Por The New York Times | Robin George Andrews
Durante los últimos 30 años, los astrónomos han encontrado más de 5000 exoplanetas, una colección ecléctica de mundos alejados de nuestro vecindario estelar. El último de estos podría ser apenas un bebé.
Unos científicos anunciaron el martes, en la revista The Astrophysical Journal Letters, tener evidencia convincente de la existencia de un mundo con tan solo 1,5 millones de años de edad, lo cual lo convierte en uno de los planetas más jóvenes que se hayan encontrado, tal vez el más joven.
Este mundo —ubicado en la constelación de Ofiuco, a 395 años luz de la Tierra— es tan joven que sus cimientos de gas y polvo apenas se están juntando. Este planeta es un recién nacido que se mece en los brazos de su estrella parental.
“Es como ver nuestro propio pasado”, opinó Myriam Benisty, astrónoma del Instituto de Planetología y Astrofísica de Grenoble en Francia y coautora del estudio.
Debido a que el presunto planeta está cubierto por la materia que lo está haciendo, se necesitarán más observaciones telescópicas para confirmar su existencia. Al suponer que no es detrito rocoso disfrazado de planeta, los científicos pueden usarlo para entender mejor cómo se forman los mundos.
El torrente de exoplanetas recién descubiertos ha complicado o refutado teorías tradicionales sobre la formación de los planetas. No obstante, el lugar donde está este planeta bebé —ubicado con firmeza dentro del disco de materia primordial alrededor de su estrella— respalda la idea de que la mayoría de los planetas pasan buena parte de su vida creciendo en una especie similar de guardería.
El descubrimiento de la semilla celestial sugiere que “todos los sistemas planetarios tienen un proceso común de formación”, comentó Anders Johansen, astrónomo de la Universidad de Lund en Suecia, quien no estuvo involucrado en el estudio. Según, Johansen, a pesar del caos del cosmos, “en realidad hay mucho orden” cuando se trata de la creación de los planetas.
El equipo de científicos utilizó el radiotelescopio, ubicado en Chile y conformado por una colección de 66 antenas que actúan al unísono, que forma parte del proyecto astronómico conocido como Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (o ALMA), para reunir evidencia de este mundo extremadamente joven. El gas y el polvo orbitan ciertas estrellas en los llamados discos circunestelares. Esta materia, la cual se amontona para formar planetas dentro de esos discos, emite ondas de radio que puede detectar el radiotelescopio de ALMA.
El año pasado, Benisty y sus colegas utilizaron el radiotelescopio para realizar la primera detección inequívoca de un halo de gas y polvo que orbitaba un exoplaneta: una fundición circumplanetaria que todavía está haciendo el mundo que cubre y tal vez también algunas lunas.
Para el último estudio, apuntaron el radiotelescopio del ALMA hacia AS 209, una estrella apenas más pesada que el Sol. Con tan solo 1,5 millones de años de edad, hace poco acaba de empezar a quemar hidrógeno: el equivalente estelar de un bebé que pronuncia sus primeras palabras.
Se encontró que el disco circunestelar de AS 209 tiene varios huecos. Y, en uno de ellos, el radiotelescopio detectó la onda de radio distintiva de la tempestad que ocurre cuando se está creando un planeta, gas que presuntamente envuelve un mundo que sigue en construcción y que se parece a Júpiter.
El cálculo de la edad precisa del planeta no se resolverá pronto, pero es probable que sea muy similar a la de su estrella naciente. Sin embargo, su juventud no es lo único que está llamando la atención de los astrónomos. También está a una distancia desconcertante de su estrella. Neptuno, el planeta más lejano de nuestro sistema solar, está a unos 4500 millones de kilómetros del Sol. Este exoplaneta está a casi 30.600 millones de kilómetros de su propia estrella.
Esto genera preguntas sobre nuestros propios rincones.
No se conoce el tamaño del disco de desechos que forjó la Tierra y los otros planetas. “Tal vez el disco era apenas más grande que la órbita de Neptuno y por eso Neptuno es el planeta más lejano”, sugirió Johansen. No obstante, tal vez nuestro núcleo de materia para crear planetas era más parecido al de AS 209. De ser así, “tampoco podemos descartar que nuestro sistema solar tenga un planeta más allá de Neptuno”, agregó Johansen… quizá es ese hipotético Planeta 9 que algunos astrónomos sospechan que está sobreviviendo en una oscuridad distante.
En los próximos días, el Telescopio Espacial James Webb determinará la masa del planeta recién nacido y estudiará su química atmosférica. Además, al hacer un retrato detallado de uno de los mundos más jóvenes que haya conocido la ciencia, estas observaciones nos acercarán cada vez más a responder la principal pregunta, comentó Jaehan Bae, astrónomo de la Universidad de Florida y autor del estudio: “¿De dónde venimos?”. Una imagen obtenida de AS 209, una estrella que apenas tiene 1,5 millones de años, por medio de datos del radiotelescopio del ALMA en Chile. (ALMA/Observatorio Europeo Austral/Observatorio Astronómico Nacional de Japón/Observatorio Nacional de Radioastronomía/A. Sierra vía The New York Times)