, el límite aeronáutico más aceptado de la atmósfera terrestre. Es la demarcación utilizada por la Féderátion Aéronautique Internationale, que certifica y controla los registros astronáuticos mundiales. Pero muchas organizaciones de Estados Unidos, como la FAA y la NASA, definen como espacio todo lo que está más allá de los 80 kilómetros.
Gran parte de la atención se ha centrado en un trío de empresas de cohetes dirigidas por multimillonarios: Blue Origin, de Bezos, entre cuyos pasajeros se encuentra William Shatner, famoso por su papel en la serie de televisión “Viaje a las estrellas”; Virgin Galactic, de Branson, cuyos boletos para un vuelo espacial suborbital más baratos son de 450.000 dólares; y SpaceX, de Elon Musk, que en septiembre lanzó un vuelo espacial con pasajeros exclusivamente civiles, sin astronautas entrenados a bordo. El vuelo inaugural de Virgin Galactic que realizó Branson en 2021 alcanzó poco más 85 kilómetros, mientras que Blue Origin vuela por encima de los 100 kilómetros. Ambas son eclipsadas por SpaceX, cuyos cohetes se adentran mucho más en el cosmos, ya que alcanzan más de 193 kilómetros sobre la Tierra.
Los globos, como los que opera World View, no llegan tan lejos. Pero incluso a su altitud máxima de 29 o 30 kilómetros, los operadores dicen que flotan lo suficientemente alto como para mostrar a los viajeros la curvatura del planeta, y darles la oportunidad de experimentar el efecto panorámico, un intenso cambio de perspectiva que muchos astronautas dicen que se produce cuando se ve la Tierra desde arriba.
Ahora, cómo llegar hasta allá …
Los boletos para Blue Origin y Virgin Galactic, ambas autorizadas por la FAA para viajes espaciales con pasajeros comerciales, ya están a la venta (Blue Origin no ha querido decir nada sobre sus precios). Las dos empresas tienen cientos o incluso miles de terrícolas en sus listas de espera para viajar al umbral del espacio. SpaceX cobra decenas de millones de dólares por sus vuelos más lejanos y está construyendo unas instalaciones nuevas en Texas que están siendo evaluadas por la FAA.
Craig Curran, propietario de Deprez Travel en Rochester, Nueva York, es un gran entusiasta del espacio y tiene un asiento reservado en un vuelo de Virgin Galactic desde 2011. La agencia de viajes tiene una rama dedicada a los viajes espaciales, Galactic Experiences by Deprez, a través de la cual Curran vende de todo, desde boletos para el lanzamiento de cohetes hasta capacitación para astronautas.
Curran reconoce que las ventas en el sector del turismo espacial “son bastante difíciles de lograr”, y que la mayor parte de ellas proceden de redes de contactos entre amistades. “Puedes suponer que las personas que gastan 450.000 dólares para ir al espacio probablemente se mueven en círculos que no son los mismos en los que tú o yo estamos”, expresó.
Algunas de las ofertas más populares de Curran son los vuelos en los que se puede experimentar la misma sensación en el estómago que sienten los astronautas en el espacio al alcanzar un estado de gravedad cero. Él organiza estos para sus clientes con aviones Boeing 727 fletados y especializados que se desplazan en arcos parabólicos a fin de imitar la sensación de estar en el espacio. Los operadores como Zero G también ofrecen este servicio; el costo ronda los 8200 dólares.
Casi se puede contar con una mano el número de despegues que se han hecho con turistas espaciales: Blue Origin ha realizado cuatro; SpaceX, dos. Virgin Galactic, por su parte, anunció el jueves que el lanzamiento de su servicio comercial de pasajeros, previsto anteriormente para finales de 2022, se retrasaría hasta principios de 2023. Muchos de los que están en lista de espera aguardan su momento antes del despegue inscribiéndose en cursos de capacitación. Axiom Space, que tiene un contrato con SpaceX, ofrece formación conjunta con la NASA en el Centro Espacial Johnson de Houston. Virgin Galactic, que ya tiene un “programa personalizado de preparación para futuros astronautas” en sus instalaciones de Spaceport America en Nuevo México, también se asociará con la NASA a fin de crear un programa de formación para astronautas privados. ¿No estás dispuesto a subirte a un cohete? Los paseos en globo ofrecen una experiencia celestial menos vertiginosa.
“Vamos al espacio a 19 kilómetros por hora, lo que significa que es muy suave y muy tranquilo. No es como que te alejas de la Tierra despegando en un cohete”, afirmó Jane Poynter, cofundadora y codirectora ejecutiva de Space Perspective, que está preparando su propia nave espacial turística con forma de globo, Spaceship Neptune. Si todo marcha según lo previsto, se espera que los viajes partan de Florida en 2024, con un costo de 125.000 dólares por persona. Es una fracción del precio de Blue Origin y Virgin Galactic, pero sigue siendo más del doble del salario medio anual de un trabajador estadounidense.
Ni Space Perspective ni World View tienen todavía la aprobación necesaria de la FAA para operar vuelos.
Repercusiones únicas
Ya sea que te transportes en una cápsula o un cohete, la compañía de seguros de viaje battleface lanzó a finales de 2021 un plan de seguros espaciales para civiles, una respuesta directa, dijo el director general Sasha Gainullin, al aumento del interés y la infraestructura en el turismo espacial. Los beneficios incluyen muerte accidental e invalidez permanente en el espacio y son válidas para los vuelos espaciales con operadores como SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic, así como para los paseos en globo estratosférico. Mucha gente se ha mostrado interesada, comentó Gainullin, pero todavía no ha habido ventas.
“Ahora mismo son personas con alto poder adquisitivo las que viajan al espacio, así que probablemente no necesitan un seguro”, dijo. “Pero para los viajeros comunes, entre comillas, creo que pronto veremos algunas adquisiciones”. ¿Quedarse un rato más?
En el futuro, según insisten los entusiastas del espacio, los viajeros no irán al espacio solo a pasear. Querrán quedarse un tiempo. Orbital Assembly Corp., una empresa manufacturera cuyo objetivo es colonizar el espacio, está construyendo los primeros hoteles espaciales del mundo: dos propiedades en forma de anillo que orbitarán la Tierra, llamadas Pioneer Station y Voyager Station. La empresa, con bastante optimismo, proyecta una fecha de apertura en 2025 para la Pioneer Station, con una capacidad de 28 huéspedes. El diseño de la Voyager Station, más grande y que, según dicen, se inaugurará en 2027, promete villas y suites, así como un gimnasio, un restaurante y un bar. Ambas ofrecen el máximo lujo: gravedad simulada. Axiom Space, una empresa de infraestructura espacial, está construyendo la primera estación espacial privada del mundo; los planes incluyen alojamientos diseñados por Philippe Starck donde los viajeros podrán pasar la noche. Desde los viajes en globo a presión cero hasta campamentos de entrenamiento para astronautas, las reservaciones para salir del planeta, o simularlo, se están disparando. Los precios, sin embargo, siguen siendo estratosféricos. (Jason Lyon/The New York Times).
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